Julia jamás se imaginó lo caprichosa de la vida aquella noche. Un grupo de borrachos la persiguen, se esconde en el auto de un extraño provocando su ira. Como cereza del pastel, presa del miedo se lanza a los brazos de aquel hombre que sin saberlo convertirá su vida en un carrusel de descontrol. ¿Quieres saber en que termina? Entonces sumérgete en este intrigante relato, en donde los caprichos del destino están a la orden del día.
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Capitulo 4
Apariencias
Pegue un brinco de impresión mirándole con incredulidad, porque era tan desagradable, tanto le costaba mostrar un poco de hospitalidad. Simplemente quería regresar a casa y necesitaba un trasporte. Tampoco le estaba pidiendo dinero, o alojamiento. ¿Qué diablos le pasaba? Fruncí el ceño levemente intentando entenderlo, pero a cada segundo que trascurría más enojado parecía mostrarse ante mi persona.
—Vete de mi casa. —Ordeno contundente desmenuzando cada palabra para darle más intensidad, acompañado de una amenázateme expresión de advertencia que observe inerte a detalle al ver lo cerca que estaba de mí, me sacaba dos cabezas, era imponente.
—Oiga, yo solo…. —Sin previo aviso me tomo de los hombros empujándome a la salida mientras me quejaba de su brusquedad.
—P-pero ¡¿Qué hace?! Solo quiero un aventón a la ciudad, o al menos déjeme llamar un taxi —increpe intentado soltarme de su agarre.
—Acaso cree que me importa, la quiero fuera de mi casa. —Propino con frialdad. Abrí mis ojos sorprendida por la poca delicadeza que podía llegar a tener, ahora sí que estaba muy enojada. Al intentar soltarme de nuevo de su agarre, pegué un manotazo con fuerza alejándome de él, cuando abrí mis ojos me fijé que tenía su toalla en mis manos.
—Ay…. P-por dios, s-s-si tengo esto en mis manos… E-e-esa cosa esta… —solté la toalla de mis manos, y alcé mi mirada nerviosa para encontrarme con aquella cosa totalmente expuesta a mis ojos de globo y mi boca bien abierta.
—Jesús, José y maría despatarrada. ¿Q-qué… es… eso…? —murmure viendo aquella trompa de elefante colgando como liana de jungla. No podía apartar mis ojos, rápidamente recule mi mirada hasta sus ojos y parecía que hora si había colmado su paciencia, en sus ojos solo había un puto de focalizar su ira, y esa era yo…
¶
La ira, el disgusto, la incomodidad del vergonzoso momento que aquella mujer nefasta estaba provocando, me estaba haciéndome perder la poca paciencia que albergaba. De solo mirarla, me entraba una ira que no podía explicar… Con esa, con esa… Fingida inocencia. Por supuesto, como no me di cuenta de lo que intentaba esta mujer. Imágenes de todos los sucesos de esta noche pasaron por mi mente, la volví analizar de pies a cabeza, con aquella vulgar falda corta, camisa vaporosa y ese hortero chaleco de cowboy, una mujer así vestida no podía tener decencia alguna, solo estaba aquí con segundas intenciones.
—¿M-me está escuchando? —inquirió con nerviosísimo estirando la toalla hacia mí, mientras posaba la otra mano sobre sus ojos. —Perdón por… lo de la toalla, pero por favor guarde sus gracias ¿sí? —Empuje su mano con fuerza provocando que golpeara el jarrón que tenía detrás de ella rompiéndolo en miles de pedazos.
—¡¿Porque hizo eso?! ¡Es usted un hombre bruto y salvaje!
jajaja, julia no sale de una, para meterse en otra, si no la mata este hombre caerá en un agujero y morirá, espero que os este gustando un saludito