Akira un día despertó en el cuerpo de Mei, una princesa ignorada por su esposo el segundo príncipe, ahora Mei dejará de lado a ese esposo suyo y buscará liberarse de ese matrimonio y unirse al ejército de su padre.
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capítulo 6- encuentro
que vida tan aburrida.
Mei estaba recostada en el balcón de su habitación, una que daba directo a un estanque, inclino la cabeza al punto de que su cabello se remojo en el agua, una de las sirvientas le ve así que le regaña para que se levante.
- princesa, por favor, no haga eso.
- tranquila, no pasa nada, en el agua no hay nada peligroso.
- no se trata de eso, usted es una dama.
- basta, ya saben que eso no me interesa ahora. Cambiando de tema.
Mei se sienta mientras sacude su cabello, otra sirvienta le pasa una toalla para que se seque el cabello.
- ¿es posible conseguir el divorcio por mi misma o debe ser el príncipe quien lo solicite?
Ambas mujeres se sorprenden ante su pregunta, no pueden creer que la princesa este pensando en algo así.
- princesa, una mujer divorciada es mal vista ante la sociedad y su padre podría incluso expulsarla de la familia.
- lo se, pero no me importa, buscaré una manera de sobrevivir, por eso, estoy tratando de ser fuerte, así no seré una damisela en peligro.
Por suerte, ya esta logrando ganar algo de musculatura y su cuerpo ya no es tan delgado y débil, si continua con su entrenamiento, puede que logre ser la mujer más fuerte de ese mundo.
- princesa, por favor, no cometa una locura.
- ya, ya, esta bien. En todo caso, quiero salir, necesito ver el exterior, estar encerrada es horrible.
- por supuesto princesa, mandaré preparar un carruaje.
- y yo, la ayudo a vestirse con algo más decente.
Lo dice, porque Mei aun sigue con su ropa de cama. Muy a su pesar, se deja guiar al vestidor, al menos, podrá salir, necesito explorar aunque sea la ciudad donde se encuentra.
-"creo que era ciudad *Tsuki, del continente *Shiroi"
- princesa, el carruaje esta listo.
Ya que esta vestida y peinada, va directo a dicho carruaje, por supuesto, desde lejos, Keiko la ve salir, como que eso va siendo una gran oportunidad, así que se prepara para salir, se cubre con una capa para evitar ser vista por los demás sirvientes. Mei llegó a la ciudad así que baja del carruaje, enseguida los transeúntes, se fijan en ella, todos la conocen en el ciudad, la princesa que no recibe la atención de su esposo, por supuesto Mei, no le presta atención, solo camina por la calle.
Mirando los diferentes puestos, sin duda en un lugar como una vez lo fue el antiguo Japón, incluso el idioma es el mismo; rápidamente algo llama la atención de Mei y es una tienda de armas, se apresura a entrar, por supuesto las sirvientas le siguen quejándose porque una princesa no debe entrar a un lugar así; Mei las ignorar y más cuando una preciosa esposa llama su atención, como esta algo alta, se estira para sostenerla, pero otra persona la toma primero, Mei se da la vuelta mirando con el ceño fruncido a esa persona y rápidamente se percata que se trata de un hombre joven y atractivo, al mirarlo mejor, luce como si fuese un soldado, pero no unos cualquiera, por su vestido sin duda es un general o algo por el estilo. Mei lo observa detenidamente, si tan solo hubiera reencarnado en un hombre así, no estaría teniendo problemas; niega un poco.
- disculpa, esa espada, la vi primero.
El chico la mira, al observarla mejor, no cabe duda que esa chica no era una plebeya, vestía bien y ya noto a las dos sirvientas que la acompañan y le piden que mejor se vayan.
- la he tomado primero, además una espada, es peligrosa para la chica.
- ¿que? Mire jovencito, esta chica se puede ver flaca y débil, pero le aseguro que se usar bien la espada.
El chico por supuesto que luce enojado por la manera de hablar, no se espera que una chica hable de esa manera y menos, ante un hombre.
- le aseguro que esta espada, es pesada para una mujer.
- aun así la quiero, la pienso comprar.
- lástima, ahora es mía.
El chico se da la vuelta para ir a pagar, pero Mei le sigue y le ofrece más dinero al vendedor, no va dejar que le quiten la espada que le gustó. El vendedor solo mira con duda al chico y esta parece ya malhumorado ante la insistencia de Mei.
- puedes escoger cualquier otra espada, pero esa la quiero.
- lástima, no siempre se obtiene lo que se quiere.
Sonríe con burla y al haber ya pagado la espada la toma y sale del local, Mei le sigue, al estar fuera, hay varios soldados esperando, el chico sube al caballo pero Mei le jala la pierna.
- oye! Te daré el triple, pero dame esa espada.
Las sirvientas tratan de detener a Mei y apartarla, mientras todos observan asombrados la actitud tan atrevida de la chica. Mei no se pensaba reír hasta que uno de los soldados la jala del cabello y la lanza contra el piso, las sirvientas se asustan, sobre todo cuando el soldado le apunta con la espada.
- molestar a nuestro general, es una grave ofensa mujerzuela.
- mujerzuela será tu madre.
- ¿que dices?
Justo cuando el hombre piensa darle una patada, Mei le detiene el pié y le jala con fuerza causando que pierda el equilibrio y al tenerlo en el suelo empieza a golpearlo con el puño, las sirvientas gritan y le piden a Mei que se detenga.
- esto, te va enseñar a respetar a una dama refinada como yo, estúpido! Cerdo machista!
Los otros soldados le apuntan con sus espadas y Mei se detiene, cuando el soldado de aparta, aquel general se sorprende de ver el rostro completamente herido por los golpes.
- por golpear a un oficial del emperador, esta bajo arresto, jovencita.
- perdone a nuestra princesa, ella ha estado un poco mal últimamente.
Las sirvientas se arrodillan pidiendo perdón, mientras que Mei se sacude la ropa.
- ey! No tienen que pedir perdón, yo solo me defendí de ese abusivo.
- tú atacaste a nuestro general!
- no lo ataque, solo quería que me vendiera esa espada.
Apunta la espada que el chico lleva en la mano.
- ¿para que quiere una espada una mocosa? Vete a tejer.
- ¿que dices? Ve a tejer tú, mocoso!
La discusión continuó y la gente ya empieza a juntarse. El general al ver esto luce molesto ¿como es posible que sus soldados discutan con una niña?
- basta, nos vamos.
Los soldados se quejan, pero al ver a su general enojado, suben a sus caballos empezando a irse, mientras Mei les saca le lengua. El general voltea y sonríe levemente, esa chica sin duda, es única; da la vuelta y al estar a unos pasos de Mei, lanza la espada y ella fácilmente la recibe.
- no te lastimes, jovencita.
- pero si el que salió herido es aquel.
Señala al solado que golpeo y este se muestra molesto mientras que el general ríe por su respuesta y se apresura a seguir su camino, junto con sus soldados.
(Tsuki-luna
Shiroi-blanco?