Un Rey de Hielo, el más temido , frío y sin corazón busca a una Reina perfecta.
Una joven Audaz, fuerte, libre, envuelta en su mundo desea escapar..
¿ Qué pasará si sus caminos se unen ?
⚠️🔞❗️ Escenas explícitas, vocabulario, maltrato emocional
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Un ambiente no tan asfixiante
El sol comenzaba a ocultarse cuando los carruajes del ducado Frely atravesaron las altas puertas de hierro forjado del palacio. Las trompetas anunciaron la llegada de la futura reina, y los guardias formaron filas a ambos lados del amplio patio de mármol.
Serena, vestida con un atuendo sobrio de viaje, miraba el imponente castillo con el ceño levemente fruncido. No tenía intención de parecer impresionada. A su lado, Liora y Adena prácticamente no podían contener la emoción, y Adrien mantenía un semblante serio.
Dorian desmontó de su caballo, abrió la puerta del carruaje y ofreció la mano a Serena, pero ella bajó por su cuenta con paso firme. Varias damas de la corte, curiosas, se asomaron desde los balcones para verla.
—Vaya… la futura reina no parece tan… —murmuró una de ellas a su amiga.
—…dócil —susurró la otra, con un gesto de disgusto.
Serena notó las miradas, pero no les prestó atención.
–No te sientas mal Dorian… No acostumbre nunca a que me tocaran
Dorian asintió, sonrió ladino siguiéndola
Al fondo de la escalinata de piedra, Orión los esperaba. Su porte era, como siempre, imponente: recto, serio, con la capa negra ondeando por la brisa. Sus ojos se detuvieron en Serena apenas ella puso pie en el patio.
—Llegaste puntual —comentó, con un tono seco que más parecía una constatación que un saludo.
—No me gusta perder tiempo —replicó Serena con una leve inclinación de cabeza.
Adrien carraspeó y saludó con la formalidad requerida. Liora y Adena hicieron reverencias nerviosas.
—Bienvenidos al castillo —dijo Orión, y con un gesto de la mano indicó que lo siguieran.
Mientras avanzaban por los pasillos adornados con tapices, Serena notó un pequeño grupo que aguardaba cerca de la gran escalera. Sus pasos se ralentizaron cuando percibió que la mirada de Orión se suavizaba apenas al dirigirse hacia ellos.
—No tenía idea de que hubiera… tantos. —murmuró Serena apenas, más para sí que para nadie.
Orión, sin volverse, contestó
—Mi familia. —Su voz fue neutra, pero no indiferente.
Frente a ellos se encontraban cuatro jóvenes:
Un hombre de unos 23 años, de cabello oscuro y semblante más afable que el de Orión, con un aire de estratega.
Una muchacha de 19, elegante pero con una chispa de ironía en la mirada, que sonrió apenas al ver a Serena.
Un muchacho de 15, inquieto, con una expresión vivaz y una cicatriz en la ceja que le daba un aire rebelde.
Y por último, una niña pequeña, de apenas 8 años, que medio se escondía detrás de la hermana mayor, sujetándole la falda con timidez.
Orión se detuvo frente a ellos.
—Serena, —dijo, girándose un poco hacia ella— estos son mis hermanos: Elian, Cassandra, Maximus … y Lily.
Serena los recorrió con la mirada《Pensé que era hijo unico》. Dio un paso al frente e inclinó ligeramente la cabeza.
—Un honor conocerlos.
Elian, el mayor, le devolvió una sonrisa cortés y dio un leve saludo.
—El honor es nuestro. Ojalá el palacio no la intimide —dijo con un tono diplomático que contrastaba con el carácter de Orión.
Cassandra sonrió con un destello de picardía en los ojos.
—Así que tú eres la valiente que hizo enfurecer a Orión el primer día… —comentó con un dejo de diversión—. Me agradas ya.
Maximus, el adolescente, la miró con curiosidad descarada y le habló sin el protocolo de los mayores.
—¿Es cierto que lo desafiaste con una daga? —preguntó, inclinando la cabeza con entusiasmo.
