SÁLVAME

AEROPUERTO NACIONAL RONALD REANGA DE WASHINGTON.

_ Joven, bienvenido.- saludo Jorge.

_ Gracias, Jorge.- le respondió Javier mientras ingresaba a la parte trasera de un lujoso coche.

Jorge cerro la puerta después de que Javier ingreso, luego corrió al puesto del copiloto e ingreso, dando la orden para que el chofer se pusiera en marcha.

_ El señor lo espera en casa.- le informo Jorge al chico de unos veinticuatro años.

_ No sé qué es lo que quiere, para qué me pidió que volviera.- dijo Javier en un tono molesto, mientras miraba por la ventana.

Jorge no contestó, pues sabia que era algo que no le correspondía decir, así estuvieron el resto del camino.

…

Javier.

Soy el menor de la familia Evans, tengo dos hermanos mayores, cosa que le agradezco al cielo, de lo contrario tendría que cargar con la responsabilidad de manejar la empresa de mi familia, eso es un trabajo que no quiero hacer, lo único que quiero es termina de una vez por toda con la carrera que mi padre me impuso, luego de eso me largaré lo más lejos posible de aquí, a disfrutar de mi vida y de la fortuna que me corresponde.

Estudio negocios en una universidad en Houston, en donde he llevado una vida sin desenfreno, entre chicas, alcohol, que más le puedo pedir a la vida.

Ahora estoy de regreso en Washington porque mi padre me lo pido, según lo que me dijo, era de gran importancia que volviera, así que aquí estoy. Cuando llegue a casa mamá me recibió con alegría, pues ya hacía un año que no nos veíamos, papá estaba con su cara de amargura como siempre, mientes mis hermanos, tenían el mismo gesto, de verdad no entiendo por qué tienen tal carácter, son jóvenes, tienen buen porte e incluso son atractivos y sobre todo tienen dinero, no sé por qué se gastan sus vidas entre las oficinas de la compañía.

_ Bienvenido a casa, hijo.- me dice Diana, mi madre con una gran sonrisa.

_ Gracias mamá.- le contesté de igual manera.

Ella me abraza y yo correspondo, luego me acerco a Alonso, mi padre, él me saluda dándome un abrazo, pero sin cambiar su expresión.

_ Que tal tu viaje mocoso.- me dije Dante, mi hermano mayor.

_ Bien, pero ya no me digas mocoso.- el dije torciendo mis ojos.

_ Vaya que si has crecido.- me dice mi otro hermano, Jaime, mientras revolcaba mi cabello.

_ Pues sí, ya no tengo cinco, lo olvidan.- le dije, quintando su mano de mi cabeza.

Ellos negaron con la cabeza.

_ Entremos.- ordeno mi padre y todos los seguimos a dentro de la casa.

Mi padre siempre ha sido poco expresivo, pero por alguna razón algo me decía, que no por nada me había mandado a llamar.

Todos entramos a la casa y nos dirigimos al comedor, el desayuno estaba servido como siempre, al parecer nada había cambiado en este tiempo que estuve ausente.

_ Como van tus estudios.- pregunto mi padre rompiendo el silencio en el que nos encontrábamos.

_ Muy bien, padre, solo me faltan dos semestres y culminaré mi carrera, como me pediste.- le dije tranquilamente.

_ Bien, en una semana serán los exámenes de admisión de la universidad de George Washington, necesito que te alistes tomaras el examen.- soltó mi padre sin más.

_ ¿Qué?.- grite, poniéndome de pie.

_ Siéntate.- dijo mi madre en un tono molesto, causándome un escalofrío.

Así que le hice saco y me volví sentar, pero no estaba dispuesto a hacer lo que mi padre me pedía, en Houston, ya tenía una vida, una que disfruto al máximo, y eso era algo que no estaba dispuesto a dejar.

_ Padre, teníamos un trato, como puedes cambiar las cosas.- me sentía molesto.

_ Un trato, me estás hablando del trato que hicimos hace cuatro años cuando volviste de tus viajes de meditación.- el tono de mi padre era alto, él estaba molesto, y no sabía por qué.

_ Sí, ese mismo, tú me dijiste, que debía estudiar negocio, yo acepte si me dejaba escoger donde estudiar, por qué cambias ahora nuestro trato.-le dije.

Por esto.- me dijo, tirándome unas fotos encima de la mesa. Sabes la vergüenza que le has causado a la familia.- el rostro de mi padre, estaba rojo.

_ ¿De dónde sacaron esto? - pregunte con los ojos bien abiertos.

_ Que de donde lo sacamos, al parecer no haces nada diferente que estar metidos en bares y fiesta.- dijo mi madre.

_ Javier, estas fotos han estado en las portadas de las revistas, los medios han estado encima de nosotros, de verdad no estabas enterado.- pregunto Dante.

Yo no le respondí nada, pues la verdad era que no tenía ni idea de eso, ahora entendía el enojo de mi padre.

_ Lo siento padre, fui imprudente, pero te prometo, que tendré cuidado.- me disculpe.

Él se levantó de su silla, la verdad era que temía que se acercara y me golpeará, pero no lo hizo, solo salió del comedor, pero la expresión que tenía, me lo dijo todo, él estaba decepcionando de mí.

_ Es mejor que hagas lo que papá dice, él está muy enojado, así que es mejor no provocarlo.- me aconsejo Jaime.

_ No entiendo que tiene en esa cabeza, no sabes lo decepcionada que me siento Javier, siempre te apoye frente a tu padre, pero solo mira lo que has hecho.- la voz de mi madre estaba cargada de tristeza.

Era fácil imaginar, la pena que debió sentir al ver en las portadas de las revistas el cuerpo desnudos de su hijo, teniendo relaciones en un callejón de un bar.

Pues si eso era lo que contenía las fotos, en ella me encontraba con diferentes chicas, en situaciones poco decentes.

_ Lo siento mamá, he actuado de manera inmadura, te prometo que aprenderé a comportarme.- dije.

Pero ella también se fue, dejándome con la palabra en la boca, mientras Jaime y Dante se miraron y sonrieron.

...

Jaime y Dante adoraban a su pequeño hermano, pero debían mantener una postura enfrente de su padre. Para ellos era gracioso ver la cara de preocupación de Javier, ya que por cuatro años había escapado de las reglas de la familia.