Melanie Harper quiere disfrutar de unas merecidas vacaciones antes de enfrentar su dura realidad y tomar una decisión que afectará, sin duda, el resto de su vida, sin embargo, no contaba con que Conor Sullivan apareciera en su vida, y la hiciera vivir todas las aventuras que alguna vez soñó con experimentar.
Conor Sullivan guarda un secreto, es el Capo de la mafia Irlandesa, pero no dejará que Mel se aleje de él por su trabajo, antes peleará con la misma muerte de ser necesario.
Porque si encuentras a la persona que te hace feliz tienes el derecho a hacer lo que sea para conservarla a tu lado, incluso si aquello implica que sangres.
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Belleza
Conor
Mientras pruebo los labios más suaves que he sentido alguna vez, y que saben mucho mejor que el chocolate, hay una pregunta que no deja de sonar en mi cabeza.
¿Qué estás haciendo, idiota?
Si hay una mujer que es prohibida para mí, esa es Melanie Harper, la periodista que ama denunciar organizaciones criminales. Y aquí estoy yo, gruñendo por el delicioso sabor, que puedo paladear en mi boca, de la mujer que puede arruinarme si descubre que soy el Capo de la mafia irlandesa.
Mis amigos me matarán.
Mía me cortará las bolas.
Sé todo eso, pero lo único que hago es acercarla más a mi cuerpo.
No puedo resistirme a su dulzura y a su belleza. Siempre he sabido que las pelirrojas son mi kriptonita, y Melanie es la mejor de todas. O la peor, dependiendo de la ocasión.
Mel es sexy como el infierno y ni siquiera es consciente de ello.
Saboreo con mi lengua su labio inferior y su suspiro envía un rio de sangre a mi polla, despertándola del coma en la que estaba sumida.
Sorprendido, me alejo.
–Yo…–callo sin saber qué decir–. Lo siento.
El rostro sonrojado de Mel y sus labios inflamados me hacen querer volver a besarla, pero no soy un animal, puedo controlarme.
–Sí, bueno, no importa –titubea–. Tenías que callarme de alguna manera, ¿no?
–Supongo que sí –digo rascándome mi cabeza mientras trato de entender qué acaba de pasar.
Mi polla decidió abandonarme hace varios meses. Ninguna mujer era capaz de entusiasmarla. Por mucho tiempo creí que era un castigo divino por haberla usado tanto. Pero ahora decidió despertar y justo con la mujer que no puede tener.
–Besas muy bien –dice con una sexy sonrisa.
–Tú también –digo sin despegar mis ojos de sus tentadores labios.
Miro la bragueta de mi pantalón, todavía sin creerlo. Pensé que nunca volvería a ver a mi amigo tan despierto de nuevo. Y ahora está saludando a la galería, orgulloso.
Tengo que aprovechar este milagro y follar con la primera mujer que esté dispuesta. Cualquiera menos Mel, ella es prohibida.
Suspiro aliviado y vuelvo a recostarme contra el tronco.
Mel lame sus labios con la punta de su roja lengua y puedo sentir como mi amigo crece más y más.
Fue una lástima que me haya alejado antes de meter mi lengua en su boca y probarla de verdad.
–Imagino que ese es todo el romance que tendré en estas vacaciones. Yupi por mí –dice desanimada–. ¿Dónde está Niki?
–Pastando. Le gusta la lluvia.
–A mí también –dice y vuelve a suspirar.
Veo como el amanecer comienza a dibujarse en el horizonte, y se me ocurre una idea.
Me levanto y le muestro mi mano, a modo de invitación.
–Te mostraré el mejor amanecer que has visto.
Sonríe y ladea su cabeza. –¿Mejor que un amanecer en Iowa? Creo que lo tienes difícil.
–Al menos déjame intentarlo –insisto.
Mel toma mi mano y arruga su ceño cuando su pie toca el suelo.
La tomo en brazos y camino con ella hasta el escarabajo, que yace bajo la tormenta.
–Te voy a mojar el trasero –le advierto antes de sentarla sobre el capot.
–No importa –dice y luego sus mejillas se encienden–. ¿Qué vas a hacer?
