Mirella, una joven de 21 años, hija de la empleada de la familia Morety, recién graduada como técnica en enfermería, se ve prácticamente obligada a cuidar de Valentim Morety, quien, tras un terrible accidente, decidió aislarse en su finca.
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Capítulo 10
...Al día siguiente...
Mirella está en la terraza cuando Jorge se acerca.
Jorge: ¿En qué piensas tanto, Mirella?
Mirella: ¡Ah! Hola Jorge, en nada importante. Habla con voz triste.
Jorge: Pareces triste.
Mirella: Solo estoy preocupada por mi madre.
Jorge: Vamos a ver a los becerritos.
Mirella va con Jorge a ver a los becerritos que acaban de nacer.
Unos minutos después, Valentín toca el timbre que está en la cocina.
Como Mirella no está allí, Lupita va a regañadientes a la oficina para ver qué quiere Valentín.
Ella va abriendo la puerta, Valentín se asusta, pues esperaba a Mirella y no a Lupita.
Lupita: ¿Necesita algo, señor?
Valentín: ¿Dónde está Mirella?
Lupita: Ah, está dando una vuelta con Jorge por la finca.
Valentín: ¿Cómo así dando una vuelta?
Lupita: Pues, paseando con el guapetón de Jorge, no sé, quizás están de novios, no lo sé con certeza, señor.
Valentín cierra los puños, la ira se apodera de él.
Valentín: ¡Ve a llamarla!
Lupita: ¡Sí, señor! Lupita sale corriendo de la vista de Valentín.
Lupita encuentra a Mirella y le dice que Valentín quiere verla en la oficina.
Mirella va a la oficina, llama dos veces a la puerta y entra.
Mirella: ¿Necesita algo, señor Valentín?
Valentín está en el ordenador cuando Mirella aparece en la puerta.
Valentín: Entra y cierra la puerta.
Mirella: Ok. Dice Mirella mientras cierra la puerta.
Valentín: Mirella, he visto que estás muy cerca del veterinario Jorge, ¿estáis saliendo?
Mirella: Todavía no, pero todo apunta a que empezaremos a salir.
Valentín: ¿No tienes interés en continuar lo que estábamos haciendo?
Mirella: Creo que deberíamos parar aquí, esto no va a acabar bien.
Valentín: ¿Por qué piensas eso?
Mirella: Solo soy una empleada, usted es el patrón, es obvio que esto no acabará bien.
Valentín: ¿Te incomodó lo que dije sobre el contrato?
Mirella: También.
Valentín: Podemos continuar sin el contrato, por mí no hay problema, solo pensé que con el contrato no saldrías perdiendo.
Mirella: ¿Por qué dice eso? ¿Me iba a dar dinero?
Valentín: ¡Claro, Mirella! ¿Y cuál sería el problema?
Mirella: No soy una prostituta.
Valentín: ¿Prostituta? ¡Ah! Mirella, por eso serás pobre el resto de tu vida.
Mirella: ¿Sería solo eso?
Valentín: Te espero más tarde en mi habitación.
Mirella: No me espere, no iré.
Mirella sale de la oficina aún más molesta con esta situación.
Ya en su habitación, Mirella piensa en la estupidez que estaba haciendo yendo todas las noches a la habitación de Valentín.
"Al menos no hemos tenido penetración", piensa Mirella.
Más tarde, Valentín espera a Mirella en su habitación, pero ella no aparece, Valentín se irrita al darse cuenta de que no iba a ir, y él va a la habitación de la joven.
Mirella se despierta asustada por el toque en la puerta, se levanta y va a abrir, tan pronto como lo hace, se encuentra cara a cara con Valentín.
Mirella: ¿Qué hace usted aquí?
Valentín: Como no fuiste, vine yo.
Mirella: Por favor, creo que es mejor que se vaya a su habitación.
Valentín: Solo si me convences de que no quieres, Mirella. Déjame entrar.
Mirella le abre paso a Valentín para que entre con la silla de ruedas.
Valentín: Mirella, ¿para qué reprimir el deseo?, la pasamos bien, eso es lo que importa, lo disfrutas tanto en mi boca, es maravilloso.
Mirella: Esto es una locura.
Valentín: Locura es que no quieras firmar el contrato, recibirías un buen dinero, podemos hacerlo por un año, o seis meses.
Mirella: ¿Un contrato para esto? No puedo entenderlo.
Valentín: Soy muy rico, Mirella, en la vida de la gente rica es así, todo tiene que tener un contrato.
