Mariana se casó hace un año. Todo era maravilloso en su vida hasta hace un mes, donde todo cambió y no sabe el porque.
Justo cuando pensó que podrían superar lo malo, lo encuentra engañandola. Ahora sí, con el corazón lastimado, tendrá que salir a delante sin ese hombre por el que dejo todo atrás. Tendrá que saber afrontar lo que le deparará el destino para ella y para su pequeño.
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Capítulo 6
Apenas Mariana salió del hospital, se fue a una farmacia para comprar de una vez, todo lo que el médico le había recetado.
Cuando ingresó a la farmacia, le dio a la farmacéutica las recetas y la mujer le surtió su pedido. Pagó en efectivo y salió contenta del lugar.
Ya afuera, guardó todo en su cartera y paró un taxi dándole la dirección de su casa. Estaba a mitad de camino, cuando recordó lo de los papeles de divorcio.
Se puso a pensar en lo que diría Dante con la noticia del embarazo y en su mente entro la posibilidad de que ese bebé, salvara su matrimonio. Más contenta aún por todo lo que su cabeza maquino, le pidió al taxista que cambiara de dirección hacia el banco de la familia de él.
Cuando llegó a las puertas del banco, todas las personas que trabajaban ahí la miraron. Esto la extraño, pero no se detuvo a pensar en que era lo que estaba pasando. Y es que con lo mal que estuvo ella cuando Dante la dejo, no tuvo tiempo para ver las noticias, por lo cual ella jamás vio las fotos de su esposo, con la que era su amiga saliendo de un antro, ni mucho menos la foto de ambos a los besos en el mismo lugar.
Sin darle demasiada importancia a los cuchicheos de los empleados, se encaminó hacia la oficina de Dante.
Subió por el ascensor hasta el tercer piso, que era donde este tenía su oficina. Al llegar al lugar, ya que nadie se atrevió a detenerla, se encontró con la secretaría de Dante, quien al verla, se paró de su escritorio, muy nerviosa.
-Señora Mariana. ¿Qué hace usted por aquí?
Esa pregunta a Mariana le pareció muy rara, más la actitud de ella y la de todos los empleados abajo, al verla. Entonces pensó, que tal vez ya se había corrido el rumor de que su esposo le había pedido el divorcio.
-He venido a ver a Dante, dile que necesito verlo ahora, por favor.
Muy nerviosa, la secretaria mira para la puerta del despacho de Dante y vuelve a mirar a Mariana y le dice.
-El señor no está. Fue a una junta muy importante, pero cuando regrese yo le digo que usted vino.
Mariana se desanimó un poco al escuchar aquello y se iba a ir cuando vio que la secretaria, volvió a mirar hacia la puerta. Eso le hizo preguntarse si Dante la estaba evitando, por lo cual se acercó rápidamente hacia ella.
Justo cuando llegó a tomar el pomo de la puerta, la secretaria le dijo.
-Yo que usted señora, me ahorraba tener que ver eso.
Mariana no entendió a que se refería, así que la volteó a mirar confundida y cuando le iba a preguntar a qué se refería, lo escuchó.
Unos gemidos le hicieron volver la cabeza hacia la puerta. Sin podérselo creer, unas lágrimas empezaron a bajar por su rostro.
Aunque ella lo escuchaba, hasta que no lo viera con sus propios ojos, ella no iba a creerlo. No podía solo suponer que ese era su esposo, solo por ser su oficina, ella tenía que comprobarlo. Así que sin pensarlo abrió la puerta.
La imagen que sus ojos vieron, la dejaron en shock. Sí, ese, si era su esposo, su Dante. Y él estaba parado en el borde de su escritorio mientras estaba teniendo sexo con otra mujer, nada más ni nada menos que con Lucía, su amiga.
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En medio de todo su sufrimiento y sus lágrimas, Mariana, pudo pronunciar.
-Dante...
Al escuchar su vos, él levantó la cabeza, encontrándose con la imagen de su esposa llorando. Como pudo salió de dentro de Lucía y se arregló la ropa lo mejor que pudo.
-¿Quién carajos, te dejo entrar?
Preguntó enojado por ser interrumpido por ella.
-¿Eso es todo lo que dirás? Te encuentro engañándome, ¿y eso es todo lo que me dirás?
Pregunta Mariana, dolida a más no poder, por el cinismo de su esposo.
-¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te mienta? ¿Qué trate de justificarme? Yo no soy de esos. Estaba haciendo lo que viste, no hay peros.
-Dante, yo venía a hablar contigo de nosotros para tratar de arreglar esto y tú, ¿estás aquí revolcándote con esta?
-Mucho cuidado a como te refieres a mi mujer. No te voy a permitir que le faltes el respeto.
-¿Tu mujer? Tu mujer soy yo. Y tú me faltaste el respeto, acostándote con esta.
-Mira Mariana, sé que estás enojada, pero no me faltes el respeto que yo no te lo estoy faltando.
Dijo Lucía haciéndose la víctima. Sabía que esas palabras pondrían peor a Mariana.
-Tu zorra, te estás revolcando con mi esposo y me...
Mariana no terminó lo que iba a decir por qué Dante, la calló de una cachetada, dejando a ambas mujeres sorprendidas.
-Lárgate de mi maldita oficina de una buena vez.
Mariana salió de su aturdimiento al oírlo.
-Yo solo venía a tratar de arreglar lo nuestro, pero viendo quién eres en realidad, solo me queda darte esto.
Dijo Mariana sacando de su cartera el sobre que tenía los papeles ya firmados por ambos y dejándoselos en su escritorio.
-Son los papeles del divorcio. Y no creo que te interese, pero vas a ser padre. Si quieres ser parte de su vida tendremos que acordar visitas.
Lucía al escucharla se puso muy enojada, pero al escuchar a Dante se relajó de inmediato. Ya que él se empezó a reír y solo paro para decirle a Mariana.
-Llévate a tu bastardo bien lejos míos, por lo que me interesa. Solo ya no me molestes nunca más. Desaparece de mi vida para siempre.
Sin ya poder decir nada más, Mariana solo pudo salir de esa oficina sin mirar a nadie en todo el camino hasta la puerta de entrada del banco.
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