Busco mi cortapluma y corto un pedazo de tela de la parte baja de mi camisa.
–Tenemos que inmovilizar tu pie o no sanará –le explico y tomo su pequeño pie en mi mano y lo envuelvo lo mejor que puedo, atando la parte que sobra para que no caiga–. ¿Mejor?
Asiente y antes de preguntarle la tomo en mis brazos al estilo nupcial.
–Ten cuidado, fortachón –advierte mientras cruza sus brazos en mi cuello–. Podría acostumbrarme a que me estés cargando para todos lados.
Me rio por su ocurrencia.
–Mis servicios son caros, señorita Harper.
–Tengo dinero –devuelve sonriente–. Mierda. Papá me mataría si supiera que le he dicho a un extraño que tengo dinero. Creerá que perdió el tiempo enseñándome todas esas técnicas para sobrevivir en las grandes ciudades.
Vuelvo a reír. –Si sabes que tengo dinero, ¿verdad?
–Lo sé, has estado en la revista Forbes. Pero, de todas formas, quizá no eres quien dices ser. –Me tenso–. Quizá eres el hermano gemelo malvado que está buscando la oportunidad para apoderarse de tu dinero.
–Mi hermano gemelo está muerto –digo y Mel ríe, pero se detiene cuando se da cuenta que estoy hablando en serio.
–Mierda, no lo sabía. Lo siento.
–No importa, sucedió hace años. Éramos unos niños –digo y me enfoco en la belleza de la mujer en mis brazos para impedirle a mi cabeza que recuerde ese oscuro día–. ¿Cómo va tu pie?
–Bien. Gracias por todo. Has hecho que este día no apeste del todo.
–¿Apestar?, ¿qué dices? No puede apestar después de haber compartido tiempo con el tesoro de esta comunidad.
–¿Tú?
–Tonny –me apresuro en corregirla.
Se ríe y esconde su rostro en mi cuello. –No me hagas reír. ¿Tesoro de la comunidad?
–Es quien consigue las mejores películas –digo solo para volver a ver como su rostro se ilumina cuando sonríe.
–Vaya talento el que tienen.
–Eso no se ve en América.
–Por suerte –dice justo cuando llegamos a la cima de la pequeña colina.
Camino hasta el enorme sauce y me giro con ella mirando al sol naciente.
–Oh, Conor, es bellísimo –dice removiéndose en mis brazos para ver mejor.
–¿Mejor que Iowa?
–Un competidor a la altura –concede con una sonrisa–. Tus vacas están felices.
Miro a mi rebaño pastando y asiento.
–Aman el pasto que está a esta altura. Niki igual –digo cuando la diviso abajo comiendo.
–Gracias, es justo lo que necesitaba –susurra afirmando su cabeza en mi pecho–. Esto es todo lo que deseaba ver.
Me afirmo en el tronco y la dejo beber el hermoso paisaje mientras yo la observo a ella. Ver este paisaje a través de sus ojos, de alguna extraña manera, lo hace ver más hermoso, más magnifico.
–¿Crees que el auto maldito funcionará? –pregunta de pronto.
–No lo sé, pero podemos intentar encenderlo. Si no lo hace, te llevo sobre Niki.
–¿O podría llevarte yo? –pregunta mirándome a los ojos–. Soy una buena jinete.
–Apuesto a que lo eres, pero no creo que sea posible.
–¿Por qué?
–Niki es algo celosa. Solo deja que la monte yo.
–Apuesto a que puedo hacerla cambiar de opinión.
Miro su pie y niego con la cabeza. –No lo creo, Mel. No quiero arriesgarme a que vuelvas a lastimarte.
Suspira. –No sé qué haré ahora.
–Vendrás a mi casa y descansarás lo suficiente para que tu pie sane. Tendrás tiempo para pensar qué hacer después.
–No quiero molestar.
–No lo harás. Mi abuela estará contenta de ver a alguien aparte de los trabajadores y de mí.
Sonríe. –Gracias –susurra y luego ambos seguimos mirando como el sol poco a poco aparece detrás de las colinas, iluminado en tonos naranja y lavanda mi hermosa tierra.
Miro a Mel y sonrío.
Sin duda la belleza a mi alrededor es extraordinaria.