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BRONCE

BRONCE

Status: En proceso
Genre:Amor en la guerra / Posesivo / El Ascenso de la Reina / Dominación / Amor-odio / Enfermizo
Popularitas:52.1k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Décimo libro de saga colores.

Después de su tormentoso matrimonio, el Rey Adrian tendrá una nueva prometida, lo que no espera es que la mujer que se le fue impuesta tendrá una apariencia similar a su difunta esposa, un ser que después de la muerte lo sigue torturando.
¿Podrá el rey superar las heridas y lidiar con su prometida? Descúbrelo en la tan espera historia.

NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

23. Anhelos y deseos

...FREYA:...

Esperar me dió ansiedad.

No nos vimos el resto del día, tampoco salí de la habitación en ese tiempo, Florence estaba molesta y no me preocupé en buscarla. Me la pasé leyendo y recibiendo atención de las sirvientas. Cuando llegó el anochecer me sentía nerviosa, no tenía hambre, mi estómago era un revoltijo de emociones y todo por la esperada visita nocturna del rey.

No podía negarlo, me emocionaba un poco.

Esperé pacientemente, con cada minuto mis ansias seguían aumentando, sin darme cuenta se hizo la media noche y tenía tanto sueño.

Me decepcioné un poco, el rey no iba a venir y tal vez aquello era bueno, avanzar más sería complicar las cosas, él no confiaba en mí y yo no estaba segura de con que propósito quería acercarse a mí.

No podía ser solo porque le gustaba.

Él siempre dejó en claro mi posición, no podía opinar ni tomar decisiones para el reino, tampoco tendríamos hijos, ni habría nada entre nosotros.

Ahora consideraba mi punto de vista y me besó.

No quería pensar en que todo era mentira.

Así que me levanté del sillón, dejando el libro sobre la mesita y caminé hacia la cama.

Me acosté con un poco de decepción mientras recibía el consuelo de las mantas frías y la solitaria cama.

Observé el lado opuesto de ella, preguntándome cuando empecé a sentir que necesitaba dormir acompañada, no por frío, si no por algo más.

Cerré mis ojos para dormir.

Escuché quejidos y jadeos, abrí los ojos, ni siquiera estaba sumida en el sueño.

Me senté sobre la cama, atenta a los sonidos y me percaté de que venían del otro lado de la pared.

¿Eran quejidos de dolor?

¿Era el rey?

Su habitación quedaba allí.

Decidí salir de la cama, acomodando mi camisón.

Me coloqué unas pantuflas.

Encendí las velas de uno de los candelabros y salí de mi habitación.

El pasillo estaba solitario.

Caminé hacia la puerta, toqué varias veces, pero era inútil, si el rey estaba pasando por algo yo no podía molestarme en tocar. Tiré de la manilla, afortunadamente estaba abierta y me adentré dentro de los aposentos.

Caminé hacia la alcoba.

Los quejidos seguían.

Me aproximé.

El rey estaba sobre la cama, con el cuerpo sudado y una inquietud preocupante, se movía bruscamente.

Esto era una pesadilla.

Me quedé quieta, sin saber que hacer.

Debería despertarlo.

Dí varios pasos.

¿Qué debía hacer? Lo más adecuado sería despertarlo, sacarlo de ese tormento. Era mejor que la pesadilla dejara de molestarlo.

Pero ¿Cómo debía hacerlo?

No hizo falta.

Abrió los ojos de golpe y dejó de moverse, su respiración agitaba su pecho empapado.

Giré sus ojos hacia mí, el azul de su mirada pasó de opaca a brillante, pero no solía mirarme de esa forma, de hecho parecía muy furioso.

Su respiración seguía muy agitada, las venas se le marcaban en la frente y los brazos.

— Majestad...

Se sentó sobre la cama, su expresión era tan desconocida, dejé el candelabro sobre la mesita.

— Majestad...

Se levantó de la cama, con brusquedad.

Sin previo aviso me tomó del cuello con ambas manos.

Me llené de pánico al sentir como sus dedos empezaban a apretarme. Sus ojos estaban encendidos, puestos en mí, como si yo fuese un ser despreciable, algo que quería destruir.

— Espere... — Mi voz no tenía fuerzas.

Sentía que el aire empezaba a escaparse, no podía respirar, no podía pensar. Todo lo que anhelaba era vivir. Supliqué con mi mirada, con mi cuerpo, con la poca fuerza que tenía.

