Una noche. Un secreto. Una obsesión que lo cambiará todo.
Stefania solo buscaba escapar.
Damián solo buscaba control.
Pero cuando sus mundos chocan en Atenas, el deseo los arrastra a una noche tan intensa que marca a fuego sus almas.
Ella huye antes de que él descubra quién es.
Él la busca sin saber cómo encontrarla.
Lo que ninguno imagina es que un lazo invisible ya los ata para siempre:
un hijo concebido entre la oscuridad y la pasión.
Cuando la verdad salga a la luz, deberán enfrentarse a sus familias, a sus demonios…
y a una obsesión que ni el tiempo ni la distancia han podido destruir.
La Obsesión del Jefe de la Mafia.
Un romance oscuro donde amar es peligroso…
pero pertenecer es inevitable.
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Completamente mía (+21)
Damián
Siseo cuando empujo contra su cuerpo. La forma en que su cuerpo se aprieta a mi alrededor me tiene mascullando groserías por las que Iris golpearía mi trasero.
Que delicia de mujer.
Sus gritos y gemidos resuenan a mi alrededor, logrando que me sienta como si fuera el único hombre de la tierra.
Su coño me aprieta y juro que siento como mis ojos se voltean dentro de mis cuencas. Sé que ha pasado un tiempo desde que follé por última vez, pero nunca se ha sentido así.
Miro a la chica bajo mi cuerpo y el dominio se despliega por mi pecho casi tanto como la necesidad de poseer cada pedazo de ella.
–Si sabes que no te dejaré volver, ¿verdad? –le pregunto mientras golpeo contra su centro una y otra vez–. No te dejaré marchar jamás –mascullo.
Hoy ya he cruzado una línea. Imagino que retenerla a mi lado, aunque ella no quiera, será otra línea que tendré que cruzar.
Necesito retenerla a mi lado por siempre.
Cojo su cuello y me incorporo hasta quedar de rodillas. Tomo su pequeña cintura y acelero mis movimientos con mis ojos pegados en la parte que nuestros cuerpos se unen. Es hipnótico ver cómo me envuelve cada maldita vez que entro en ella.
–Damián. Damián. Damián –me llama con gritos que astillan el aire de la habitación–. No te atrevas a detenerte ahora, cabrón –suplica con sus ojos nublados por el deseo clavados en los míos–. Estoy tan cerca –solloza antes de volver a gritar con cada golpe que le doy.
La piel de su vientre y cintura arde contra las palmas de mis manos. Es casi como si estuviera ardiendo en fiebre.
–Sí, así –gimotea mientras sus preciosos pechos rebotan, dándome el mejor espectáculo que he visto en mi vida.
Esta mujer es una diosa. Es afrodita reencarnada.
Es todo lo que he estado esperando.
El calor en mi espalda baja se acumula, pidiéndome a gritos un alivio.
Entierro mi rostro en su cuello y tomo su mano y la sujeto por encima de su cabeza mientras empujo con mis últimas fuerzas.
Un gemido rompe sus cuerdas vocales mientras su cuerpo me presiona con fervor. Sus piernas se enredan en mi cadera y sus uñas se clavan en la piel de mi espalda, acercándome más a su cuerpo.
El latido de sus entrañas me hace terminar con un grito que amortiguo contra la piel de su cuello.
Oh, mierda, eso fue mejor de lo que esperaba.
Beso la tierna piel de su cuello y luego, cuando dice una palabra que no consigo entender, beso sus labios.
Miro su bello rostro sonrojado y sudado y un ardiente sentimiento de posesión se instala en todo mi pecho.
No voy a dejarla ir.
–Te quedarás a mi lado –ordeno.
Sus labios se elevan en una preciosa sonrisa al mismo tiempo que mi corazón se siente apretado en mi pecho.
–Eres mía, preciosa. No te dejaré marchar.
Levanta su mano mientras sus ojos se abren apenas unos milímetros. Acaricia mi mejilla y luego entierra sus uñas en mi cabello, sacándome un suspiro.
Esto se siente demasiado bien.
–Pensé que no existías –susurra y luego todo su cuerpo tiembla con deleite–. Pensé que nunca viviría un encuentro como este.
Beso las cimas de sus pechos, pero me detengo cuando se queja. –¿Qué pasa, moró?
–Me duelen, creo que los pobres nunca han estado tan excitados –devuelve con sus labios fruncidos en un mohín precioso.
Me como ese mohín antes de alejarme con un suspiro y besar con dulzura las cimas de sus pechos. Gruño cuando puedo paladear su exquisito sabor.
–Eres pura perfección, ¿lo sabías? –pregunto con un gruñido–. Fui criado para no tener una debilidad, ¿pero tú?
–¿Yo? ¿Yo qué? –pregunta entre suspiros mientras sus dedos se enredan en mi cabello.
–Tú llegaste para arruinarme –devuelvo furioso conmigo por ser tan débil y con ella por existir.
Se supone que no debo tener debilidades. Se supone que esta mujer no debería existir, pero lo hace y a pesar de todo, me gustaría arrodillarme y agradecerles a los dioses por crearla para mí.
Sus uñas se clavan en mis bíceps como pequeñas mordidas y siento como todo dentro de mí comienza a hervir nuevamente.
Me incorporo y mis ojos van al lugar donde nuestros cuerpos se unen. Suspiro ante la visión de mi esencia derramándose desde sus muslos hasta la cama, arruinando el edredón.
Esa imagen me tiene a su merced nuevamente.
Levanto su pierna y la subo a mi hombro para poder tener un mejor acceso a su cuerpo. Me hundo en ella mientras gruño por todas las sensaciones que estoy sintiendo en este momento.
–Pero que cabronazo eres –masculla con una sonrisa que quisiera morder–. Por supuesto que tenías que recuperarte rápido.
Miro su cuerpo abriéndose para recibirme cada vez y vuelvo a suspirar.
–Es por ti, moró –respondo–. Ninguna otra mujer podría hacer lo que tú le haces a mi cuerpo.
Estira sus manos y acaricia mis muslos. –Quiero tocarte –se queja.
Bajo su pierna, tomo su cintura y la muevo hasta que está sentada sobre mi polla con su rostro a unos centímetros del mío.
Traga con dificultad y luego, casi tímidamente, acerca sus labios a mi cuello y deja un reguero de besos que me hacen gemir desde lo más profundo de mi garganta.
Su trasero se mueve sobre mi polla mientras sus labios me dominan de otra forma, y sé que esta es la mejor noche de mi puta vida.
–¿Qué tan delicada estás? –pregunto.
–Creo que no caminaré en una semana –devuelve con sus labios pegados en la parte baja de mi cuello.
–Bien. Es más fácil secuestrar a alguien que no puede caminar.
Su risa flota a mi alrededor y solo entonces me doy cuenta que lo dije en voz alta.
Sus manos acarician mis pectorales y mis abdominales y sé que tengo que actuar rápido.
Tomo su pequeña cintura y comienzo a follarla de verdad, golpeando su centro cada vez con más fuerza. Logrando que de su boca solo salgan lamentos difuminados por los ruidos que hacen nuestros cuerpos al encontrarse.
La follaré hasta debilitar su cuerpo. La follaré hasta que solo tenga energía para sonreírme y agradecerme por llevarla lejos.
Cuando su cuerpo se desploma entre gritos y se deshace a mi alrededor, vuelvo a empujarla a la cama para seguir con mi objetivo.
Esta noche será completamente mía.
A HUEVO!!!