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En Las Garras Del Mafioso.

En Las Garras Del Mafioso.

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Completas / Mafia / Diferencia de edad / Triángulo amoroso
Popularitas:498.6k
Nilai: 4.7
nombre de autor: Wang Chao

Después del incidente en aquel hotel, Luka marcó una línea con su jefe, lo que pareció funcionar por algún tiempo, sin embargo, ¡Su jefe siempre está detrás de él!.

¿Qué puede hacer para evitar caer en las garras del mafioso?

📌Segunda novela de la trilogía: Hermanos Mancini.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 22. Hasta no dar con él.

—Por aquí, por favor.

Un anciano lo guío hasta una entrada de metal enorme, por supuesto, primero paso la invitación dorada por un filtro de seguridad, el cual confirmó su veracidad.

El hombre canoso llevaba puesta una máscara oscura, la cual cubría la mitad de su rostro. Un traje hecho a medida y de alta calidad.

Lo llevó por un pasillo largo e iluminado perfectamente bien. Con alfombra roja y decoraciones doradas. Entró por una puerta en forma de arco. Miró alrededor. Había mesas con una lámpara tenue en el centro, lo cual dificultaba un poco la vista, ya que el lugar estaba oscuro. Sin embargo, se escuchaban charlas lejanas, casi como susurros difíciles de entender. 

El anciano lo guío hasta una mesa en el fondo. El lugar era enorme y la música de piano era exquisita. El hombre en el centro del escenario estaba muy concentrado en su actuación. Si no supiera que ese lugar estaba repleto de personas con poca moral, imaginaria que era un concierto de piano.

Leandro ocupó el lugar y vio alrededor. No con un techo de doble altura y techo de cristal, el lugar era hermoso. Pero no todo estaba ocupado, en el centro, justo donde estaba el pianista, había espacios vacíos. En su mesa había una pantalla de quince o diecisiete pulgadas, además de un par de audífonos Bluetooth.

—¿Eres nuevo? —la voz de una persona hizo que girará la mirada hacia un lado. Se encontró con un rostro cubierto por una máscara blanca en media luna.

—Sí. Recientemente, me llegó la invitación. —Respondió con naturalidad. El hombre sonrió de lado mientras mordía su dedo pulgar.

—Supongo que sabes qué hacemos aquí, ¿No?, dime, ¿Cuáles son tus gustos? —Leandro arrugó las cejas. No sabía absolutamente nada de lo que se hacía en ese lugar.

—Soy un hombre reservado. No me gusta compartir mis gustos con desconocidos.

El hombre entrecerró los ojos, como si examinara cada una de sus palabras con sumo cuidado. Leandro tragó saliva. Nunca se había sentido tan acorralado como en ese momento. Si estuviera en otra situación, ser descubierto, no le importaría. Pero la vida de Luka estaba en peligro, no iba a arriesgarse por un maldito error. Por suerte, el hombre soltó una carcajada y palmeó su hombro con gentileza, mientras arrastraba una silla a su lado.

—Somos iguales —dijo. «Por supuesto que no somos lo mismo, maldito hijo de perra» pensó Leandro—. Prefiero mantener mis pequeños gustos en secreto. Pero, dado que eres nuevo, no está de más conocernos un poco.

Leandro arqueó una ceja—. Entonces, puede comenzar a hablar. 

El hombre chasqueó los dedos y, acto seguido, un mesero apareció con dos copas. Fue entonces cuando Leandro miró más detenidamente su espalda y noto que, en casa muro del recinto, había una persona con una charola en mano y una pequeña mesita con distintas botellas de licor y hielo.   

—¿Qué les apetece tomar? —Preguntó educadamente.   

—El mejor coñac que tengas —dijo el desconocido y miró a Leandro, a lo cual él asintió. Luego de servir dos copas de coñac, el mesero regreso a la oscuridad de la pared—. Salud.   

—Salud. —Leandro levantó su copa y la golpeó suavemente con la copa del desconocido. Luego de un trago, ambos bajaron la copa y se quedaron en silencio por unos segundos, sin embargo, ambos mantuvieron los ojos puestos en el contrario—. ¿Y bien?

—Mis gustos son, como decirlo, —él puso una de sus manos en la barbilla—, algo… peculiares.

—Tampoco me gustan las cosas comunes. —Leandro volvió a tomar un sorbo de coñac.

—Lo común es sumamente aburrido. ¿Sabe?, hace tiempo tuve una preciada mascota, lamentablemente escapo, ahora vengo a todas las reuniones para poder encontrar algo igual de valioso, sin embargo… todo aquí es aburrido. —Dijo, con un rostro afligido.

Leandro estaba por decir algo, sin embargo, el sonido de la música se detuvo y una persona; con un traje de lentejuelas rojas, y una máscara que le cubría el rostro por completo, hizo su aparición en el escenario. El hombre con la máscara de media luna se levantó y se fue.

Leandro miró el escenario, interesado por lo que iba a ocurrir.

—Buenas noches a todos. Este año, como los años anteriores, tenemos una gran variedad de mascotitas. —El hombre se rio como si hubiese contado el mejor chiste del mundo. Y, aunque a Leandro no le hizo la más mínima gracia, hubo quienes sí se rieron—. Pónganse los audífonos, y disfruten del espectáculo. Los precios se pondrán al final de la presentación.