Orión le lanzó una mirada fulminante que bastó para hacerlo callar de inmediato, aunque el no pudo evitar reírse bajo la nariz.
Serena arqueó una ceja 《 Se cuentan todo 》
—Depende de lo que hayas oído… pero sí, algo así.
El ambiente se relajó apenas.
Entonces la pequeña Lily, que había permanecido medio escondida, asomó un poco el rostro. Tenía grandes ojos color miel y el cabello castaño claro en suaves ondas. Miró a Serena con evidente nerviosismo.
Serena suavizó un poco su expresión —apenas un gesto imperceptible— y se agachó levemente para quedar a la altura de la niña.
—Hola… —dijo con voz más cálida que la que usaba con los adultos— Mucho gusto..
La niña asintió en silencio, sin dejar de sujetar la falda de Cassandra.
Serena le tendió suavemente la mano.
—No tengo las manos suaves como tu, ¿sabes? —añadió con un toque de humor—. Espero no te molestes..Es por la espada.
Lily soltó una risita muy baja, sorprendida. Dio un paso adelante y tocó la mano de Serena con timidez.
—¿De verdad… peleas con espadas? —preguntó en un susurro.
—A veces hasta gano —contestó Serena, guiñándole un ojo.
Orión las observó de reojo, notando la facilidad con la que Lily sonreía ante Serena. Algo en su expresión se suavizó un instante, aunque pronto volvió a su habitual severidad.
—Es suficiente por hoy —interrumpió—. Mañana tendrás tu presentación oficial ante los consejeros y la corte. Cassandra, encárgate de mostrarle sus aposentos.
Cassandra asintió y con una sonrisa cómplice le indicó a Serena que la siguiera.
Mientras Serena caminaba detrás de Cassandra, sintió los ojos de Orión fijos en ella. Giró la cabeza un instante y le sostuvo la mirada, desafiante, antes de desviar la vista hacia Lily, que aún la observaba desde el pie de la escalera con tímida curiosidad.
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El aire se filtraba por los ventanales abiertos, trayendo un leve aroma a flores y el murmullo de una fuente cercana. Cassandra había llevado a Serena y a sus primas hasta un pequeño salón anexo al jardín, donde las lámparas colgantes proyectaban una luz dorada y cálida.
Liora y Adena no cabían en sí de la emoción. Miraban los tapices y los ventanales como si estuvieran en un cuento de hadas. Serena, en cambio, observaba todo con esa mezcla de curiosidad fría y cálculo que ya era habitual en ella.
Cassandra dejó una bandeja de frutas sobre la mesa baja, sirviendo algo de té con movimientos elegantes.
—Supongo que debe de ser un poco… abrumador —comentó Cassandra, con una media sonrisa—. La corte puede parecer un monstruo, pero no muerde. Bueno… no siempre.
—Si muerde, Tu muerde primero —respondió Serena con un humor seco, arrancándole una carcajada ligera a Cassandra.
Liora, sentada junto a Adena, no pudo evitar reír.
—¡Sabía que no tardarías en contestarle así! —dijo, divertida.
—Es Serena —añadió Adena, mirando a Cassandra—. No deja que nadie la intimide, ni siquiera al mismísimo Rey.
Cassandra arqueó una ceja, evidentemente intrigada.
—Eso ya lo he oído. Dicen que le apuntaste con una daga. —La miró con una mezcla de asombro y diversión—. Eso es… valiente. O una locura, depende a quién le preguntes.
—Ambas— tomando una copa de agua con tranquilidad—. Y no me arrepiento.
Las primas se miraron entre ellas y contuvieron una risa. Cassandra sonrió, apreciando esa franqueza.
— Por ahora esta será tu habitación, después de la boda ya estará listo la casa real para tu familia y te instalarán con Orión
Serena sintió un escalofrío, casi esculpiendo él té— Estoy bien… Gracias. Aunque dudo que me aguante en cuatro paredes… - murmuró lo último.
