Soy Mia Montecarlo, joven, hermosa y la única heredera del patrimonio de mi familia; todo eso no me sirve de nada, pues estoy en prisión, por culpa de la Familia Montiel y su ambición, su amor por el dinero y la vida ostentosa, les hizo tenderme la más vil de las trampas, pero lo que ellos no saben es que saldré de aquí, y saldré a vengarme.
Mi plan está hecho y no descanzaré, hasta hacer pagar a cada uno de ellos, incluyendolo a Él, "Valente Montiel".
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5—Advertencia...
(Mía)
A la mañana siguiente, me desperté pensado que todo había sido un sueño, el más bello sueño de mi vida.
Al salir de mi habitación me di cuenta que parte de ese sueño era real y estaba parado frente a mi puerta, esperandome con la más maravillosa de las sonrisas, sus dientes eran tan blancos y muy bien alineados y esa sonrisa era la perfección completa.
Valente estaba allí...
—Desayunamos hermosa y después me muestras la hacienda, quiero conocerla.—Me dijo con tanta concianza, como si tuviéramos mucho tiempo conociéndonos.
—¿Me estabas esperando, para desayunar?.—Es lo unico que pude decirle, realmente en mi mente solo estaban sus labios besándome, sus manos tocándome y rosando mi piel, como las había soñado.
Fijé mis ojos en sus manos y eran justo como las soñé muy grandes, fuertes y sexys.
—Si preciosa quiero desayunar contigo y quiero ir de paseo contigo, porque quiero conocerte mejor.—Me dijo acercandose a mi oido y al escuchar su voz tan cerca de mi, me quedé paralizada disfrutando de la sensación que me causó sentir su tibio aliento.
Eso hizo más grande el hechizo en el que yo estaba.
Ya no había vuelta atrás...
Yo, ya estaba es sus manos...
Después de desayunar, con los ojos de Valente puestos en cada cosa que yo hacía, decidí ir de paseo como Valente me había pedido.
Antes fui a mi cuarto a ponerme un traje de baño, pues no iba a ir de paseo sin pasar por las cascadas.
Despues de eso pasé a la cocina alli estaba Sofía, mi Nana quería saludarla y preguntarle algo, desde la noche anterior me había estado haciendo esa mirada amorosamente matadora y de advertencia, que solo ella sabe como hacer.
—Buenos dias, Nana preciosa, ¿por que estás tan seria conmigo?, sabes que te quiero mucho y lo que menos quiero es verte mal.—Le dije abrazándola y besando su mejilla.
—Mira cariño, yo se que no soy quién para decirte cosa alguna, solo soy una sirvienta tuya, mi familia sirvió por años a tus Padres y abuelos, te respeto, te quiero y me preocupas Tú, igual que me preocupa mi propia hija.
Por eso te debo decir, que no me gusta la forma en que se han entrometido en tu vida, toda la Familia Montiel.
Tengo que confezarte algo y es que esa tal Eugenia, me parece conocida, yo tengo una sensación de haberla visto antes, pero creeme que por mas que intento recordar no logro hacerlo.
Y no me gusta, tengo metido en mi mente un mal presentimiento, no me gusta esa mujer, ni su marido, menos la forma como llegan ahora esos dos hombres, se que tu Padre confió en ellos, pero yo, no sé porque razón, no confío.
Y de esos dos muchachos tampoco me confío, son muy elegantes y bien parecidos y se nota que son de tu nivel social, pero siento una mala vibra en ellos; especialmente en Efrain Montiel.
No me gusta su mirada, no me gusta como te vé a ti, y no me gusta como vé a mi hija Daniela.
Y menos me gusta como Dani lo vé a Él, ya hable con ella, y lo mismo te digo a ti, yo confío en ustedes dos, en su sensatez, pero no confío en ellos.
Por si fuera poco, ese tal Efrain, es un pedante, cada vez que da una orden lo hace con prepotencia, y mira mi niña, a ninguno de tus servidores jamás nadie de tu familia nos trató de esa forma.
El Valente ese, se comporta un poco más educado, pero al final son igual que sus Padres, unos prepotentes.—me dice mi Nana y Yo me quedo callada, pensando en que mi Nana es la mujer en quién mi Madre más confiaba.
Mamá siempre decía, " solo a Sofía le puedo dar a cuidar lo mas grande que tengo, a mis hijos, solo ella puede cuidarlos como Yo".
Al recordar las palabras de mi Madre, abrazo a mi Nana y le digo.
—Nana, si recuerdas de donde conoces a Eugenia me avisas, porque yo jamás la vi a ella, en ninguna de las reuniones generales de la empresa a las que asistí, nunca la vi ni a ella ni a sus hijos, y es extraño, también me parece extraño que ella siempre me está hablando mal del abogado Marco Soler.—Le digo y mi Nana se queda pensando.
—Ay mi niña, todo esto es tan difícil de discernir.
Yo siempre supe que tu Padre, confiaba en El abogado Marco, y si vi algunas veces al Señor Oscar, pero nunca supe que fueran tan amigos y mucho menos socios, y conociendo a tu Padre, y lo protector que era con sus hijos, jamás hubiera confiado a ese hombre, para que cuidara de ti.
—Si Nana, sé que tienes razón, pero los documentos son reales, lo dice el abogado y no me queda más que esperar a cumplir 18.
Gracias por preocuparte, te juro que tendré cuidado de Daniela y de mi.—Le digo dándole un beso en su frente.
Después de eso salí a la sala, para encontrarme con los ojos azules más hermosos del mundo, fijos en mí.
—Disculpa por hacerte esperar, pero mi Nana necesitaba hablarme de algo muy importante.—Le dije con una sonrisa y allí pude notar sus ojos deslumbrados al verme sonreír.
La verdad entre todos los Montiel, Valente fue al que mejor le salía su papel.
Pues la verdad, su forma de verme era como si realmente yo le hacía sentir lo que decía y demostraba.
Ese mañana, ya en el paseo yo sentía andar en las nubes, mis ojos no hacían más que mirar, cada cosa que Valente hacia, la forma en la que hablaba y movía sus manos, sus gestos su porte de príncipe perfectamente educado y caballeroso, como ho había conocido a nadie de su edad.
Caminamos un largo trayecto, conversando de tantas cosas, es que con El, era tan espontáneo todo, conversar, reir e incluso jugar; yo era una chiquilla, que habia sido el centro de atención de mis padres y de mis abuelos, estaba acostumbrada a que se me consintiera en todo y a tener la atencion de todos.
Ahora pienso cuanto se ha de haber burlado de mi, de mis ocurrencias de adolescente, o cuanto se ha de haber aburrido conmigo, supongo que el estaba acostumbrado a sus amigas mayores y Yo era casi una niña.
Ese dia caminamos tanto, que no nos dimos cuenta cuando ya habíamos llegado a las cascadas del río más hermoso que he visto, segurame hoy despues de 9 años sigue siendo bello, y ese río es una de las cosas que más extraño.
Al llegar allí, yo como siempre lo hacía cada que llegaba, me quité la ropa quedando solo con mi pequeño traje de baño, para lanzarme a nadar.
Velente se quedó sorprendido anonadado viéndome...