Zulema de la Puente, tiene 25 años, y en poco tiempo ha sufrido una serie de desgracias que cambiaron su mundo, su padre murió, su madre está muy enferma, fue despedida de la compañía en que estaba desarrollando una carrera exitosa y su prometido Javier Belmonte canceló su compromiso.
Ahogada en los problemas, una noche bebió más de la cuenta, y para vengarse de su prometido durmió con su tío, Mathias Belmonte, un frío, pero apuesto hombre de 35 años, dueño de una de las más importantes fortunas del país.
¿Será Mathias un problema más grande para Zulema o será su Salvador?
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22. Una novia en casa
Carlos y Elena estaban viajando en el taxi, faltaba poco para llegar a la casa de la familia Molina, ellos vivían en el piso superior de la primera cafetería que abrieron, puesto que el dinero de los ahorros de Carlos y de la venta del taller de don Felipe y de la casa de Los Molinas, fue usado para comprar el local para la cafetería en una mejor zona e implementar todo.
- “Hubiese preferido que mejor fuéramos a tu casa, vas a ir muy tarde ahora”, dijo Carlos.
- “No te preocupes, voy a llegar bien, gracias por todo”, expresó Elena con una sonrisa.
- “Carlos, Carlos Molina, mucho gusto, creo que nunca nos presentamos”, manifestó Carlos extendiendo su mano.
- “Elena… (pensó por un momento si decirle su apellido, de seguro su padre estaría buscando la lista de pasajeros y no quería meterlo en problemas, así que decidió usar el apellido de su madre) Portugal, Elena Portugal, encantada”, dijo Elena y apretó la mano de Carlos.
Fue una extraña sensación, cuando una vez más se tomaron de la mano y había cierta calidez que compartían; estaban tan absortos en esa sensación que no notaron que el taxi ya se había estacionado, hasta que su hermana Marcela abre la puerta del vehículo.
- “Bienvenido a casa, hermanito lindo…”, dijo Marcela guardando silencio por un momento al notar la presencia de Elena, para luego emocionarse hasta dar saltitos, “¡y viene con su novia!”, continuó exclamando Marcela.
- “Marce, no…”, apenas pudo expresar Carlos, porque pronto toda la familia los estaba rodeando, y casi jalando para bajarlos.
Los padres de Carlos, su hermana Marce, su hermano Lucas, además de sus tíos y primos estaban en casa, habían preparado la bienvenida de Carlos.
Carlos se enamoró de Silvana Gonzales, su vecina, desde que ellos tenían quince años, empezando a salir por aquella época, lamentablemente, Silvana fue víctima de un cáncer agresivo que le costó la vida a los diecinueve años; desde aquella ocasión, Carlos no se mostró nunca enamorado nuevamente, ni jamás volvió a traer una novia a casa; así que al pensar que después de seis años traía una chica, fue una emoción muy grande para la familia.
La madre de Carlos tomó las manos de Elena, vio aquel anillo que la menor de los Belmonte, siempre usa aunque parezca de compromiso, como un recuerdo de su madre, que falleció cuando era una niña de siete años, no era tan lujoso como las joyas que acostumbraba usar. Ese día que había decidido escapar, usó la ropa más sencilla que pudo encontrar en el bazar que usó para ocultase, pantalón de mezclilla, zapatillas de lona, no le importó abandonar sus joyas, quedándose solo con el anillo, y la cartera Louis Vuitton que le regaló su hermano Mathías.
- “Bienvenida a casa, hija. ¿Cómo te llamas?, es hermoso el anillo de compromiso que te dio mi hijo”, expresó doña Micaela, madre de Carlos, mirándola con ternura y emocionada.
- “Calma cariño, recuerda que no puedes recibir emociones fuertes, por el problema en el corazón”, manifestó don Felipe.
- “Madre, ella es Elena Portugal y no es… (la madre de Carlos se sintió agitada), ¿mamá estás bien?”, preguntó Carlos preocupado.
- “Ya no te preocupes Carlitos, sabes que esta vieja tendrá que partir pronto…, pero no hablemos de cosas tristes, ya estás en casa y vienes con tu novia, creí que no vería eso antes de morir; (acercándose a Elena y abrazándola) vamos niña pasa a la casa, eres muy bonita, ¡ustedes bajen las maletas!”, ordenó doña Micaela. Elena abrumada por las circunstancias solo atinó a avanzar con tan amable señora, después de la muerte de su madre, nunca nadie había sido amable con ella y la había mirado con tanta ternura.
- “Gracias, muchas gracias por darle esta alegría a tu madre, y por sentirme más tranquilo de que hayas vuelto a enamorarte”, dijo don Felipe acercándose a su hijo.
Carlos tenía un lío en la cabeza, sus primos habían bajado la maleta, el taxi ya se había marchado, y la extraña con la que se había sentado al lado en el avión que lo había traído de regreso a su país, estaba dentro de su casa, donde toda su familia creía que era su novia.
te felicito
mamita y su abuelo