A los 18 años, Aurora Conti, una joven rebelde, es forzada por su familia a casarse con el enigmático magnate Salvatore Romano, para saldar una deuda millonaria. Tras el rechazo de su hermanastra
Valeria, Aurora es ofrecida como sustituta, manipulada con la vida de su madre enferma. Golpeada por su padre y humillada por Valeria, jura sobrevivir al "Rey de Hielo", un hombre frío y temido cuya reputación oculta su verdadera naturaleza: un mafioso. Atrapada en un matrimonio marcado por la pasión y la obsesión, Aurora desafía a Salvatore mientras descubre los secretos oscuros detrás de su fachada de CEO, luchando por su independencia en un mundo de intriga y peligro.
¿Podrá Aurora mantener su espíritu rebeldefrente al control obsesivo de Salvatore?
¿Es el amor de Salvatore por Aurora una salvación o una trampa mortal?
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CAPÍTULO 22
...𓊈..𝐅𝐄𝐁𝐑𝐄𝐑𝐎..𓊉...
...•┈┈┈•ᴛʀᴇs ᴀɴ̃ᴏs ᴀᴛʀᴀ́s •┈┈┈•...
El aire en la mansión estaba cargado, de una tensión que parecía a punto de estallar. La puerta principal se abrió con un golpe seco, y Salvatore, con los puños apretados y el rostro endurecido por una furia que rara vez dejaba salir, se plantó frente a su prometida apenas esta cruzó el umbral. En su mano temblaba una hoja de papel, arrugada por la fuerza con la que la sostenía.
—¡¿Cómo mierda te atreviste a hacer esto?!— rugió, y su voz resonó en las paredes de la sala, tan afilada que parecía cortar el aire.
Ella, con su cabello rojo cayendo en ondas perfectas y esa calma estudiada que siempre llevaba como armadura, frunció el ceño, confundida —¿De qué estás hablando, cariño?—preguntó ella, con voz suave.
—¡No te hagas la estúpida, Caterina!—escupió él,lanzando el papel a sus pies con un movimiento brusco. —¡Abortaste a mi hijo! ¡Lo mataste a propósito, maldita sea! ¿Pensabas que no me iba a enterar?
Caterina palideció, sus ojos verdes se abrieron de par en par mientras miraba el papel en el suelo. —¿Cómo... cómo lo sabes? —balbuceó, y su fachada de control pareció tambalearse.
Salvatore dio un paso hacia ella, y su presencia imponente llenó el espacio. —¿Crees que soy idiota? ¿Olvidaste que tu seguro médico pasa por mi empresa? —siseó, en voz baja, pero cargada de decepción.—Me avisaron en cuanto apareció tu nombre en los registros: Una prueba de embarazo, una ecografía... ¡Y luego un maldito aborto!
Ella retrocedió un paso, sus mejillas estaban encendidas, pero Salvatore no le dio tregua. Era un hombre que había construido un imperio en Italia desde cero, un depredador en un mundo de tiburones, la mentira y la traición eran dos cosas que no toleraba.
—¡Estabas embarazada de mi hijo! —rugió, señalándola con un dedo acusador. —¡Y yo, como un imbécil, me quedé callado pensando que me darías la noticia cuando estuvieras lista! ¿Y que haces tú? ¡Lo eliminas sin siquiera abrir la boca!
Caterina alzó las manos, intentando calmarlo.—Salvatore, escúchame, no es tan simple...
—¡No vengas con esa mierda!—la cortó —¡Era mi hijo! ¡Tenia derecho a saberlo, Caterina! Pero no, te fuiste a escondidas, tomaste tu decisión egoísta ¿Ahora llegas aquí y me dices que no era tan simple..?
Ella dio un paso hacia él, suavizando su expresión mientras intentaba acercarse—Salvatore, por favor...—dijo, extendiendo una mano para tocar su rostro—No estoy lista para ser madre, y si te soy sincera, la verdad no se si lo quiero. Soy muy joven, mi carrera está despegando, mi cuerpo...no quiero arruinarlo por un embarazo. Pero en cinco años, tal vez, podríamos intentarlo de nuevo, tener hijos.