— Por favor.

— ¡Ya no eres tan despiadada, después de todo, eres mortal! — Gruñó, su voz estaba distorsionada por la ira, el cabello le caía sobre la frente.

Al menos moriría viendo a un hombre que me dió algo de atención.

Derramé lágrimas, no, aún no quería morir, traté de quitar su agarre, pero era tan débil.

Solo me quedaba una carta. El rey no parecía reconocerme, estaba sumergido en un trance parecido al de la primera vez que nos vimos.

— Majestad... — Mi voz salió tan escasa — Soy... Freya...

Todo cambió, su expresión se desvaneció, sus ojos dejaron el brillo.

Me soltó rápido.

Caí de rodillas, soltando tos y tomando aire.

Seguía luchando por respirar.

El rey tomó mis brazos y me levantó, no tuve fuerzas para respirar.

— Freya, lo lamento ¿Estás bien? — Su voz se oía preocupada.

Seguía llorando en silencio, confundida.

Me sentó en la cama, se atrevió a sentarse a mi lado.

— No quise hacerte daño.

Me toqué el cuello y tomó mi muñeca con cuidado.

— Déjeme ver... Por favor...

Hice caso, estaba temblando aún.

El rey se levantó, observé como se aproximaba a una vitrina para registrar y abrir un envase, se aplicó en las manos y volvió.

— Déjame ayudarte.

Me estremecí cuando sus manos trazaron mi cuello, no podía dejar de recordar la sensación de ese agarre fuerte.

Suspiró — Freya.

Su rostro estaba angustiado, tenía mechones pegados a la frente.

Alejó sus manos, siguió sentado a mi lado.

— Lo siento... No debí entrar a su habitación.

Fue un error, debía salir de allí.

Tomó mi mano.

— No... No estaba en mis cabales... Freya, no hice esto a conciencia — Dijo, preocupado al ver mi temor — Yo no soy un hombre agresivo.

— No volveré a entrar... — Quise levantarme mientras lloraba.

Pensar en que el rey fuese tan agresivo me daba mucho pánico, en que podía hacerme daño.

— No... Por favor... — Me abrazó contra mi pecho — Yo no la lastimaría por esa razón.

Su piel estaba húmeda, sus músculos se sentían firmes, pero estaba frío, el corazón le latía con fuerza.

— ¿Por qué me quería asesinar?

— No quería hacerlo — Me presionó — Hay algo mal conmigo.

Lo observé — ¿Cómo la ves qué nos vimos por primera vez? — Mi garganta se agitó.

— Así es... Pensé que eras ella.

Se refería a su esposa, a esa mujer que al parecer fue despiadada y malvada.

— ¿Y hace un momento también lo pensó? — Derramé más lágrimas. No quería parecerme a esa mujer.

— Así es. Creía que seguía en la pesadilla.

Significaba que ella le hizo daño.

— ¿Qué le hizo esa mujer?

Se sorprendió ante mi pregunta.

— Es mejor no hablar de eso.

Entendía, no tenía que contarmelo, al fin y al cabo yo era solo...

Elevé una mano, toqué su mejilla rasposa.

— No quiero hacerte daño — Susurró.

— Entiendo.

Se inclinó y volvió a besarme, correspondí con un poco de torpeza, con suavidad y cuidado, sabía que era vulnerable y siendo tan parecida a esa mujer no quería ser otro motivo de tormento.

Me aparté un poco, jadeando.

Tal vez si lo tocaba, podría darse cuenta de que yo jamás sería como ella. Quería tocar su pecho, sentir su piel.

Tomó mi muñeca.

— Lo siento — Dijo y me desconcertó — Yo...

— Entiendo — Suspiré.

Él no quería ser tocado.

Alejé mi mano.

— Solo vine a ver que ocurría, solo nos separa una pared y escuché quejidos. Sé que no debo ser tan imprudente la próxima vez.

Me levanté y caminé hacia la puerta.

Sentí unos brazos firmes a mi alrededor y luego su cuerpo detrás de mí.

— Quédate un poco más — Susurró contra su oído.

Se me erizó la piel.

— Es tarde... Mi presencia le hace daño.

— ¡No!

Mordió mi lóbulo y me estremecí.

Las sensaciones que se dispararon me hicieron jadear.

