Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#15: UN CAMBIO
⪻Ana Sinclair ⪼
Colgué el teléfono y, en un impulso que no pude contener, grité con todas mis fuerzas: —¡Por fin libre!—. Me sentí en la cima del mundo mientras daba una vuelta completa en la sala, dejando que la alegría me invadiera. Al final, caí exhausta en el gran y acogedor sofá que siempre había anhelado. Miré a mi alrededor y reflexioné sobre cómo apenas los cambios empezaban a llegar a mi vida; era un momento significativo, pero comprendí que antes de enfrentar lo nuevo, debía comenzar por trabajar en mí misma. En ese instante, tomé conciencia de que me encontraba en un estado lamentable, en medio de un verdadero caos personal.
Tomé mi bolso cuidadosamente y me encaminé hacia uno de los salones más prestigiosos de París. Mi intención no era cortarme el cabello; en realidad, quería darle forma con unas ondas ligeras y aclarar un poco mi tono de cabello rojo natural. Además, era necesario dedicar un tiempo a mis uñas, que necesitaban un buen arreglo, y también quería aplicar un poco de maquillaje para realzar mi rostro.
Al llegar al salón, me recibió una señora que desprendía amabilidad y profesionalismo en cada palabra. Tras intercambiar algunas sonrisas, me llevó a una silla donde empezamos el proceso de transformación. Pasaron unas horas rodeada de cuidados, mimos y atenciones, donde cada detalle fue atendido con esmero.
Finalmente, cuando terminé y tuve la oportunidad de mirarme en el espejo, el resultado fue espectacular, dejándome completamente encantada. La señora, satisfecha con su trabajo, me dedicó una cálida sonrisa y me dijo con sinceridad.
—Te ves realmente hermosa.
Salí del salón sintiéndome completamente renovada, con una energía positiva que me impulsaba a disfrutar de mi día. Con el ánimo arriba, me dirigí hacia uno de los centros comerciales más exclusivos de la ciudad, un lugar conocido por su elegancia y las boutiques de alta gama que alberga. Tenía la firme intención de comprar ropa nueva; estaba ansiosa por encontrar vestidos fabulosos, zapatos elegantes, tacones altísimos, collares deslumbrantes y muchas otras prendas que complementaran mi guardarropa.
Al ingresar al centro comercial, el ambiente me envolvió con su lujo y sofisticación. Caminé por los pasillos mientras admiraba las vitrinas llenas de moda exclusiva. En una de las tiendas, me atendió una de las chicas del personal, quien con una sonrisa amable se acercó a mí. Ella parecía entusiasmada por ayudarme y, tras recorrer algunas secciones, me mostró un vestido negro escotado que capturó inmediatamente mi atención.
—Pruébate este—me sugirió, mientras me entregaba la prenda—. Creo que te va a quedar muy hermoso.
Sus palabras me llenaron de curiosidad y emoción, así que decidí que era el momento perfecto para probarme el vestido y ver cómo me hacía sentir.
Lo observé por un momento, contemplando cada detalle del vestido. Luego, decidí tomarlo y le respondí con firmeza.
—Está bien, probaré con este—. Al salir del probador, la chica que atendía en la tienda me miró con una sonrisa y dijo —Te ves realmente hermosa. Ese vestido resalta tus caderas y te da un toque más atractivo.
Con una sonrisa en el rostro, la miré a los ojos y le respondí.
—Perfecto, me lo llevo—. Decidí quedarme con el vestido puesto y, llena de emoción, salí de la tienda cargando todas las bolsas que había acumulado. Caminé de regreso a casa, sintiéndome feliz y satisfecha con mi compra.
Al llegar a casa, no pude resistir la tentación de compartir mi nueva adquisición, así que hice una videollamada a Sara para mostrarle el cambio de look que había logrado con el vestido.
—¡Sara, mira lo que tengo aquí!— exclamé con entusiasmo, mientras presentaba mi nuevo look frente a ella. Su reacción fue inmediata; una sonrisa se dibujó en su rostro y me comentó.
—Ana, te ves absolutamente increíble. Ese cambio realmente te sienta de maravilla.
