¿Qué tiene de malo ser pobre?
Yo solo quería trabajar y llevar una vida en paz lejos de mis hermanos.
Alejandro un CEO egocéntrico que me convierte en su protegida.
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Nos espera Japón
Preparada para ir mi trabajo. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Solo de recordar que le dije que era virgen me dolía aún más la cabeza.
Llegué temprano. Y era un ritual esperarlo.
— Prepárate que tengo que atender un asunto en Japón. Así que tienes 10 minutos.
— ¿Qué? Me hubieses dicho ayer. Vine sin nada listo. Además, no tengo pasaporte.
— Lo supuse. Aquí tienes el tuyo. Nos vamos en el avión privado.
Nunca he viajado en avión. Menos a Japón. Hasta el avión es lujoso. ¿Cuánto dinero tiene este hombre? Empresa, mansión, avión privado, que más.
Durante el vuelo iba en silencio, viendo las nubes por la ventana.
— ¿Quieres tomar algo?
— No. Siento mi estómago un desastre por lo de anoche y ahora con la altura ya no se si está en su lugar.
— Dices cada cosa. Relájate en una hora estaremos en Japón.
— ¿Qué asunto atenderás? Si no es demasiado saber.
— Nos casaremos en Japón.
— Se serio. Yo no me quiero casar aún.
— Jajaja. ¿Que mujer rechazaría tal oferta? pero bueno, vamos a firmar la compra de una empresa. Me voy a expandir a Japón.
— Trabajo para tu empresa, pero no hago nada y aún no se que hace tu empresa.
— Que poca información hay en el internet sobre la Familia Verona.
— No he investigado, no tengo internet, ni celular, ni laptop. Todo se quedó en mi antigua casa.
— A ya entiendo. La empresa se dedica a todo, autos, restaurantes, hoteles, bienes raíces, en fin es larga la lista.
— ¿Y por qué me llevas? Si no te sirvo para nada. Solo para hacer el café en la mañana y el te por las tardes.
— Porque estaremos un par de días y no puedo romper mi rutina— sonrió.
— Es raro el interés que tienes hacia mi. Y hasta podría decir que estoy aquí contigo obligada. Me hiciste firmar un contrato con cláusulas tontas y con asignaciones de trabajo que están demás. Es como si yo fuera un payaso o un bufón para ti.
— Nada de eso. Eres mi asistente en te.
— Lo que tú digas.
Llegamos al famoso Tokio. No puedo negar que hermoso.
— Primero vamos a ir al hotel para comer algo y después visitaremos el templo Sensō-ji.
— ¿Templo Sensō-ji?
—Es el templo más antiguo de Tokio y uno de los más importantes. Éste templo está asociado a la secta budista Tendai, de la que se independizó después de la Segunda Guerra Mundial.
— ¿Cómo sabes eso? No pensé que eras inteligente— bufé.
— Información básica de internet. Necesitas un teléfono celular. Además, me encanta la cultura japonesa y otras culturas— Sonrió.
Alejandro pidió servicio a la habitación.
Todo se veía lindo.
— ¿Y yo donde voy a dormir? Solo pediste una habitación.
— En está Suite. No te preocupes, ves hay dos camas, tú en una y yo en la otra.
Comimos y al rato nos trasladamos al templo. No sabía que él tenía una creencia budista. Llegamos.
— Quiero que conozcas el lugar más famosos de Japón. Toma.
Me dio un regalo. Al abrirlo. Un lujoso celular.
— No es necesario.
— Te lo descontaré del salario, así que no pienses cosas que no son. Disfruta tu estadía en Japón, tómate unas fotos para el recuerdo. No creo que por tus propios medios puedas regresar a este lugar.
— Ashhh... tenías que decir eso, me tratas como mendigo. No quiero nada.
— Bueno, entonces devuélvelo. Se lo regalaré al primero que vea.
— A mi me lo cobraras. Pero si no lo quiero entonces lo regalas. Eres malo.
— ¿Lo tomas o lo dejas?
— Lo tomo.
Me tome unas fotos y la subí en mi Instagram.
— En la noche nos reuniremos para firmar. Así que disfruta tu día.
— Bueno.
— Tomémonos una foto—Dijo Alejandro.
— Está seguro. Eres el CEO de un conglomerado y ¿quieres tomarte una foto con esta mendiga?
El sacó su teléfono que era de la misma marca. Era como si había comprado celulares de pareja. Y tomó la selfie.
— ¿Te gusta?
— Se ve bien— Me sonrojé.