MR. MENDOZA
La vida nocturna
La zona rosa, distrito popular del ocio y la vida nocturna de los ángeles, la ciudad de los sueños de miles de estrellas, donde las joyas en bruto son pulidas para el mundo del entretenimiento. En el día, un envidiable sol de verano bajo un mar entre palmera paradisiacas, con Ferrarís lujos y mansiones glamurosa, pero cuando caía la noche… prostitución, alcohol, drogas, dinero, solo las personalidades más vip accedían a los mejores servicios, a los mejores pubs, y a las más cotizadas damas de compañía. Y allí entraba yo, Julia Núñez; una humilde bailarina a tiempo parcial de la vida nocturna, en el famosísimo club social »La corte de la Ambrosia« un pub exclusivo de la zona rosa, donde los más grandes magnates y empresarios de estudios de televisión pasaban sus noches de ocio en estos lugares, solo la crema innata de la alta sociedad.
Pero se preguntarán, ¿Quién diablos soy? Y como termine viviendo esta vida. Pues es muy sencillo, no estoy muy alejada de haber deseado una vida normal como cualquier otra persona, con sueños he ilusiones, pero la realidad nos golpeó cuando el negocio de mi padre cayo en quiebra, acumulando una gran deuda que nos salpico a todos, después de eso… no volví a ver a mi madre. Cuidar de mí y padre en una ciudad tan cara como los ángeles eran impensable, al final… fui empujada por la necesidad de buscar dinero fácil y rápido con atributos que podía explotar. No es lo que hubiera deseado, pero era más que nada.
¶
—Àngels, sales en quince, primor. —Indico Quincy asomándose por la puerta del camerino, me guiño un ojo y con una sonrisa le lance un beso. De repente entro Pech empujando la puerta con las demás chicas.
—¡Ay, bebe! No seas tan brusca, con esa actitud no habrá lluvia de billetes, sino aprende de Àngels. —me miro con desdeño reuniéndose con las demás que se preparaban también.
—¡No me digas como tengo que hacer mi trabajo, mariquita de quinta! —propino sentándose de mala gana en el sillón, mientras Quincy le lanzaba una última mirada desdeñosa hacia su persona. Empezó a sacar sus billetes de sus senos, pantimedias y ligas y no daban más de cien dólares, reculé mi mirada y seguí maquillándome cuando dijo.
—¿Mala noche pech? —inquirí con tono de burla disimulada mientras me aplicaba el rubor frente al tocador. Sabía que me odiaba desde el primer día que llegue, jamás olvidaría como partió mi tacón para que me callera en pleno escenario frente a todos esos riquillos petulantes que se burlaron de mí.
—No hay tantos comensales como otras noches, y contando con el detalle que Madame no me dio para esta noche la danza de telas, pues como difícil ser la que brille esta noche. Así que deja de reír por dentro campesina apestosa, no has ganado nada —reprocho aplicándose su labial carmín.
—Yo no he dicho nada, pero estás invitada a ver el espectáculo de esta campesina apestosa puede dar —le guiñe el ojo levantándome de mi asiento para dirigirme hacia las luces del escenario, el leve bullicio de los hombres que allí me esperaban, era medianamente grande, pero y si me imaginaba las luces de las cámaras, la puesta en escena de un día normal de producción, el director, los actores, las actrices, todo un reparto que te esperan Julia, al papel protagónico, tu papel protagónico…. Deslúmbralo, ¿a quién? Al caza talentos, si… ese productor que una noche estará en este pub, y te descubrirá, quedará tan encantado de ti, que te sacará de esta maldita vida y cumplirá tu sueño, a ese… es quien todas las noches le bailas. Y entonces el telón se sube y de nuevo la actuación empieza.
¶
—Muy bien, mi Àngels, lo hiciste de maravilla esta noche, sabía que, si te daba el baile de telas, brillaría Ambrosia como nunca. Es una lástima… que pierdas tanto dinero por no debutar tu cuerpo, preguntan tanto por ti…—dijo con ese tonillo malicioso mientras mojaba su dedo para contar el fajo de billetes que tenía en su mano. Estiré mi mano con seriedad y dije firme.
—No… No hay manera de que me persuadas para que me prostituya, desiste ya de esa idea, solo bailo nada más. —Sentí como Pech me empujo por detrás soltando.
—No eres diferente de las demás, deja de creerte exclusiva, al final todas terminas prostituyéndose. —Tomo su dinero de la mesa de Madame y salé por la puerta como alma que lleva el diablo.
—Déjala es una soberbia, nos vemos mañana primor.