—Muchas gracias, Sara—, respondí, sintiendo en mi pecho una mezcla de emoción y alivio que no podía ocultar. —Realmente necesitaba un cambio. Este es el inicio de una nueva etapa en mi vida.
Sara asintió con la cabeza, como si comprendiera perfectamente lo que quería decir.
—Estoy segura de que grandes cosas están por venir para ti. Te mereces todas esas maravillas.
Con una chispa en los ojos, le dije.
—Y tengo otra noticia para ti—, mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en mi rostro.
—¿Qué es lo que tienes en manos? —preguntó Sara con curiosidad, mirando atentamente mi expresión.
—He llegado a ser una mujer libre, sin ningún tipo de compromiso que me ate. James finalmente ha firmado los papeles del divorcio —anuncié, sintiendo como una intensa oleada de liberación y alegría invadía todo mi ser.
Los ojos de Sara se abrieron con sorpresa y luego su rostro se iluminó con una amplia sonrisa.
—¡Eso es magnífico, Ana! No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Ahora, de verdad, comienza una nueva etapa en tu vida.
— Me alegra que lo haya hecho. Tampoco tenía muchas alternativas. Es cierto que vino a preguntar por ti, pero no te preocupes, no le mencioné nada en absoluto.
—Por cierto, ¿cuándo tienes previsto regresar? —preguntó con curiosidad.
—No tengo una fecha concreta en mente, pero no planeo quedarme aquí durante mucho tiempo —le respondí—. Hay una gran cantidad de trabajo que necesito atender, y no puedo permitir que todo recaiga solamente en Valeria.
Mientras estaba en la videollamada con Clara, recibi una nueva llamada entrante. Al mirar el identificador de la llamada, me di cuenta de que era mi abuela. Entonces, le mencioné a Clara que tenía que hablar más tarde, ya que necesitaba atender a mi abuela.
Tras escuchar varios tonos, la cálida y reconfortante voz de la abuela se hizo escuchar al otro lado de la línea.
—Ana, querida, ¿cómo te encuentras? —preguntó con ese acento especial que siempre me hacía sentir en casa.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, y un sentido de alivio me inundó al reconocer la familiaridad y el cariño en su saludo.
—Hola, abuela. Estoy bien, gracias. ¿Y tú, cómo has estado? —respondí, deseando saber de su bienestar.
—Oh, ya sabes, enfrentando los desafíos propios de la edad, pero nada que no pueda manejar. Tu madre me llamó para preguntar por ti. ¿Dónde te encuentras?
—Estoy bien, abuela. No se preocupen. Solo me he ido de viaje por unos días, nada más.
—Me alegra escuchar eso, querida. Tu madre estaba algo inquieta. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
—Estoy esforzándome por mantener una actitud positiva. A veces resulta complicado, pero estoy aprendiendo a encontrar mi propio camino.
—¿Cómo se encuentra el abuelo?
—Aquí lo tengo, querida. Te lo voy a pasar.
Escuché un suave murmullo mientras la abuela le entregaba el teléfono al abuelo. En cuestión de segundos, su voz profunda y reconfortante comenzó a resonar en la línea.
—Hola, Ana. ¿Cómo te encuentras, mi niña?
—Hola, abuelo. Estoy bien, gracias. ¿Y tú, cómo estás?
—Aquí, disfrutando de un buen libro y de la grata compañía de tu abuela. Cuéntame, ¿cómo van las cosas por allá?
—Todo en orden, abuelo. Solo necesitaba un descanso y un cambio de ambiente por algunos días. Este lugar es tan inspirador.
—Me alegra escuchar eso, querida. Siempre supe que tenías un espíritu aventurero que te impulsa a explorar. ¿Has descubierto algo interesante en el ámbito de la moda durante tu estancia?
—Sí, de hecho, estoy trabajando en una nueva colección.
—Eso suena maravilloso, Ana. Continúa así, no permitas que nada te detenga en tu camino. Recuerda que siempre estaremos aquí para apoyarte en todo lo que necesites.
—Gracias, abuelo. Tus palabras significan mucho para mí.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