Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
NovelToon tiene autorización de ANDRIS LAMEDA para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 4: La Revelación del Vínculo
Aidan extendió una mano hacia ella, su mirada llena de una mezcla de preocupación y determinación.
Lena lo observó por un largo momento, sintiendo cómo su corazón latía frenéticamente en su pecho.
A pesar de todo lo que había sucedido en los últimos días, este encuentro superaba cualquier cosa que hubiera imaginado.
Aquel hombre, este alfa que estaba frente a ella, le hablaba de cosas que hasta hace poco solo existían en mitos y leyendas, pero que ahora parecían estar tomando forma en su realidad.
Lena sintió una fuerza inexplicable tirando de ella hacia Aidan, un magnetismo que no podía negar, pero que al mismo tiempo la aterraba.
Su mente estaba en un caos total, y sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y comenzó a correr.
Los árboles se movían a su alrededor mientras se adentraba en el bosque, sus pies golpeando la tierra húmeda mientras intentaba dejar atrás la sensación abrumadora que la invadía.
Los pensamientos se arremolinaban en su cabeza, y su única intención era escapar. Pero por mucho que corriera, no podía dejar atrás la verdad que Aidan le había revelado.
"Mi Luna", esas palabras resonaban en su mente una y otra vez, como un eco incesante que se negaba a desaparecer.
¿Qué significaba ser la Luna de un alfa? ¿Por qué ella? Estas preguntas se repetían una y otra vez mientras corría sin detenerse.
Finalmente, cuando llegó a la entrada de su casa, Lena se detuvo, jadeante.
Su cuerpo estaba cubierto de sudor, y su mente aún trataba de procesar lo que había sucedido.
Con la respiración agitada, entró rápidamente y cerró la puerta detrás de ella, apoyándose en ella para tratar de calmarse.
El sonido de sus pasos resonó en el pasillo vacío mientras se dirigía hacia la cocina, donde sabía que su madre estaría.
Desde la revelación de sus padres, Lena había mantenido cierta distancia, temerosa de lo que significaba esa nueva realidad para ella.
Pero ahora, después de lo que acababa de vivir, sabía que ya no podía seguir ignorando lo que estaba sucediendo.
Necesitaba respuestas, y su madre era la única persona que podía dárselas.
Cuando Lena entró en la cocina, encontró a su madre de pie junto a la encimera, cortando algunas verduras para la cena.
El sonido del cuchillo golpeando la tabla de cortar era el único ruido en la casa, pero cuando la madre de Lena levantó la vista y vio la expresión en el rostro de su hija, dejó el cuchillo a un lado de inmediato.
—Lena, ¿qué ha pasado? —preguntó, acercándose a ella con preocupación.
Lena sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, y por primera vez desde que había comenzado esta pesadilla, permitió que cayeran.
Su madre la tomó de las manos, llevándola hasta la mesa de la cocina y haciéndola sentarse.
—Mamá, necesito que me expliques lo que está pasando —dijo Lena con la voz temblorosa—.
Necesito saber qué significa todo esto.
¿Por qué soy así? ¿Por qué él... Aidan, me llama su Luna? No entiendo nada?
La madre de Lena suspiró, sabiendo que este momento llegaría eventualmente.
Se sentó frente a su hija, tomando un respiro profundo antes de comenzar.
—Lena, sé que esto es abrumador —comenzó—.
Hay tantas cosas que no te hemos contado, tantas verdades que hemos tenido que ocultar para protegerte.
Pero ahora que todo ha salido a la luz, es hora de que conozcas la verdad, toda la verdad.
Lena asintió, secándose las lágrimas mientras intentaba calmarse. Su madre le tomó las manos, apretándolas con suavidad.
—Lo que ¿Aidan te ha dicho es cierto. Tú eres su Luna.
—La madre de Lena hizo una pausa, viendo la confusión en los ojos de su hija—.
Déjame explicártelo desde el principio. Como ya sabes, nuestra familia es parte de una larga línea de licántropos. Pero lo que no sabías es que tú, Lena, naciste con un destino especial.
Eres la destinada compañera del alfa de una de las manadas más poderosas, la manada de Aidan.
Lena sintió que su corazón se aceleraba nuevamente, pero esta vez no era solo por el miedo, sino por la magnitud de lo que su madre le estaba diciendo.
—Pero ¿qué significa ser su Luna? —preguntó Lena, con la voz casi quebrada—. ¿Qué se supone que haga?
—Ser la Luna del alfa significa que estás destinada a ser su pareja, su igual en todos los sentidos.