—Adiós, Quincy —tomé mi dinero, echándole una última mirada a madame que me guiño su ojo con complicidad. Sali directo para mi casa con mi paga bien escondida en mi tanga, para evadir asaltantes cerca de mi barrio. Las calles no eran solitarias a pesar de ya ser altas horas de la noche, pero para la zona rosa era como si el día estuviera empezando, clubs nocturnos, bares, Sex Shop todo estaba abierto, las luces de los letreros brillaban con intensidad y la música retumbaba con fuerza, obnubilada en mis pensamientos, choco con el hombro de alguien que me hace girarme del fuerte arremate que me propina, parecía como si lo hubiera hecho a propósito, veo al chico sonreír mientras se tambaleaba y reía con sus amigos, habían conseguido llamar mi atención, un mal presentimiento me embarga mientras observo al grupo que me mira.
—¿Cuánto nos cobras zorrita? —niego lentamente asustada al ver como empiezan a rodearme, trato de mantener la calma y soltar.
—Iros a buscar a otra que os satisfaga, infelices. —Inquirí fingiendo una sonrisa socarrona mientras trataba de vigilar sus movimientos con disimulo. El que me choco suelta una carcajada seca mirándolos a todos.
—¿Nos acaba de llamar infelices, la zorra esta? —indico preguntándoles a sus amigos mientras me señalaba con burla, mi corazón empezaba a latir con tanta fuerza que empezaba a sentirme desfallecer. Ellos empezaron a reír, el tipo del golpe me volvió a mirar y sin aviso me propino una fuerte bofetada que me lanzo al suelo, desorientada sin saber qué era lo que estaba pasando, solo risas difusas mientras intentaba gatear por el suelo lejos de su cercanía.
—Entre más difíciles, más me gustan como se revuelcan… —propino empujándome al suelo de nuevo con su pie.
—Yo voy de primeras, y Marcos de segundas. Esta vez no seré el idiota que mire sin divertirme.
—Por favor… no… solo llévense mi dinero y déjenme en paz. —Uno me tomo del cabello jalándolo hacia atrás provocando que gritara, y luego me susurro en el oído.
—¿Nos estas intentado comprar, zorra barata…? Somo nosotros quien pedimos una mamada estúpida, acepta el dinero y haz el maldito servicio plus.
—¡No soy una prostituta, maldito imbécil! —grite entre lágrimas de impotencia y dolor al no poder hacer nada.
—Hija de puta… tómenla o llamara mucho más la atención. —Los cuatro hombres me tomaron entre brazos mientras me revolvía.
—¡Auxilio! ¡Ayúdenme por favor! —grité forcejeando con todas mis fuerzas hasta que sentí mi garganta desvanecer. Me arrastraron hasta un callejón mientras sentía sus manos por todo mi cuerpo que intentaba alejar una y otra vez, les rogaba que me soltaran, que no los acusaría con la policía, pero solo eran pedidos que se perdían entre el ansia de desnudarme, y sus risas de morbo, sus asquerosas miradas, su olor, sus manos…
—No, no, no, no. ¡Basta! No quiero esto, por favor no quiero esto…
—¡Cállate ya maldita vagabunda! Si tú lo pedias desde que te vimos caminar en la acera —increpo volviéndome a chatear, alce mis manos para protegerme deteniendo mis lágrimas completamente aterrorizaba al ver como se desnudaban en la suciedad de los cubos de basura, me pusieron contra la reja mientras sostenía mi nuca impidiendo que me moviera.
—Calla y disfruta… —todo volvieron a reír mientras cerraba mis ojos descontándome de todo, solo tenía que bailar….
—¡Hey! que están haciendo ahí —grito alguien desde el final del callejón, sentí como me soltó con rapidez asustados, se giraron para mirar al hombre que los había descubierto, y de nuevo mi cerebro despertó, escapa… tienes que escapar. Sin avisar los empujes, y entre medio del grupo corrí como nunca, reconociendo de nuevo mi cuerpo, empuje al hombre que parecía un segurata, mientras intentaba arreglar mis ropas.
—¡Que esperan imbéciles, atrapen a esa zorra! —al escuchar eso grite a asustada, estaba tan aterrorizada que sentía que en cualquier momento moriría. Tenía que esconderme, tenía que esconderme… solloce entre murmullos desesperados. De repente ante mis ojos a unas cuadras divisé lo que parecía un auto negro estacionado, las luces estaban encendidas, sin medir razón corrí hasta él y sin pensarlo dos veces abrí la puerta y me metí dentro del auto cerrando con rapidez, aun sin apartar la mano de la manija del auto, temía que pudieran escuchar mi respiración descontrolada. Al volver mi cabeza me encuentro de frente con una mirada filuda y apabullante en la oscuridad del auto, fue tanta la inquietud que no quería pasar saliva por mi garganta, temía que, si me movía, aquel hombre me devoraría como una bestia asechando a su presa en oscura noche.
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Comments
LUZ AMPARO SALINAS ANGULO
saliste de Guatemala para.meterse a gurepior /Puke//Sweat//Puke//Puke/
2024-07-10
0
Luna_Jago
💜❤️💜❤️
2024-07-09
1
Lesly Argumelo
empezo gustandome
2023-11-30
2