 
                            Pesadillas terribles torturan la conciencia y cordura de un Detective. Su deseó de proteger a los suyos y recuperar a la mujer que ama, se ven destruidos por una gran telaraña de corrupción, traición, homicidios y lo perturbador de lo desconocido y lo que no es humano. La oscuridad consumirá su cordura o soportará la locura enfermiza que proyecta la luz rojo carmesí que late al fondo del corredor como un corazón enfermo.
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El Hombre Sin Ojos. Pt.23.
Él me mira con algo de ira por mi sonrisa burlona, aparto la mano del micrófono y él habla:
—Sí… hola, Javiera. Lo siento, he tenido demasiado trabajo estas semanas. Discúlpame. No llamo en esta ocasión para oír tu hermosa voz; necesito que me digas cómo está el chico pandillero que llegó esta madrugada. Fue apaleado en un callejón del distrito sur; mi compañero lo encontró y lo salvó antes de que se desangrara.
Ella guarda silencio un instante. Se oye un suspiro largo, lleno de resignación:
—Bien —dice—. Dame un momento.
Mientras escuchamos el tecleo al otro lado, una señal de emergencia irrumpe de fondo: «Rápido, personal a la sala 6; paciente en paro; traigan el desfibrilador». La voz de Javiera regresa, apurada y distante:
—Lo siento, Héctor. El chico del que hablas acaba de entrar en paro. Te llamo en cuanto sepa algo.
Y cuelga.
Nos quedamos los dos mirando el teléfono como si pudiera expulsar respuestas por sí mismo. Mierda. Si este niño muere, será aún peor: tendrán más razón para acusarme de haber matado a un chico a golpes. Dioses. Que al menos lo mantengan con vida hasta que lleguemos; tal vez pueda sacarle más información aparte del estúpido video que grabó. Necesito saber quién es ese puto asiático de la foto y por qué la tomó solo diez minutos antes de empezar a grabar.
Miro a Héctor:
—Bien. Espero que tu chica y sus colegas mantengan vivo al mocoso hasta que lleguemos.
Él me responde con desagrado:
—Esta mierda no me gusta. Mejor mandamos a alguien del círculo a cuidar al chico. Si el teniente le puso protección, no confío en que no sean vendidos los que envíe. No confío en casi nadie de la comisaría.
La lluvia de pensamientos me golpea en la nuca como un tambor seco. La ciudad sigue su respiración ajena, pero por debajo, algo huele a pólvora y traición. Y yo ya no sé a qué demonios le tengo más miedo: a que me maten, o a que me quiten todo lo que me importa.
Le respondo a Héctor:
-sí, tienes razón; le mandaré un mensaje desde tu teléfono al teniente. Busco el contacto registrado como “Papá Gruñón” y me río al ver que el nombre está igual que en mi lista. Escribo:
—“Hola, mi querido Teniente de los ojos bellos, le pido que por favor mande a alguien del círculo a cuidar al estúpido del callejón, para que no manden a alguien para asegurarse de que se muera. Espero que ya haya visto el video y sepa lo esencial que es mantener a ese infeliz vivo. Con mucho amor, Héctor, de su corazón.”
Me río mientras le paso el celular a Héctor.
—Listo —le digo entre risas—, ya le solicité al teniente que mandé a alguien de confianza.
Le paso mi teléfono y le pido que lo conecte al auto para que se cargue; no me gusta ir con el móvil muerto. Héctor lo toma y lo enchufa al cable del encendedor. El puto celular está en cero; este Mustang viejo carga lento, como todo aquí.
Héctor lanza la colilla por la ventanilla y me dice:
—Mira, ya estamos por llegar. Prepárate.
A lo lejos aparece la entrada de la residencia de los Cooling. En la puerta hay cuatro tipos con trajes negros y detalles azules; llevan fusiles nada discretos. Están dentro de la residencia, así que no podré detenerlos desde afuera. Nos acercamos más a la entrada y Héctor pregunta:
—Bien… ¿cómo manejaremos esto?
Obvio: se están preparando para salir a dar balazos.
Saco la Beretta de la funda y paso la primera bala. Miro a Héctor y le digo, con la voz seria:
—Mantente en el auto con mi ventana cerrada. No apagues el motor. Entraré solo; si escuchas disparos, lárgate y vuelve con la caballería. Entraré solo —prefiero suplicar para que me escuchen a que explotes y te metas a discutir con él como siempre.
Héctor frunce el ceño y me responde:
—Claro que no, idiota. No entrarás solo directo a la boca del león de Cuatro Leguas. Más te vale tener claro que no te dejaré entrar solo; los dos estamos en esto, te guste o no.
Sus ojos están llenos de determinación. Carajo: ¿cómo puede ser tan valiente o tan estúpido? Sus ojos llenos de coraje solo me dejan claro que vendrá sí o sí conmigo. Este idiota es capaz de seguirme al infierno con tal de no dejarme solo; bien. Que así sea: mejor un tiroteo con él a mi lado que estar solo contra Demian y sus matones.
Le devuelvo la mirada seria y siento la tensión en mi rostro; sin duda es mi maldita y espantosa sonrisa. Le digo:
—Bien… hermano. Pero no será hoy y no será aquí.
Héctor me devuelve una sonrisa de complicidad. Mira al frente como queriendo estrellar el Mustang contra la pesada reja de metal que tapa la entrada de la residencia. El motor ruge; los hombres armados dentro se alteran y alzan sus armas, pero uno de ellos, en medio, alza el brazo y los detiene. Veo su boca moverse, pero la distancia me impide oírle. Héctor frena en seco frente al enorme portón, derrapando el viejo Mustang y dejándolo de costado en la entrada. Con el motor aun rugiendo, bajo del auto y miro al chico que detuvo a los demás.
Es Fabián, el hijo mayor de Demian. Es un chico silencioso, pero muchos me han contado que es un loco a pesar de tener solo dieciséis años; le gusta usar nudillos de acero y romperle la cara a los tipos contra los que se enfrenta. Sin duda este niño quiere ser reconocido como alguien tan letal como su padre. Le sonrío y le digo:
—Buenos días, joven Fabián. Necesito hablar con tu padre; ¿se encontrará en casa?
Me mira fijo a los ojos. Lo siento desafiante, pero también veo que no se atrevería a atacarme a plena luz del día y menos con Héctor detrás de mí, que sale del coche con una mirada seria, fulminando a los tipos en la puerta.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    