—La madre de Lena habló con voz suave pero firme—. Tienes un vínculo con él que es más profundo de lo que cualquiera podría imaginar.
Ese vínculo no solo los conecta emocionalmente, sino también espiritualmente. Es un lazo que une sus almas, algo que no puede ser roto ni ignorado.
Lena negó con la cabeza, tratando de entender lo que eso implicaba.
—Pero yo no quiero esto —dijo, casi en un susurro—.
No quiero ser parte de algo que no entiendo. No quiero estar atada a alguien que apenas conozco.
La madre de Lena la miró con comprensión, pero también con una tristeza que Lena no había visto antes.
—Lo sé, cariño —dijo—. Pero hay cosas en este mundo que están más allá de nuestro control.
Este vínculo es uno de ellos. Puedes intentar resistirlo, pero no puedes escapar de él.
Aidan te ha encontrado porque su destino está ligado al tuyo. Y aunque ahora no lo entiendas, él es parte de ti, tanto como tú lo eres de él.
Lena cerró los ojos, dejando que las palabras de su madre se hundiera en su mente. Todo lo que había conocido, todo lo que había dado por sentado, se estaba desmoronando frente a ella.
Pero una parte de ella, una parte que apenas comenzaba a reconocer, sabía que su madre tenía toda la razón.
Desde el momento en que había visto a Aidan, algo dentro de ella había cambiado, algo que no podía negar ni ignorar.
—Pero, ¿qué pasa si no quiero aceptar este destino? —preguntó Lena, su voz quebrándose—.
¿Qué pasa si quiero seguir siendo quien era antes?
Su madre la miró con una tristeza profunda, como si entendiera el dolor que Lena estaba sintiendo.
—No puedes volver atrás, Lena —dijo—. Lo que eres, lo que siempre has sido, está saliendo a la luz ahora.
No puedes deshacerlo. Pero lo que sí puedes hacer es decidir cómo quieres afrontar este nuevo camino.
Puedes aceptarlo y encontrar tu lugar en este mundo, o puedes luchar contra él, pero no puedes cambiar lo que eres.
Lena dejó escapar un sollozo, sintiendo cómo todo lo que había conocido se derrumbaba a su alrededor. Su madre se levantó y rodeó la mesa para abrazarla con fuerza.
—Estoy aquí contigo, Lena —susurró su madre, acariciando su cabello—. Siempre estaré aquí para ayudarte, para guiarte. No estás sola en esto.
Lena se aferró a su madre, sintiendo la calidez y el consuelo que solo ella podía darle. Durante un largo rato, permanecieron así, en silencio, permitiendo que las emociones fluyeran sin restricciones.
Finalmente, Lena se apartó, secándose las lágrimas.
—¿Qué debo hacer ahora? —preguntó, con una voz más fuerte, aunque todavía insegura.
Su madre la miró con una mezcla de orgullo y tristeza al mismo tiempo.
—Primero, debes aceptar quién eres —dijo—. Y luego, debes hablar con Aidan.
Él es parte de tu destino, y aunque es difícil de aceptar, es algo que debes afrontar.
Lena asintió lentamente, sabiendo que tenía razón. Aunque su mente aún estaba llena de dudas, una parte de ella sabía que no podía seguir huyendo de lo que estaba ocurriendo.
Tenía que enfrentarse a Aidan y al vínculo que compartían, por mucho que la aterrorizara.
Esa noche, Lena no podía dormir. Se quedó tumbada en la oscuridad, mirando el techo mientras los pensamientos corrían por su mente a toda velocidad.
Sabía que no podía seguir evitando la realidad, pero la idea de enfrentarse a Aidan de nuevo la llenaba de una mezcla de temor y expectativa.
Finalmente, cuando era medianoche, Lena se levantó, sintiendo una determinación nueva.
Sabía lo que tenía que hacer. Se vistió rápidamente y salió de la casa, el aire frio de la noche llenando sus pulmones y dándole una sensación de claridad que no había sentido en días.
Mientras caminaba por el bosque, su mente repasaba las palabras de su madre.
Tenía que aceptar quién era, pero ¿cómo podía hacerlo cuando ni siquiera entendía lo que eso significaba? ¿Cómo podía aceptar un destino que la había atrapado sin su consentimiento?
Cuando llegó al lugar donde había visto a Aidan por primera vez, se detuvo, su corazón latiendo con fuerza.
El bosque estaba en silencio, y por un momento, Lena se preguntó si él vendría. Pero entonces, una figura emergió de entre los árboles, caminando hacia ella con la misma gracia y poder que había visto antes.
Aidan la miró, su expresión seria pero suave.