En Las Garras Del Mafioso.
Luka lo miró, despectivo. Aún podía recordar la voz de aquel hombre que, hasta el momento, no sabía su nombre. El rostro de Leandro era complicado cuando lo vio. Luka sabía porque su mirada era con tanto reproche, después de todo, gracias a él, un negocio no se había logrado formar, y aunque había sido hacía meses, aun le guardaba rencor. No obstante, no se arrepentía de la decisión que tomó esa noche. Él no iba a venderse o a acostarse con alguien por el bien económico de otra persona.
Con documentos en mano, se acercó y los puso sobre el escritorio. Ahora no era nada más que un simple secretario. Los besos ocasionales y coqueteos, así como roces intencionales, habían terminado. Recordando las palabras de Leandro, seguramente su interés en él había pasado. Por supuesto, él no estaba decepcionado o sorprendido, conocía la vida que llevaba, y, si en algún momento llegase a sorprenderse, sería porque Leandro dejara a sus amantes y se concentrara en una sola persona. Pero eso sería como pedirle peras al olmo.
Después de ver los papeles, Leandro los firmó y los entregó nuevamente. No hablaban mucho en esos días y él estaba agradecido por ello. Él estaba concentrado en sus estudios para poder entrar a la universidad. Ni siquiera tenía tiempo de pensar en esos estúpidos sentimientos que tenía.
Leandro había regresado a ser como antes. Salía casi todas las noches con una persona distinta, por supuesto, era él quien tenía que concertar esas citas.
—Luka. —Llamó Leandro desde el umbral de la puerta. Luka, que tenía un escritorio a un lado de esa oficina, levantó los ojos y lo miró—. Llama a Dylan, nos veremos en el mismo lugar está noche.
Luka asintió, sin ningún rastro de sentimientos tristes en el rostro. Dylan Maxwell era un chico americano que había conocido Leandro, mientras estaba en un viaje de negocios. Era rubio y de ojos verdes oscuros, con pequeñas pecas adornando su rostro y pestañas risadas. Sin duda, alguien hermoso que admirar.
Leandro no hablaba mucho de sus amantes, para él, simplemente eran de paso, no obstante, cuando se reencontró con Dylan Maxwell, parecía haber cambiado. Tal vez, incluso entre los amantes había niveles. Luka no comprendía mucho de eso, pero tampoco quería hacerlo. Se dio cuenta que, de hecho, era una persona cien por ciento monógama, y nunca podría ir de un lado a otro con cualquier. Pero esa regla no aplicaba para su jefe.
Él escuchó, de la boca del mismo Leandro, que ya había conocido a Dylan, hacia años. Después de dejar el país americano, no volvió a tener contacto con él hasta que lo encontró en un bar, un par de semanas atrás. Se habían reunido, y pensó que iba a terminar ahí. Para su sorpresa, hoy le había pedido una nueva reunión.
Leandro se quedó ahí, esperando recibir noticias de Dylan. Luka, con la mirada de su jefe encima, marcó el número y esperó un poco antes de que conectara. Al decir su nombre y su posición, así como el motivo de la llamada, del otro lado, un grito de emoción lo ensordeció, incluso lo hizo despegar el celular de su oído por unos segundos. Después, la llamada terminó.
—¿Y bien? —Leandro ladeo la cabeza, mientras esperaba una respuesta.
—Irá. —Dijo—. Se escucha muy emocionado. —Respondió Luka.
El mafioso se quedó un minuto viendo al chico. Luka únicamente podía fingir una sonrisa, deseando que se fuera. Quién sabe que esperaba, pero después de un medio minuto más, Leandro se dio media vuelta y resopló con frustración antes de entrar a su oficina. Sólo entonces, Luka pudo murmurar maldiciones en contra de él.
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Luka miró el edificio enorme que se alzaba frente a sus ojos. Era el hotel de cinco estrellas más famoso de la ciudad. Él había reservado la habitación suite con piscina de hidromasajes y jacuzzi. Ordenó el mejor champagne, hizo que pusieron pétalos de girasoles por doquier, (eran las favoritas de Dylan).
—¿Impresionado? —La voz de Leandro le hizo estremecer. Se movió unos cuantos pasos para alejarse de él. Desde hacía días los estaba evitando, y parecía que Leandro ya no tenía las mismas intenciones con él, aunque de vez en cuando, el hombre se le acercaba más de lo normal.
—Un poco. —Respondió.
Leandro lo examinó con esos ojos agudos que tanto le gustaban a Luka. Su mirada recorrió de pies a cabeza al chico, pero no pudo notar nada extraño en él. Después de verlo durante medio minuto, sus ojos se posaron en los rosados labios. Del ancho perfecto y una figura envidiable. El deseo de besarlos y morderlos hasta hacerlos sangrar, se avivó como una pequeña flama que fue creciendo mientras más observaba. Tuvo que apartar los ojos, o al segundo siguiente ya lo hubiese estado besando.
