Tras años lejos de casa, Camila regresa solo para descubrir que su hermana gemela ha muerto en circunstancias misteriosas.
Sus padres, desesperados por no perder el dinero de la poderosa familia Montenegro, le suplican que ocupe el lugar de su hermana y se case con su prometido.
Camila acepta para descubrir que fue lo que le ocurrió a su hermana… sin imaginar que habrá una cláusula extra. Sebastián Montenegro, es el hombre con quien debe casarse, A quien solo le importa el poder.
Pronto, los secretos de las familias y las mentiras que rodean la supuesta muerte de su gemela la arrastrarán a un juego peligroso donde fingir podría costarle el corazón… o la vida.
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Dudas.
—Pues según tú, solo soy un chiste al lado de las verdaderas mujeres.
Digo, acabando con el ambiente raro.
Él me da una última mirada y continúa al cuarto. Mi corazón aún late acelerado.
Entro al cuarto y escucho la regadera, aprovecho para quitarme la toalla y me pongo mi bata de dormir.
Me peino el cabello y salgo afuera, ya que tengo muy mojado el cabello y no traje mi secadora.
Pasa una parejita y sonríen cuando me ven; levanto la vista y noto el cartel.
Me duele la cabeza, el baño ayudó un poco.
El aire sopla fuerte y froto mis brazos, miro a las calles solitarias y es que siempre me he sentido así: “sola”. La única luz que veía era la de mi hermana.
Recuerdo parte del diario:
> Mis padres nunca hablan de Camila y yo tengo prohibido mencionarla; me dijeron que no era necesario y, en el momento que se tenga que decir, simplemente se dirá y ya. No me gusta la idea, pero creo que está bien, así ella puede terminar su carrera sin problema.
Sonrío a la nada.
—Entra, mañana nos levantaremos muy temprano.
Me habla Sebastián. Volteo a verlo y está sin camisa; solo tiene unos pantalones de pijama.
—Según tú, has visto hombres más guapos que yo.
Me dice con las manos dentro de las bolsas delanteras del pantalón.
—Y así es.
—El que sigas ahí parada viéndome me dice lo contrario.
—Nunca dije que eras feo, no físicamente, pero por dentro eres un patán, egocéntrico…
—Párale a los insultos.
Me interrumpe.
Paso a su lado y escucho cuando cierra la puerta con llave.
—Leo es el ejemplo de un hombre guapo y bueno por dentro.
Me giro para decirle y él me mira molesto para luego decirme:
—Te podría dar una lista, pero no desperdiciaré mi tiempo.
Pasa a mi lado.
Él se acuesta en la cama y yo me siento; saco mi celular y tengo un mensaje de un número desconocido.
Sonrío al ver quién es.
Dalila: Tus padres me quieren más a mí que a ti, a nadie le importas.
Tiene horas que me lo envió. Miro a Sebastián, que tiene unos lentes puestos mientras escribe en la computadora; no se le ven nada mal, debo aceptar.
Vuelvo al mensaje de Dalila y le envío la foto del cartel de “recién casados”, mi mouse (mi herramienta secreta) y, aprovechando que ambos estamos en la cama y las sábanas es más que obvio, y es que aún hay uno que otro pétalo. Él está distraído; me acerco y tomo una foto donde mi pierna está cerca a la de él y sin querer pego mi mano a la de él, está tan distraído que ni cuenta se da.
Y es que ya me tiene harta Dalila. ¿Quiere jugar? Se metió con la persona equivocada.
Envío la segunda foto y hasta abajo le pongo:
La noche es larga, cuñadita.
Sebastián se quita los lentes y cierra los ojos, masajeándose las sienes.
Recuesta su cabeza en el respaldo de la cama.
Las dos fotos las envié como “ver una vez” y, una vez vista la imagen, se elimina.
Dejo mi celular a un lado y Sebastián sigue escribiendo.
Su celular empieza a sonar y él lo ignora, pero apenas termina la llamada vuelve a sonar insistente. Ya sé quién es.
Él termina respondiendo y hasta aquí puedo escuchar los gritos de Dalila.
—La puta de Carina me mandó mensajes.
Escucho que dice entre lágrimas, y sí que le ardió.
—Dalila, no hables así, sabes que no me gusta.
—Eso solo digo la verdad. Es una maldita zorra que se mete en la cama de todos. A Leo lo tiene como imbécil detrás de ella.
—Dalila.
Le alza la voz y ella se queda callada mientras Sebastián suspira.
—Lo siento, Sebas, pero es que me da mucho coraje. Me mandó fotos donde están en la cama.
—Es normal que durmamos en la misma cama.
Yo me acomodo para dormir, fingiendo que el tema no es conmigo.
—Sí, pero ella dio a entender otra cosa.
—Dalila, creo que estás exagerando.
—Madre también lo vio.
—Mañana les marco.
Dice, terminando la llamada.
Aprieto la sábana contra mi pecho.
—¿En serio que hiciste eso?
Me dice y me volteo enfrentándolo.
—Tu hermana le gusta hacer, pero que no le hagan; que se joda.
—Eres una mujer casada, ella una joven impulsiva. Que se note la diferencia.
Me dice cerrando su laptop y se quita los lentes.
—Dile que no se meta conmigo.
—Carina, dije que ya basta de peleas entre ustedes.
Me dice molesto.
—¿Quién te crees para decirme qué hacer?
—Tu marido, así que ya basta.
Me le burlo en la cara.
—Como hermano de Dalila, párale un alto a ella; si no, lo haré yo.
—¿O tengo que decirle a Leo que te lo pida y solo así lo harás?
—Quizás.
Le digo echándole gasolina al fuego, ya que Sebastián me sujeta del mentón para que lo vea.
—Eres una mujer tan insolente, a la que le faltan modales.
—¿Sí? ¿Y quién me enseñará?
Le respondo con su agarre en mi mentón.
Lo veo a los ojos y él mira mis labios.
—Me desespera tanto tu maldita forma de ser.
Me susurra, y estoy por responder cuando me besa; algo que no esperaba y es que su lengua busca la mía y no es un simple beso. Sujeta mi rostro sin dejar de besarme.
Muerde mi labio cuando detiene el beso y nuestra respiración está agitada.
—No vuelvas a hacerlo.
Le digo, dándole la espalda y pego la sábana a mi pecho.
Siento cómo late mi corazón y es que nunca imaginé que me besaría; mis labios me arden.
Siento cuando se levanta y cierro los ojos tratando de dormir.
Siento que acabo de traicionar a mi hermana.
Me quedo dormida y me despiertan con movimientos bruscos.
—Despierta.
Me dice Sebastián y tallo mis ojos viéndolo parado a mi lado.
—¿Qué pasa?
—¿Quién menciona su nombre mientras duerme?
—¿Cómo?
—No dejas de decir “Carina” una y otra vez.
Me dice y me siento en la cama acomodando mi cabello nerviosa.
—¿Quién es Camila?
Me pregunta y lo veo con mi celular en la mano.