La conversación ligera fue interrumpida cuando la puerta se abrió suavemente. Elian entró, con un libro en una mano y una leve sonrisa cortés al verlas. Se notaba que había pasado tiempo fuera, tal vez en el ala de estudios del palacio.
—Espero no interrumpir —dijo con voz tranquila, profunda pero amable—. Solo vine a asegurarme de que nuestras invitadas se acomodaran bien.
Serena levantó apenas la vista, inclinando la cabeza en un gesto de cortesía.
Liora y Adena, en cambio, parecieron ponerse un poco más nerviosas… y curiosamente, algo más animadas.
—No interrumpen hermano —respondió Cassandra, con un brillo travieso en la mirada al notar el súbito interés de las chicas—. Solo estábamos conversando.
Elian posó el libro sobre la mesa y se volvió hacia Serena.
—Debo decir que tenía curiosidad por conocerla —comentó con naturalidad—. No todos se atreven a enfrentarse a mi hermano mayor… y menos a ganarse una invitación al trono por hacerlo.
Serena entrecerró los ojos, pero sus labios se curvaron apenas en una sonrisa fina.
—Supongo que hay primeras veces para todo.
Elian rio suavemente, un sonido cálido que contrastaba con el carácter gélido de Orión.
—Me alegra escuchar eso. La corte suele ser… demasiado seria para mi gusto. Espero que conserve ese espíritu. —Su mirada se mantuvo en ella un segundo más de lo que el protocolo exigía.
Liora carraspeó bajito, intercambiando una mirada cómplice con Adena, que sonrió de manera apenas disimulada. Cassandra, que no se perdía un gesto, arqueó una ceja divertida.
—Parece que ya hay quien encuentra la corte más interesante de lo habitual —comentó con un tono inocente que solo hizo que Liora bajara la vista para ocultar su sonrisa.
Serena, notando el ambiente, sostuvo la mirada de Elian un instante y luego alzó la ceja.
—Interesante… o peligroso. Aún estoy decido.
Elian sonrió de lado, con un gesto casi encantador.
—A veces, ambas cosas son lo mismo.
Adena no pudo evitar reír suavemente, tapándose la boca.
—Creo que nunca hemos conocido a alguien tan… directo, aparte de Serena —murmuró hacia Liora, lo bastante bajo para que solo ella lo escuchara.
Cassandra, divertida, sirvió más té.
—Bueno, parece que el salón de los jardines acaba de volverse más animado que el consejo real.
Lily, que había entrado sigilosamente con un pequeño cuaderno en la mano, se acercó al sofá junto a Serena. La miró con ojos tímidos pero brillantes.
—¿Puedo dibujarte? —preguntó en voz bajita—. Nunca he dibujado a una soldado… y menos a una futura reina.
La pregunta tomó a Serena por sorpresa, pero su expresión se suavizó un poco. Se acomodó en el sofá y asintió.
—Está bien… pero no me hagas ver demasiado amable.– posaba como matón – ¿ Así? ¿O una con la espada ?
Lily sonrió con timidez, junto a los demás al verla hacer poses,se sentándo cerca con su cuaderno mientras Liora y Adena miraban animadas.
Elian se acomodó en una silla cercana, apoyando el codo en el brazo del asiento.
—Debo admitir que no esperaba que mi hermano trajera a alguien tan… distinta. Es refrescante.
Serena lo miró de reojo, con un deje de ironía en la voz.
—Veremos cuando dura...
Elian inclinó la cabeza, con una sonrisa apenas insinuada.
—A veces lo inesperado es lo que más necesitamos.
Cassandra cruzó los brazos, divertida ante la sutil tensión que flotaba entre ellos.
—Bueno, al menos esta boda promete no ser aburrida —dijo, con una sonrisa cómplice.
Serena suspiró, mirando el jardín a través del ventanal, aunque la esquina de sus labios se curvó muy levemente. Por primera vez en mucho tiempo, el ambiente no le resultó asfixiante, y eso era algo que no pensó encontrar en la corte.
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