Ayelen lo entrego todo por amor, pero termino marcada por la humillación y el rechazo.
Expulsada de su manada, tuvo que criar sola a sus gemelos. Mientras el mundo licantropo la señala como traidora.
El destino la lleva a encontrarse con el rey lobo frío y maldito, cuya herida no solo está en su cuerpo, también en su alma. Entre tratamientos y silencios empieza a descubrir un lazo entre él y sus gemelos.
Lo que parecía un nuevo comienzo se convierte en un juego de poder, secretos familiares y tradiciones.
¿Podrá renacer como la gran luna, frente a las manadas o volverá a ser destruida por quienes mas odian verla brillar?
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El favor de Elides
Ayelen despertó con la luz del amanecer filtrándose por la ventana de la pequeña habitación. El cansancio de la noche anterior aún pesaba sobre su cuerpo, pero por primera vez en días había dormido sin el miedo constante de ser expulsada de algún lugar.
La cama era sencilla, las sábanas olían a lavanda fresca y la calma del sitio era un bálsamo a su corazón herido.
El vientre redondo se movía lentamente bajo su mano, los bebés parecían agitados, como si respondieran al nuevo entorno. Ayelen sonrió con tristeza y les susurró...
--- Estamos a salvo, mis amores,---
Un golpecito en la puerta la saco de sus pensamientos, la voz cálida de Elides se escuchó al otro lado,--- traje un poco de pan caliente y leche, come algo, hija lo necesitas,---
Ayelen abrió la puerta y la anciana entró con una bandeja sencilla, pero reconfortante, el olor a pan recién horneado lleno la habitación, la joven apenas pudo contener las lágrimas al ver tanta bondad en un gesto tan simple.
---No sé cómo agradecerle...,---- dijo Ayelen, tomando la taza con ambas manos.
---No tienes que agradecer nada, descansa, recupera fuerzas, aquí nadie te molestara,--- respondió Elides con una sonrisa.
Ayelen asintió y comió despacio, la anciana se retiró en silencio, dejándola en paz.
Cuando la puerta se cerró, el aire en la habitación cambió, una brisa ligera, imposible en un lugar cerrado, movió las cortinas susurrante,se oyó en la penumbra.
--- Elides, sabes que no podemos interferir, ---
La anciana que ya no parecía tan frágil, alzó apenas una ceja y se dejó caer en la silla junto a la ventana, sus ojos azules brillaron con un destello sobrenatural.
--- No estoy interfiriendo, solo devuelvo un favor,--- respondió con calma.
De entre las sombras surgió una figura etérea, difusa, como un resplandor hecho de hojas y viento, la voz volvió a hablar, esta vez con un tono cargado de reproche.
--- Desde que nos dejaste, te has vuelto vieja y sentimental,---
Elides soltó una risa seca, aunque en su mirada había nostalgia. --- ja ja... fue lo mejor en ese momento, ---
--- Los lobos se buscaron solos esa maldición y mira, no han aprendido nada,----
Elides suspiro, sus dedos arrugados rozando la madera de la mesa como si acariara un recuerdo.
--- Quizás no, pero mírala...¿puedes sentirlo?, la energía en ella y en los cachorros...es diferente,--- sus ojos se volvieron hacia la puerta donde descansa Ayelen.
Hubo un silencio, el resplandor titilo como una llama vacsilante,---si ... lo siento, pero no podemos interferir, ---
Las últimas palabras sé desvaneciendo con el eco, y la figura desapareció, dejando tras de sí el aroma de flores silvestres. Elides se quedó sola otra vez, su cuerpo volviendo a la apariencia de una anciana común.
No era la primera vez que recordaba aquel pacto roto, en otro tiempo, ella había sido un hada de la naturaleza, guardiana de bosques y manantiales, protectora de la vida en todas sus formas. Su reino estaba enraizado en lo sagrado, en lo intocado por los humanos y los lobos ero muchos años atrás, había tomado una decisión impensable, dejarlo todo y caminar entre los mortales.