Salvatore apartó su mano con un movimiento brusco y por primera vez ella vio como sus ojos la miraban con desprecio —¿Cinco años? ¿Tu cuerpo? —escupió, sin poder creerlo —¿Crees que soy tan estúpido como para tragarme esa basura? ¡Era nuestro hijo, Caterina, no un accesorio que puedes desechar porque no te queda bien con tus malditos planes! ¡Y encima tienes el descaro de venir a tocarme, a intentar besarme como si esto se arreglara con tus juegos de mierda!
Ella intentó acercarse de nuevo, con los labios entreabiertos como si fuera a besarlo. Pero Salvatore dio un paso atrás— No me toques —gruñó. —No después de esto. No después de que mataste a mi hijo sin siquiera consultarme.
Finalmente, ella enderezó su postura, y su propio enojo empezó a asomarse.
—¡Es mi cuerpo, Salvatore! —replicó—¡Yo decido qué hacer con el! No te debía ninguna explicación.
Por un segundo, el se quedó inmóvil, como si sus palabras lo hubieran golpeado con la fuerza de una bofetada. Luego, su mirada se endureció aún más, si eso era posible. —Lárgate de mi casa —dijo,con la voz seca, y peligrosa—Tienes una hora.
—¿Q-qué…? —exclamó ella, y su rostro palideció nuevamente—No, cariño. ¡No puedes hablar en serio! ¡Ya estamos comprometidos, no puedes echarme así!
—¡Una hora!—rugió, dando un paso hacia ella que la hizo retroceder— Todo lo que no te lleves lo quemaré.
Agarró su saco de un movimiento brusco, mientras se dirigía a la puerta. —¡Fuera! —gritó por última vez, antes de salir al frío de febrero, dejando a Caterina sola en el salón.
Salvatore regresó a su oficina esa misma noche, el frío de febrero todavía se aferraba a él mientras se dejaba caer en el sillón de cuero. El trabajo era lo único que podía mantener su mente ocupada, un refugió donde la furia y la traición que Caterina había dejado en él no lo alcanzaran. Los documentos se amontonaban en su escritorio, y él se hundió en ellos, cada firma, cada línea, era un intento de borrar el eco de sus palabras y el peso de lo que había perdido.
Él era consciente de que ella tenía razón y que se trataba de su propio cuerpo. Sin embargo, se preguntaba si acaso no tenía el derecho de decidir si estaba a favor o en contra de la situación. Al menos, sentía que merecía tener la posibilidad de conocer la decisión que ella había tomado, pero ni eso.
Cuando volvió a la mansión horas más tarde, el silencio lo recibió como un golpe. Tal como lo había ordenado, ella ya no estaba, las pocas cosas que dejó atrás eran: un par de pendientes olvidados, una bufanda en el perchero, fueron arrojadas a la basura sin contemplaciones. Desde entonces, Salvatore no la volvió a ver ni quiso saber nada de ella. Ella, sin embargo, no se rindió tan fácilmente, durante semanas incluso meses intentó contactarlo por todos los medios. Llamadas que él nunca respondió, mensajes que borraba sin leer, incluso visitas inesperadas a la empresa que eran cortadas de raíz por seguridad. En su desesperación, Caterina llegó al extremo de acudir al padre de Salvatore suplicándole que intercediera por ella. Que convenciera a su hijo de perdonarla, pero ni siquiera eso funcionó. Salvatore, había cerrado la puerta de su vida con un candado que nadie ni siquiera ella podía abrir.
espero que este no diga ahora que está perra regresa y ese hermano o primero no se que es pero algo trama y no es nada bueno que el la traiga de regreso
Les salió el tiro por la culata 🤭🤭
Ya era hora de poner el freno de mano