Nova Reik

Aunque nunca me gustó la idea de casarme, no podía evitar sentirme ansiosa y con miedo de que algo o alguien arruinara mi día especial. Debido al mal presentimiento que tenía, no podía dejar de ver el cielo, como si le estuviera implorando al universo, que no hiciera de las suyas para arruinar mi felicidad.

Stan notó enseguida lo nerviosa que me encontraba. Me tomó de la mano con fuerza y me volteó a ver con una pequeña sonrisa en su rostro.

—T-tu papá está en la cárcel, ¿verdad? Y... ¿el doctor Bell? Ellos aún siguen en prisión. O... ¿Alexa, y Tristán, aún siguen? ¿verdad? Ellos están lejos —pregunté pensando en los peores escenarios mientras mi corazón se aceleraba cada vez más—

—Tranquila, no va a pasar nada, además, aunque nuestros antiguos enemigos aparezcan, no es nada que no hayamos enfrentado antes

—S-Sí, lo sé —lo envolví con mis brazos para abrazarlo— Sé que no hay nada que no hayamos enfrentado, pero aún así… No puedo evitar pensar en que algo malo va a suceder

—Bueno, si algo llega a suceder —Stan me agarró de las mejillas— te prometo que por nada del mundo te voy a dejar sola, ni aunque eso signifique ir hasta el fin del universo contigo.

—Y yo te prometo, usar todo de mí para protegerte y cuidarte, aunque eso signifique tener que enfrentar al hombre o mujer más peligroso de todos por ti. Si es por ti, haré que lo que sea

Para sellar nuestra promesa, me puse de puntillas y él se inclinó, para terminar dándonos un beso lleno de todo nuestro amor. El mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse con cada segundo, como si ese momento fuera para siempre.

Sin embargo, los invitados no tardaron en acercarse para felicitarnos e invitarnos a bailar en el centro del humilde patio de Stan. Así que tuvimos que separarnos por unos momentos para pasar tiempo con nuestros amigos y familiares.

El resto de la noche fue realmente mágico. Estuvo llena de felicidad, tanto que me hizo sentir como si estuviera en un sueño, aunque, como en todo sueño, hay un momento en el que tienes que despertar.

De pronto, una gigantesca nave espacial con forma de barco apareció justo sobre nosotros, dejando a todos, incluidos nosotros, completamente paralizados por el asombro y el miedo.

De la parte inferior de la nave surgió un destello cegador que congeló a los invitados el tiempo suficiente, como para que una luz inmensa nos envolviera y nos arrastrara al interior de la nave.

Tratamos de mantenernos en el suelo, pero la fuerza de la nave nos superaba. No pudimos evitar lo inevitable: en un abrir y cerrar de ojos, estábamos dentro de una sala completamente oscura.

No podía creer lo que había pasado; tan solo quería despertar de esta pesadilla. Desesperada, intenté junto a Stan destruir una de las paredes combinando nuestros poderes. Pero fue inútil: no logramos nada, ni siquiera una grieta.

Al final terminé en un rincón, con el rostro enterrado en el pecho de mi esposo y acurrucada junto a él. Estar cerca de Stan me tranquilizaba un poco, aunque no podía dejar de pensar en que estábamos en un lugar desconocido, dentro de una nave cuyo destino no sabíamos.

El miedo me envolvía al imaginarme las cosas atroces que podrían hacernos, pero sobre todo, me asustaba la posibilidad de que él saliera herido.

—Flor, deberías descansar un poco

—N-No, no pienso dormirme y dejarte solo, no quiero —respondí aterrada abrazando a Stan, como si fuera un perezoso abrazando una rama—

—No me va a pasar nada, no olvides que aún tengo a Komori, él me cuidará, tú mientras descansa y duerme

—No, no quiero, Stan

—Flor, debes dormir

—No, no quiero dejarte solo. ¿Qué tal si te hacen algo? ¿O si te separan de mi? No soy tan fuerte como para perderte, no quiero

—Komori, ¿Crees que puedas decirle tú?, a ti te hace más caso

—Nova, crees que puedas…

—¡N-No!

—Bueno, lo intentamos

—Si que eres terca —se quejó Stan mientras daba un pequeño suspiro—

A pesar de mis palabras, el cansancio y el relajante sonido de los latidos de Stan, terminaron por hacer que me quedara dormida. Stan no fue la excepción y acabó durmiéndose conmigo recostada sobre su pecho.

Mientras dormíamos acurrucados, aquella persona que nos había raptado entró para movernos a otra sala, una más amplia, con tierra, árboles y con otra persona, la cual también había sido raptada por ese hombre.

Después de dormir por un par de horas, me desperté desorientada, no recordaba mucho de lo que había pasado el día anterior y a decir verdad lo que recordaba quería que fuera una simple pesadilla.

No obstante, cuando mis ojos se adaptaron a la nueva sala, me di cuenta de que no había sido una pesadilla.

—¿Qué? —susurré confundida viendo los alrededores—

Stan, al ver el alrededor con más claridad, gritó a todo pulmón, pues había visto frente a él a un hombre, que tan solo poseía un inmenso ojo de color violeta. Él estaba afilando un par de cuchillos mientras nos observaba fijamente con su único ojo.

—¡¿Qué demonios eres tú?! —gritó mientras saltaba de miedo al ver al cíclope que estaba frente a nosotros—

—Tsh, puedes guardar silencio, algunos planean su escape, flacucho

—¿Eres siquiera real? —de la espalda de Stan surgió un tentáculo de sangre y tocó al cíclope con cuidado— No estoy soñando, ¿verdad?

—D-Disculpa —nos acercamos al cíclope gateando en el suelo de tierra— Señor, ¿sabes dónde estamos?

—Mi nombre no es Señor, chica con cabello de color extraño

—Ahm, ¿Y cuál es tu nombre?, o… ¿Cómo podemos llamarte?

—Hmm, solo los dignos pueden conocer mi nombre, y no unos flacuchos como ustedes, pero ya que soy un hombre bondadoso, díganme: ¿Por qué creen que pueden ayudar al Gran Kror a escapar de la nave del traidor de Rho Mor?

—¿Eh? ¿Te llamas Kror?

—Gran señor Kror, aunque no lo creas, yo soy la guerrera más fuerte de mi planeta, así que no dude en que esta noble guerrera será de utilidad para su escape

—¡¿Qué?!, imposible, ¡¿Cómo supieron mi nombre?!, ¡por los dioses, que mentes maestras son ustedes! —exclamó sorprendido y en shock mientras se ponía de pie—.

—No eras el más listo de tu clase, ¿verdad?

—Jaja, no nos subestimes. Mi esposo y yo, somos muchos más astutos de lo que piensas, Gran Kror

—Me sorprenden. Su aspecto débil me tomó desprevenido; sin embargo, la inteligencia no será lo único que necesitan para ganarse mi respeto