Mirella: No entiendo nada de esa vida. Pero no firmaré ningún contrato.
Valentín: Dudo que puedas aguantar sin esas mamadas.
Mirella: Como dije, Jorge quiere salir conmigo, puedo hacer eso con él.
Valentín: Está bien, puedes salir con el veterinario, pero podemos continuar, y eso estaría en el contrato.
Mirella: Usted está loco, si continúa con esta locura, me iré de aquí.
Valentín: ¿Te olvidaste del préstamo?
Mirella: ¡Mierda!
Valentín: Olvida eso, quítate la ropa, Mirella, quédate desnuda, completamente desnuda.
Valentín: ¿Ves cómo estoy?, duro. Dice Valentín mientras se masajea su propio miembro.
Mirella: Por favor, señor Valentín.
Valentín se saca el miembro, empieza a masajearlo, Mirella lo mira y se lame los labios, el deseo se apodera de su cuerpo como una llama de fuego.
Valentín: Sé que te gusta chuparlo, a mí también me gusta chuparte a ti, tienes un sabor diferente al de todas las mujeres que he probado, no eres atractiva y no tienes una gran belleza, pero me pones así, Mirella, duro, no sé por qué te deseo tanto.
Mirella: Es porque no ves mujeres hermosas, te contentas conmigo, dudo que si no estuvieras en esa silla de ruedas estuvieras aquí en mi habitación.
Valentín: Es obvio que no, Mirella, pero eso no importa, ven aquí, acarícialo. Dice señalando su miembro.
Mirella quiso resistirse, pero no pudo, el deseo de satisfacer a ese hombre era demasiado grande, sentía placer al hacerlo.
Se quita la ropa y luego le baja los pantalones y los calzoncillos a Valentín hasta la mitad de la pierna.
Valentín: Eso es, Mirella, vamos a aprovechar nuestro deseo.
Mirella se arrodilla y agarra firmemente la polla de Valentín, luego se la mete entera en la boca.
Cuando Mirella ve a Valentín duro, parece otra persona, las ganas de tocar a ese hombre son incontrolables, pero Mirella quiere más, quiere ser penetrada por Valentín.
Pero por ahora quiere ver al hacendado explotar en su boca, así que se esfuerza en los movimientos, cada día es mejor en esto.
Valentín: ¡Ah, puta deliciosa! Qué boca tan buena. Dice Valentín con voz ronca.
Al escuchar a Valentín, Mirella se excita aún más, todo en ese hombre en silla de ruedas la excita.
No tarda en sentir toda la corrida de Valentín en su boca.
Valentín: ¡Joder! ¡Qué rica corrida! Dice Valentín con los ojos cerrados.
Mirella se levanta y va al baño, se limpia y vuelve con Valentín.
Valentín: Cada día eres mejor, Mirella, follas muy bien con la boca. ¿Te das cuenta de lo mucho que disfrutas haciéndolo? ¿Estabas acostumbrada a hacerlo?
Mirella: ¿Por qué quiere saberlo?
Valentín: Curiosidad.
Mirella: ¿Qué le parece si me penetra?
Valentín: No. Entre nosotros solo sexo oral, Mirella, nada de penetración.
Mirella se queda sin palabras y sin entender el porqué, en su cabeza cualquier hombre querría follar y no quedarse solo en el sexo oral.
Mirella: Pensé que...
Valentín: Ahora quiero tocarte, siéntate en la cama.
Mirella está mojada, casi se corre solo de hacerle sexo oral a Valentín.
Se sienta en el borde de la cama.
Valentín: Abre las piernas, Mirella.
Mirella hace lo que el hombre le pide, Valentín se pone delante de las piernas de Mirella, la sujeta y la ayuda a abrirse aún más.
Al principio pasa la lengua por toda la abertura, siente el líquido de Mirella.
Valentín: Estás deliciosa, mira cómo estás de mojada. Le pasa el dedo.
Mirella, tumbada así, se siente más cómoda para recibir a Valentín.
Valentín explora el punto sensible de Mirella, haciéndola gemir.
Coloca la punta del dedo en la abertura de Mirella que da un salto hacia atrás.
Valentín: Tranquila, parece que nunca te han metido una polla aquí.
Valentín: Pareces ser muy estrecha, Mirella.
Valentín continúa castigando el punto sensible de Mirella, lamiendo y chupando, hasta que Mirella no puede más y se corre en la boca de Valentín.
Valentín: Mmm, tiemblas toda, eso es muy excitante, Mirella.