Acron Griffindoh y Cory Freud eran vecinos y fueron compañeros de escuela hasta que un meteorito oscureció el cielo y destruyó su mundo. Obligados a reclutarse a las fuerzas sobrevivientes, fueron asignados a diferentes bases y, a pesar de ser de géneros opuestos, uno alfa y otro omega, entrenaron hasta convertirse en líderes: Acron, un Alfa despiadado, y Cory, un Omega inteligente y ágil.
Cuando sus caminos se cruzan nuevamente en un mundo devastado, lo que empieza como un enfrentamiento se convierte en una lucha por sobrevivir, donde ambos se salvan y, en el proceso, se enamoran. Entre el deber y el peligro, deberán decidir si su amor puede sobrevivir en un planeta que ya no tiene lugar para los sueños, sino que está lleno de escasez y muertes.
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No sueltes mi mano
La mañana siguiente comenzó temprano. Daryl, fiel a su rutina, ya estaba revisando la lista de compras mientras tomaba su café. Marlene, en la cocina, preparaba algo ligero para el desayuno, y los chicos estaban en el salón peleando por el control remoto.
—¡Yo quiero ver el canal de deportes!— insistió Acron.
—¡Y yo quiero las caricaturas!— respondió Cory, aferrándose al control como si fuera cuestión de vida o muerte.
—¡Basta, chicos!— interrumpió Marlene desde la cocina—. Vayan a alistarse, iremos al centro comercial en una hora.
Ambos se miraron, sorprendidos.
—¿Vamos de compras?— preguntó Acron, arqueando una ceja.
—Así es— respondió Daryl, entrando al salón con una lista en la mano—. Necesitamos reemplazar los suministros del fuerte y, de paso, encontraremos algo para el cumpleaños de tu madre, Cory.
Cory se giró hacia Acron, emocionado.
—¡El fuerte! Hace años que no entramos ahí.
—No es gran cosa— respondió Acron, tratando de restarle importancia, aunque él también estaba emocionado por volver a verlo.
El centro comercial estaba abarrotado. Aunque el clima era extraño, la gente parecía aprovechar el día para abastecerse. Los pasillos estaban llenos, y los carritos de compra rebosaban de alimentos, agua y otros suministros.
—¿Por qué hay tanta gente comprando como si se acabara el mundo?— preguntó Acron, mirando a su alrededor con curiosidad.
—Es mejor estar preparado que lamentarse— respondió Daryl mientras llenaba el carrito con latas de comida, botellas de agua y baterías.
Cory, que se había distraído viendo una tienda de videojuegos, fue jalado de la mano por Acron.
—¡No te separes!— le dijo con seriedad.
—¿Qué pasa?— preguntó Cory, sorprendido.
—Nada, solo... hay demasiada gente. No quiero perderte de vista— respondió Acron, algo incómodo.
Cory sonrió y apretó la mano de Acron.
—Tranquilo, pez globo. Estoy aquí.
Acron rodó los ojos pero no soltó la mano de Cory hasta que terminaron las compras.
Eligieron un hermoso vestido para la madre de Cory y una diadema.
De vuelta en casa, Daryl les pidió a los chicos que lo ayudaran a abastecer el fuerte. Cory estaba emocionado como si fuera una gran aventura.
—¡Hace años que no entro aquí!— exclamó mientras bajaban las escaleras al sótano.
El fuerte era impresionante. Tenía el mismo tamaño que la casa sobre él, con un almacén lleno de estanterías, dos habitaciones pequeñas, una sala cómoda, un generador de energía y tanques de agua almacenados para un año. Las estanterías del almacén estaban casi vacías, pero eso cambiaría pronto.
—Papá, ¿por qué tienes esto?— preguntó Acron mientras ayudaba a descargar las bolsas.
—Porque una casa no es un hogar sin un fuerte de emergencia— respondió Daryl con una sonrisa—. Cuando estuve en la naval aprendí que la preparación es la clave para sobrevivir a cualquier cosa.
—Esto es como un refugio secreto de película— dijo Cory mientras exploraba las habitaciones con entusiasmo.
—¡Nada de películas!— le recordó Daryl—. Pongan todo en orden, y luego podrán relajarse.
Los chicos trabajaron juntos, acomodando las latas, botellas y paquetes en las estanterías. Cory seguía haciendo comentarios emocionados sobre lo genial que era el lugar, mientras Acron trataba de mantener la compostura, aunque en el fondo también lo disfrutaba.
—¿Crees que algún día tendremos que usarlo de verdad?— preguntó Cory mientras organizaba una caja de snacks.
Acron se encogió de hombros.
—Espero que no. Pero, si lo hacemos, al menos estaremos listos.
Daryl, que observaba desde la puerta, sonrió.
—Buen trabajo, chicos. Ahora suban y tomen un descanso. Yo terminaré aquí.
Los chicos subieron agotados pero satisfechos, listos para disfrutar lo que quedaba del día. Sin embargo, la sensación de que algo grande estaba por ocurrir seguía flotando en el aire, aunque ninguno de ellos lo mencionó.