Había sido la madre de Ayelén quien le dio un motivo, una noche de guerra entre clanes, Elides había quedado atrapada en las garras de un hechizo qué drenaba la esencia vital de su cuerpo. Los lobos la miraban con recelo, sin atreverse a tocarla, convencidos de que era un mal presagio, todos menos una, la madre de Ayelén, con valentía, desobedeció las órdenes de los suyos y se adentró en el fuego de la batalla para liberarla.
Esa mujer, con ojos tan claros como el amanecer, arriesgo su vida por salvar a un ser que ni siquiera entendía, Elides nunca lo olvidó.
Ahora, años después, ver a la hija de aquella loba desamparada y a punto de dar a luz, despertaba en ella la misma necesidad de proteger, aunque eso implicaría desafiar las reglas de su antiguo reino.
--- Si esto es interferir, que así sea,--- murmuró, sus ojos brillaron con la mirada en la puerta.
Al otro lado de la ciudad, la historia avanzaba de manera distinta, Kim caminaba por una avenida empedrada, sus pasos eran firmes, pero sus pensamientos estaban turbados. había seguido el rastro de aquella energía nueva, la misma que los espíritus habían susurrado en sueños, un poder distinto, nacido de una loba marcada por la maldición.
Finalmente, se detuvo frente a una gran mansión, las puertas de hierro estaban decoradas con símbolos arcanos qué brillaban bajo la luz de la luna. Apenas tocó el picaporte, este se abrió solo, como si la casa misma la reconociera.
Un aroma a incienso y hierbas quemadas la envolvió al entrar, las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de grimorios antiguos, frascos de pociones y amuletos, todo emanaba un poder palpable
--- Bienvenida Kim,--- dijo una voz profunda desde lo alto de la escalera.
Una mujer descendió con elegancia, su cabello negro caía como un río oscuro hasta su cintura, y sus ojos destellaban con un fuego inquietante.
Llevaba un vestido largo color carmesí, bordado con símbolos dorados que parecían moverse por sí solos.
Era Eudy, la gran bruja del aquelarre, Kim inclinó la cabeza en señal de respeto.
--- Gran Eudy... la energía que hemos seguido esta aquí en la ciudad, y no es como las otras veces,-- dijo una voz atrás de Kim
Los labios de la bruja se curvaron en una sonrisa enigmática.
--- Si, la he sentido, un eco nuevo, una vibración que no pertenece del todo a los lobos ni a los nuestros, ---- respondió Eudy
Eudy avanzó lentamente hasta quedar frente a Kim, sus dedos se posaron sobre el aire, dibujando un símbolo que brillo antes de desvanecerse.
Cynthia miró a Kim, sus ojos volvieron a Eudy.
Kim bajo la mirada inquietante, la bruja sonrío al verla, aunque sus ojos había una sombra distinta.
--- Los lobos en su arrogancia, han despreciado lo más sagrado el lazo de unión de parejas destinadas, ---- dijo Eudy
Cynthia miraba a Kim su ropa remendada, volvió a mirar a Eudy...
--- ¿Esta relacionado con la maldición?,--- pregunto Cynthia
--- Todo apunta a eso, pero ahora está entre nosotros, seremos los encargados de despertar sus poderes, Kim eres más que una simple híbrida, y lo descubrirás en estas paredes, Cynthia serás la encargada de enseñarle todo a Kim,--- ordenó Eudy
---- No... no entiendo, --- dijo Kim
---- Kim, tu madre no era una simple bruja, era hija de Hecate, todo a su tiempo, ahora ve con Cynthia, ella te mostrará tu habitación,--- dijo Eudy.
Ya empiezan con la cizaña..... a qué Señora es que llaman ??? .... La Luna de Hendrix está viva ???
y confíe en ella y la proteja ahora vien esa ama de llaves a quien llamó espero no sea otra piedra en el zapato si a si ya tienen bastantes enemigos como para que salgo otro más