El Omega Del Sultán

Al ver aquellos ojos hechizados por él, Malih se asombra pensando que aquel loco realmente se obsesionó con él.

—Malih— Dice con dulzura, causadole un cosquilleo al omega. —¿Aún no quieres recibir a mis hijos?—

—¡Jamás, monstruo!— Pataleó inútilmente.

—Quieto— Habló con suavidad y sus manos traspasaron la ropa, subiendo por la pierna de su compañero sexual.

—Mhm... N-no... Tú sabes que he venido contra mi voluntad. ¿No tienes una pizca de piedad?—Furioso Nadir le echa una mirada fría.

—Tú eres mío, Malih... Un día de estos te marcaré y cargarás con mis hijos—

—¿Para qué? ¡Cuando eso ocurra te olvidarás de mí! ¡Traerás a otro omega que sí te ame a tus aposentos y tendrás otros 3 omegas! No quiero formar parte de eso... No quiero ser solo alguien que usarás como te plazca. Me sentiré horrible cada vez que lo hagas con alguien más, porque eso significa estar ligados— Dejó caer sus lágrimas. —Tú no piensas en nadie más que en tí— Sollozó.

El sultán se mostró conmocionado por las bajas expectativas del omega, le hirió y también quería reconfortarlo.

—No digas eso, Malih— Besó su mano. —Tú eres mi favorito—

—¡No quiero ser tu favorito! Si me enlazo con alguien, quiero que esa persona solo tenga ojos para mí. Mi vida sería miserable a tu lado— Nadir agarró sus muñecas y forcejeó con él. —¡Déjame! No quiero, por Alá no... No quiero ser el omega de un hombre cruel— El alpha sintió su corazón desangrar, lo rechazaba sin titubeos.

—Malih, ahora mismo tú eres el único a mis ojos—

—Sí, por ahora— Desvió la mirada. —Hay un montón de personas que te adoran... ¿Por qué yo?— Era una excelente pregunta, algo en Malih le volvía loco. Su potencial aroma, su sensualidad pura, no había nadie como él, y estaba seguro que si Malih se enamorara sería un amor.

—Simplemente me iluminaste, por Alá, eres una bendición, deseo obtener tu corazón, Malih— Se estaba comportando con ternura, debido al comportamiento salvaje del omega que tenía que domar.

—Te costará, no sé si decir caro, porque puedes mandarme los regalos de todo el mundo, pero eso jamás me importará— Sonrió arrogante y ya desesperado su majestad le besó descolocando a Malih. Le causó una pelea mental por odiar a aquel hombre o dejarse seducir por aquellos sabrosos labios. —Mhm...— Su naturaleza le decía que el sultán era el mejor para satisfacer sus deseos, inconscientemente le buscaba, lo abrazaba y seguía el jugueteo de lenguas.

—Hueles tan bien, mi precioso— Hundió su nariz en el cuello del rubio aspirando el sabroso aroma. Sus manos quitaron la delicada tela que cubría el curvo cuerpo del omega. —Hermoso— Halagaba su apariencia sin parar y su lengua tocó lugares íntimos, desde los pezones hasta los muslos. —Hueles bien aquí— La lengua del sultán se adentró en la cavidad anal de Malih.

—¡Ah!— Gimió sin dar lugar al control. Sus escencias se mezclaban dando con el olor de un valle rociado por el rocío. —Mhn— Tapaba su boca, mientras el excelente oral de Nadir lo hizo venirse. —Ah...— Ahora el sultán estaba dispuesto a atacar. Se despojó de sus ropas y entró en Malih con brusquedad. —¡No, ah~! ¡Más despacio!—

—¿Te gusta qué sea romántico contigo?— Malih frunció el ceño, él al menos esperaba sentirse amado en esos instantes que a veces eran el infierno y el cielo al mismo tiempo. —¿Eso es un no? ¿Entonces debo ser rudo?—

—No... Por favor, se amable— Suplicó con lágrimas y el sultán se ruborizó con aquellas vistas. Abrazó a Malih con cuidado y fue entrando lentamente, demostrándole todo su amor al omega.

Sus bocas se encontraban cerca sin toparse, inhalando el aliento del otro, hasta besarse sin prisa. El alpha anhelaba injertar su semilla en aquel chico y sin contenerse se vino dentro de él.

—¡No...! Yo quedaré embarazado— Dijo el omega afligido.

—Si Alá lo desea— Aún abrazados, volvieron a correrse.

—S-se siente extraño...— El calor que emanaba el semen del sultán volvía loco a Malih, tanto que ansiaba más, se estaba dejando llevar por las fuertes feromonas de aquel poderoso alpha.

Nadir se separó del omega y divisó cómo obtuvo un ligero éxtasis de placer. Ver sus fluidos impregnando dentro a Malih, le hacía feliz. —No te preocupes, Malih, te mantendré cerca y cuidaré muy bien de tí— Le besó su frente. —Solo tú puedes ser mi omega, solo tú— Su alpha había tomado por completo el control. Abrazaba y besaba al cansado omega. —Tienes que ser mío— Murmuraba.

Las pestañas largas y rubias se sumieron en un sueño nostálgico, donde podía oler aquel perfume tan exquisito. Al despertar, el aroma aún continuaba levemente presente.

Sin ropa puesta, se revolcó entre la seda y observó a su atacante en el escritorio. Estaba siendo tan silencioso y serio. A Malih le gustaba cuando el sultán mostraba esa faceta tranquila y no aquella arrogante y empoderada que usualmente veía.

—Sultán— Le llamó y él mostró su sonrisa.

—¿Ya no me llamarás por mi nombre?— En comparación a las noches, las mañanas eran pacíficas. —El desayuno debería estar por llegar. ¿Cómo te sientes?—

—Me sentiría bien, si no fuera porque es posible que haya quedado embarazado— Rendido el sultán se levantó y le pidió a Khalil que hiciera lo de siempre.

—¿Qué es eso?—

—Mira que eres curioso...—

—Lo soy—Le sonrió socarrón al moreno. —¿Me detestas ahora?—

—Que goces de desafiarme me hace gozar a mí también— Besó a Malih con cierta dulzura.

—Yo ya no sé qué pensar de usted... Si un día entro con una daga no se alarme—.

—¿Quieres una? Puedo concedertela—

—¿Desea probarme su alteza? Si un día su garganta es desgarrada, ya sabrá quién lo hizo— Sonrió juguetón.

—Tendrás que intentarlo primero— Malih se lo estaba tomando en serio, destruir a aquel alpha era un gusto que quería darse. Pero, si lo hacía no ganaba nada. Solo el que podrá morir sabiendo que vengó a su amado padre.