Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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Midiendo al enemigo
Una vez que Sol logró estar nuevamente en su habitación, cerró la puerta tras de sí y se deslizó hasta el piso pegada a esta. Sus pies no la sostenían y unos temblores incontrolables la sacudían. Dios, pero ¿qué rayos, qué hacía el protagonista masculino acá?
- No, no, no esto no puede ser, pero si a esta ahora el protagonista debía estar en el marquesado cerrando el trato de la farmacéutica con mi padre. Ahhhhh por qué, por qué. Dios mío esto no puede ser verdad. No, no puede, no puede...
Sol se acurrucó ahí mismo en el piso repitiendo las mismas palabras como una letanía, esperando casi que al repetirlas pudiesen convertirse en realidad. Su estado de ánimo era muy exaltado. Aturdida en un inicio al ser despertada bruscamente no reconoció en su agresor al joven, tampoco cuando fue arrastrada fuera de su propia habitación. Ni cuando se vio en medio del pasillo, vestida solo con un negligé rojo, se enfureció y comenzó a tocar la puerta para que el loco ese le abriera. Estuvo ante su propia puerta como quince minutos aporreando la madera y su furia subía dos grados cada segundo, qué se creía ese desubicado, la iba a tener que escuchar.
Con todo ese alboroto llegó el Secretario y pidió una explicación. Ella totalmente enfurecida le espetó que un desquiciado la había sacado de su habitación en ropa de dormir y ahora no la dejaba entrar.
El Secretario por su parte notó que varios estudiantes estaban asomados a sus puertas curiosos; esperaba que fuera por la situación y no por el inapropiado vestuario de la joven, se quitó su chaqueta y la ofreció a la chica. Solo así fue que esta se percató de su entorno y la vergüenza le llegó de golpe con un notable refuerzo de rabia, mataría a ese intruso, pero que bruto.
El Secretario y Sol estuvieron como diez minutos más tocando a la puerta, finalmente esta fue abierta y un iracundo joven con evidentes intenciones homicidas se encuadró ante ellos, pero una vez más ella no reconoció al protagonista, hasta que oyó al Secretario decir sus apellidos. Se le enfrió el alma, no pronunció palabra, se olvidó de respirar y sólo se limitó a observarlo, pero cómo fue que no se dio cuenta antes, ¿dónde más habría un chico con esos preciosos ojos grises, con ese pelo castaño oscuro y mandíbula afilada, un rostro así debía ser considerado delito y el cuerpo Dios, pero si era más caliente que el sol de verano; pero se ha vuelto loca qué demonios está pensando? Se vio dentro de su cuarto no sabe ni cómo, cerró la puerta y entonces llegó el pánico 😱.
La mañana siguiente el Secretario encontró a Sol frente a su oficina. El hombre no puedo evitar el recordar a la joven en su atuendo nocturno y aunque ahora estaba apropiadamente vestida esa imagen no se la borraba de la mente, presentía que cada vez que la encontrara evocaría ese recuerdo vulnerable y erótico de la chica. Reprimió con esfuerzo su creciente excitación al fin de cuentas era un profesional y ella solo una alumna muy peligrosa para su cordura mental; pero qué estaba pensando, a él, Cael Flamme ninguna mujer le movería el piso.
Sol ajena a los candentes pensamientos que desataba su presencia en el Secretario, le pedía la baja de la academia y al mismo tiempo una protagonista femenina hacía su irrupción en la oficina para solicitar su ingreso.