El presentador aplaudió dos veces en el aire y la música comenzó. Hombres vestidos con trajes negros y máscaras de cuervo, entraron cargando sillones de KamaSutra. Otros hombres, altos y musculosos, vestidos con ropas de cuero y llevando únicamente pantalón, se quedaron al lado de las camas, algunos en par, y otros solos. Por lo que estaba viendo, todo lo que iba a ocurrir en ese lugar, era inhumano y asqueroso. Había cámaras y todo estaba siendo transmitido en las pantallas frente a ellos.

Leandro mantenía sus ojos atentos a la pantalla. El comunicador en el oído estaba funcionando perfectamente y sus hombres, juntos con los hombres de Vicenzo, Elisa y, por supuesto, su hermano. Únicamente estaban esperando su orden, y todo lo que ahí había, quedaría en el pasado.

Las cámaras se enfocaron en dos entradas diferentes, ambas en formas de arcos. De ahí, una fila de hombres, y otra de mujeres, salieron. Las mujeres eran de diferentes edades, estaturas y color de piel. De la más pequeña a la más alta. Todas vestían con ropas blancas. Vestidas un poco transparentes y de encaje, con el cabello recogido en una hermosa trenza adornada con flores. Sin embargo, y aunque su rostro estaba perfectamente cuidado, era como ver caminar a robots.

Por otro lado, los hombres, aunque también llevaban ropas blancas, ellos portaban un saco que apenas cubría la parte delantera de su cuerpo, con una abertura enorme en la parte trasera y un cuello exagerado en V. Pantalones cortos y ajustados. Apretó sus manos con fuerzas, al ver que algunos de los chicos y algunas de las chicas, aún podían ser menores de edad. Y aunque él también era desalmado, nunca había lastimado a personas inocentes. Incluso cuando amenazo a ese universitario, no planeaba hacerles nada a esas personas. Para él, era mucho más sencillo mantener a Luka encerrado.

Sus ojos se abrieron. La venta en su cuello saltó por la rabia. Sus puños se apretaron aún más, logrando enterrar sus uñas en su piel. Y las ganas de matar a todos esos bastardos surgieron al instante en el que, entre todos esos chicos, su querido y preciado secretario apareció.

—Háganlo ya. Háganlo de una puta vez. —Murmuró con rabia.

Sin demorar un segundo más, los hombres siguieron con el plan que había trazado horas antes. Pronto, las luces del recinto se apagaron por completo y, como si fuesen soldados entrenados (porque algunos, de hecho, lo eran), del techo, hombres armados, irrumpieron. Las ráfagas de metralletas y las linternas iluminaban tétricamente todo el recinto.

El lugar estaba resguardado, por supuesto, así que las personas comenzaron a huir en diversas direcciones, buscando a sus guardaespaldas. Leandro se quedó en su lugar, porque no podía ir por ahí sin ver absolutamente nada.

—Señor. —La voz de Leo llego desde un costado.

—Maldita sea, apresúrate. —Dijo. Leo coloco el casco de visión nocturna lo más rápido que pudo y le entrego una metralleta, junto a una pistola pequeña—. Mátenlos a todos.

Luego de dar la orden, Leandro corrió hacia donde estaba el escenario y busco desesperadamente a Luka. Miró, por doquier, el hombre que tocaba el piano estaba ahí, sobre esas teclas blancas desangrándose. Debajo de esa madera perfectamente pulida, una adolescente abrazaba sus piernas, completamente aterrada.

—Ey, tranquila —dijo Leandro, poniéndose de cuclillas en el suelo. La chica, completamente aterrada, retrocedió—, no te muevas. Quédate aquí. Dime, ¿Dónde están los demás?

—E…en los do…dormitorios. —Habló, con la voz temblorosa—. Llega por cualquier pasillo. —Terminó de decir, aun llorando.

—Gracias. —Dijo él antes de irse.

Corrió por una de las puertas. Los disparos de fondo podían escucharse, aunados a algunos gritos de dolor. No obstante, a él, la única persona importante en todo ese mierdero, era Luka. Y hasta no dar con él, no planeaba mostrar piedad a nadie.

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Yuliana Caballero
Excelente
Yuliana Caballero
Muy malo
camila
Excelente
camila
pobre me dio pena, él se esforzó jajaja
Irene Diaz
Excelente
camila
Yo sería Andrea jajaja
camila
alguien está pensando en cortarse la barba jajajaja
camila
le dio en donde más le duele
Iván Pérez
Excelente
Alliette Cardoza
Me gustó muchísimo, tienes talento 😊
Wang Chao: Muchas gracias por tu apoyo /Heart//Heart//Heart/
total 1 replies
Betty Montaya
La paciencia es de sabios
Cobado Balaguer
Excelente
Alliette Cardoza
Pero a lucas se le olvidó que el lo rescató 🙄
Alliette Cardoza
Excelente
Marilyn Betancur
Lo que faltaba, es la putita de Dylan /Right Bah!//Cleaver//Hammer/
Maru Castrillon
Normal
Imacairy Lopez
Excelente
Betty Montaya
igual🤔
Luz Estela Franco Camacho
Muy buena gracias cortica pero sustanciosa felicitaciones
Vaa••§
ME ENCANTA FELICIDADES AUTORA 🎊🎉🎉🎉🥳🥳🥳🎉🎉🎉😘
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