Observé hacia abajo, sus manos masculinas y sensuales estaban en mi abdomen, una se movió hacia arriba por encima del camisón.

Trazó en medio de mis senos.

Aspiré el aroma de mi cuello.

Tragué con fuerza cuando tocó mis frutos, como si estuviese explorando, con cuidado.

Mi cuerpo estaba acelerado, temblaba, el corazón latía tan fuerte.

Elevó su otra mano y rozó mis pezones.

Jadeé, arqueando mi cuerpo.

Sentía algo duro contra mi espalda baja, cada vez más fuerte y vigoroso.

Mi entrepierna se sentía latente.

Tomó ambos senos y los acunó, masajeando.

Empecé a temblar, juntando mis piernas al sentir como mi interior se agitaba, se sentía tan húmedo y cálido.

— Majestad — Me quejé — Mejor no...

Lamió mi cuello y me recorrió un escalofrío.

— Pequeña mujer, quiero tocarte.

— No debería decir esas cosas.

— Es de noche y estamos solos — Gruñó de forma gutural y mis temblores aumentaron al ver su mano bajar — Somos esposos y aunque no fui a tu habitación debo cumplir con mi palabra.

Detuve su mano, preocupada — Majestad, esto es peligroso.

— Tengo curiosidad.

— ¿Curiosidad? — Giró mi rostro, incrédula ¿De qué? ¿De mi cuerpo? ¿No sé supone que para él esto era algo habitual?

— Prometo que seré suave y atento.

Solté su mano.

Mi respiración se atoró más, no quería que parara.

Recogió el camisón y ví desaparecer su mano.

Pensé que solo se limitaría a tocar por encima de mis enaguas, pero sumergió su mano dentro.

Me tocó y me sobresalté.

Bajó más.

Tocó mis pétalos, con delicadeza.

Yo solo podía jadear, sintiendo el suelo tambalearse bajo mis pies.

Tocó algo sensible, tanto que fue un alivio y al mismo tiempo una ruina para mí. Me recorrió algo intenso, agradable y doloroso, se alojó en mi centro.

Gemí en alto.

Tocó ahí mismo, de forma circular con sutileza, tan suave que era insoportable.

Toda esa sensación estaba creciendo y era tan desesperante.

Gemí más, temblando y arqueando mi cuerpo.

Mis piernas se sentían débiles.

— ¿Cómo se siente? — Preguntó, con la voz tan gutural.

— Majestad... No deberíamos...

— Deja de luchar, esto te gusta.

Besó mi cuello, mientras yo agonizaba, mis caderas querían sacudirse.

Me ardía el rostro, mi corazón quería estallar.

Las enaguas terminaron en el suelo cuando me las quitó para seguir tocando.

Algo estaba creciendo tan fuerte en mí, se hizo más alto y caí en picada con sus dedos, sentí como un pequeño rocío llenaba mis muslos.

Estaba temblando, sin fuerzas.

Retiró sus dedos.

Estaban mojados.

— Lo lamento, no quise...

No quería verlo, me separé, apoyando mi mano de uno de los espaldar de los sillones cercanos.

Todavía me sentía débil.

Me sentía avergonzada.

Cubrí mi boca y mi rostro.

— Freya — El rey estaba cerca y quise apartarme.

— No... Olvide esto... — Mi voz se atoró, parecía ebria, de hecho, tenía lágrimas en los ojos.

El tomó mi brazo y me hizo observarlo.

— No podría olvidar algo así.

— Debo irme... Me ensucié.

— No lo estás — Rodeó mi cintura y me acercó a él — Estás exquisita.

Sentí su dureza otra vez, contra mi abdomen.

— No... Yo... Esto es vergonzoso.

— A mí me gustó — Dijo, mordiendo su labio — Es normal, bueno, eso me explicaron.

— ¿Cómo? — No comprendí.

El rey parecía desconocer lo que se hacía entre esposos, aunque sus dedos sabían lo que estaban haciendo.

Además, era imposible que no supiera, él tuvo esposa y aunque fue una mala, seguramente consumó el matrimonio.

Tomó mi mandíbula.

— Eres hermosa y quisiera que continuemos, si es lo que deseas — Sugirió — Yo... Necesito estar dentro de ti.

— ¿En serio quiere estar conmigo o lo hace para mantenerme apaciguada?

Frunció el ceño.