Sin decir una palabra, comenzó a caminar hacia el imponente hotel. Luka lo siguió a una distancia prudente, lo menos que quería causar, eran malos entendidos entre Dylan Maxwell y Leandro.
Aún podía recordar el dolor en su mejilla la primera vez que se encontraron.
En aquella ocasión, (que fue justo después del reencuentro entre su jefe y el americano), Luka estaba arreglando algunos papeles en la casa de Leandro. Él, como secretario personal, tenía la obligación de ir cuando le fuera solicitado. Ese día, como muchos otros, Leandro le pidió que fuese para revisar algunas cosas de sus negocios. Luka llegó temprano y comenzó a revisar las cuentas del casino, supuestamente, el administrador estaba desviando fondos.
Pasó medio día con los ojos enterrados en la computadora y hojas con filas de números interminables. Su cabeza dolía y sus ojos estaban cansados. Incluso los lentes le eran inservibles. Sentía que en cualquier momento tiraría todo a la basura y saldría corriendo de ahí.
—¿Y bien? —Leandro se sentó a su lado y agarró una de las hojas. Luka se recargó sobre sus rodillas y soltó un largo y pesado suspiro.
—Esto es un desastre. —Dijo, se incorporó y agarró la computadora y comenzó a deslizar su dedo para mostrarle las cuentas—. ¿Hace cuánto no supervisas esto?
—No lo sé. Tengo tantos negocios, y dinero de por medio, que no puedo ocuparme de todo personalmente. —Luka no sabía si se estaba quejando, o estaba presumiendo. Rodó los ojos y continúo mostrándole las cuentas. Aunque él no tenía una carrera universitaria, siempre fue bueno en los estudios, y mucho más en las matemáticas.
Desde que había entrado a trabajar con David, comenzó a empaparse de conocimiento sobre administración y contabilidad, lo que le facilitaba el trabajo. Siguió trabajando ante la atenta mirada de Leandro. Aunque después ya no le importó mucho, aun se sentía incómodo. Decidió concentrarse en los números e ignorar la, no tan sutil, mirada de su jefe.
—¿Tienes hambre?, llevas más de medio día trabajando. —Leandro se puso de pie y agarró su celular—. Voy a pedir algo, ¿Qué quieres?
—Lo que sea está bien. —Respondió sin quitar la mirada de la computadora.
Leandro sonrió. La luz azul de la computadora se reflejaba en los ojos de Luka y los lentes le daban un aspecto hermoso. Era una lástima que ya no pudiera acercarse a él.
Pasó media hora y el timbre del departamento se escuchó dos veces. Luka miró de reojo a su jefe, Leandro estaba a lo lejos de una llamada. El timbre volvió a sonar y tuvo que levantarse. Caminó de mala gana hasta la puerta, no obstante, no se encontró con el repartidor.
—¿Quién eres tú? —La voz arrogante del chico y su mirada despectiva le hicieron arrugar las cejas.
—Es lo mismo que iba a preguntar, tú no eres un repartidor. —Luka se cruzó de brazos y dobló una rodilla.
—¿Qué haces aquí?, este es el departamento de mi novio, Leandro Bernocchi. —Luka sintió un amargo sabor de boca. Había conocido innumerables parejas de Leandro. Él tenía la lista de todas y cada una de las personas que pasaban por la cama de su jefe, una por cada día del año, pero ninguna se había atrevido a ir ahí.
—¿Novio? —Luka casi se rio—. Todos los amante de Leandro son sólo eso, amantes de cama, una o dos noches, no pasarás de eso. Eres igual que todos.
Él ni siquiera lo vio ir, pero, para cuando se dio cuenta, la palma del chico se había estampado en su rostro. La bofetada fue tan fuerte que logró sacarle un hilo de sangre. Luka apretó los puños y, justo cuando estaba por regresarle el golpe, su mano fue sujetada por detrás.
—¡Suéltame! —Gritó, furioso. Sus ojos estaban inyectados en rabia, pero eso no le importó en absoluto a Leandro.
—Vete, Luka. —Su voz fría le enfrió la sangre.
—Pero él…
—Dije que te vayas. —Leandro lo interrumpió al instante. Aun con su mano sobre la muñeca de Luka, lo arrastró a recoger sus cosas y después lo llevó hacia afuera, sin esperar a que Luka dijera algo, le cerró la puerta en su cara.
Con sólo recordar eso, se le erizaron los vellos del cuerpo. Dylan parecía ser muy importante para Leandro, lo mejor era mantenerse lejos de ese idiota, o terminaría rompiéndole la cara.
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Updated 51 Episodes
Comments
rosbely lujano
Idiota Leandro /Hammer//Hammer//Hammer/
2024-10-30
1
Gladys Zapata
ay pobre Luka
2024-10-25
0
Marlucha💋
Buscate otro que te valore Luka.
Ese Leandro no vale la pena.
2024-10-08
0