— No comprendo.

— Para que no le siga insistiendo con darme voz y voto en las decisiones del reino — Dije, recordando que eso era una dificultad para mis propósitos.

— ¿Podemos dejar de lado los asuntos del reino por hoy? No quiero que nuestro único tema en común sea ese.

— No puedo... No quiero creer que usted solo hace esto para mantenerme dócil, para que me conforme.

— No soy una persona que le guste jugar con los demás, odio esa clase de cosas y le recuerdo que usted firmó.

— Usted me orilló — Me estaba enojando.

— Debes ganarte mi confianza, con eso yo consideraría nuestro acuerdo.

— ¿Cómo me gano su confianza? ¿Llevándome a la cama?

— Freya, no aplicaría tales métodos de baja moral, soy un rey y mi deber es actuar de forma pulcra, eso también aplica a mis relaciones personales.

Odiaba que viera todo como un deber.

— Su cambio de opinión fue drástico.

— Porque me gustas y jamás te usaría.

Me tensé.

Yo tampoco quería portarme sucio, pero Florence creía que yo lo estaba haciendo para ganarme la aprobación del rey, que mi acercamiento no era genuino y en estos momentos estábamos peleadas.

¿Y si ella le decía algo que incorrecto?

Me asusté.

— Majestad, es mejor dejar esto hasta aquí, es muy tarde y me siento agotada — Dije y me tomó del brazo.

— No busco mantenerte dócil — Me observó con firmeza — Solo actúo según mis deseos y anhelos. ¿Yo no le gusto?

¿Cuándo dejó atrás su formalismo?

Me dió un beso.

— Sí, me gusta — Admití, en realidad no quería irme.

Me levantó, tomando mis muslos.

Insistió en besarme.

Tropezó un poco mientras intentaba caminar, terminé apoyada en un escritorio.

Me siguió besando, presionando la dureza en mí.

Podía sentirlo más y me sentí ansiosa de nuevo.

Nuestros labios no paraban de rozarse.

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Olga Ortiz
que se trae florence, es muy raro que este tan de mal humor siempre
JOGXANDY BELLO
debo imaginar que freya es hija de vanesa y no es hermana de florence.!! solo enviaron a la hermana para tener controlada a freya.!!
Orozco Beatriz
Apoteósico 🤭🥰
San Aguirre
Ternurita 🥰
Raquel Sanchez
Me parece que Freya es hija de la loca
Ana Parra
😠Sigo insistiendo que Florence es una mala influencia para la relación entre Adrian y Freya
Mel G.
No quería que viese supongo por el jardín del que ella había dado sus ideas!!
Nena
En vista de las circunstancias del matrimonio, ese comentario de seducir al Rey, está fuera de lugar, porque da a pensar que es parte de la conspiración. Así que está hermana de Freya es bastante imprudente y ciega por su padre
lu
jajaja cuando la gente no quiere ver la realidad tapa el sol con un dedo
Elilu 🇲🇽
si quieres puedes llevar tu el luto eh?! osea no nada más Freya es hija y la única para honra con la ridícula forma de vertir de negro.
Marcela Lopez
estupendo capitulos 🥰
Laura Aguado
❤️❤️❤️
Karime
No creo que el comentario desafortunado de florece de que freya "" "ha seducido al rey" "" "sea mal visto por adrian porque 🤔🤔 los dos fueron inexpertos los dos recién se están conociendo adrian tiene 40 años y freya 20 así que.
Quien seduce a quien 🤔🤔🤔
Alondra Gomez
el tan ilusionado por mostrarle todo 🥰
kisse rouse
tal vez no despierto🥵☺️
Limaesfra🍾🥂🌟
ansiosas siempre a la espera de un solo capitulo!!! Animo autora tienes a tus lectofans expectantes!!🤗
𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤
Adrián necesita tiempo, y Freya a pesar de ser curiosa es entendida 🫦 me encanta que vaya su relación así 💯💯
Mariannys Benítez 🇻🇪
el rey se ha enamorado 🥰
San Aguirre: Siiiii 🥰🥰🥰
total 1 replies
Marcela Lopez
está emocionante 🥰
San Aguirre: x 2 🥰🥰🥰
total 1 replies
Ana Parra
🤴Adrian tienes que ponerle un parado a todos, como es eso que quieren hacer y deshacer con tu vida.
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