Júlia Mendes se mudó a Nueva York después de la muerte de su madre, después de perder su trabajo, por pura suerte del destino, consigue uno como niñera en la casa del director general. Lincoln es uno de los más grandes CEO de todos los tiempos, después de la separación vive para la empresa y los encuentros casuales. ¿Podrá Júlia, una simple niñera, conquistar el corazón de hielo del director ejecutivo? ¿O el mujeriego CEO se ganará el corazón de oro de nuestra querida Júlia?
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Capítulo 05
Finalmente hoy es viernes, estoy indecisa si estoy feliz de que mañana pueda ir a casa o triste por la misma razón.
Los niños esta semana aún no se han convertido en mis mejores amigos AÚN, pero tampoco están tan distantes como el primer día.
Tan pronto llegaron de la escuela los hice bañarse, solo me aseguro de que no haya accidentes.
Al señor Lincoln Evans solo lo vi una vez más y aún evito interactuar con él, le temo a que se avergüence, pierda su trabajo y consecuentemente se aleje de los niños a quienes estoy muy apegada, y por eso no sé si quiero ir a casa.
La madre de los niños, a quien descubrí que se llama Cindy, también descubrí que lleva un mes sin visitar a los niños, pero eché un vistazo a su perfil de Instagram, ayer mismo publicó una foto con los mellizos diciendo que son su vida, la famosa madre de redes sociales. También aproveché para ver el perfil del señor Evans, misericordia, lo mal padre que es tiene de guapo. Sentí algo extraño pero lo ignoré, si así trata a sus hijos, ¿cómo tratará a alguien que no es de la familia? De hecho, tuve un adelanto de su comportamiento cuando trató a Soraya.
Ni siquiera deseándole lo mismo que me trató, pobre.
Pasé dieciocho años de mi vida viendo a mi madre ser utilizada por hombres de todas las formas y me juré a mí misma que no aceptaría eso en mi vida, no me convertiré en juguete de ningún hombre.
Julia – Bien, ¿ayer fue el día de quien eligiera la película que íbamos a ver?
Liana – Liam eligió – cuando están de mal humor hablan mal, a veces hablan bien. Supongo que es falta de padre y madre para guiarlos ¿no es así? La escuela enseña y los padres educan. ¿O es al revés? Me confundí ahora.
Liam – Ah no, otra vez una película de princesas no – mi pequeño príncipe refunfuña cruzando los brazos y luciendo bastante molesto haciendo que sus mejillas se vean más grandes, sonrío.
Liana – Eres un aburrido – mi princesa dice cruzando los brazos también y haciendo un puchero. Sí, ellos son míos, en pensamiento y corazón, solo no puedo mostrar eso o me llamarán Nazaré tedesco.
Liam – Tú lo eres – dice para molestar a Liana.
Liana – Para, Liam.
Liam – Para ti, aburrida.
Julia – Los dos paren – digo firme para que me presten atención – los hermanos no pueden pelear de esa forma, cada uno cede un poco y todo estará bien.
Liam – pero no quiero ver una película de princesas hoy – Liam dice con los ojos rojos.
Liana – pero yo quiero – Liana también parece que va a llorar.
Julia – Entonces nadie verá nada – digo y ahora los dos parecen interesados en lo que digo – juguemos a dibujar.
Liam – pero eso lo hacemos en la escuela.
Liana – Sí, hoy pinté la letra C.
Liam – Sí, la profesora dijo que pinté demasiado fuera de la línea – Liam dice de manera adorable.
Liana – Ella amó mi dibujo – Liana dice dando vueltas, me parece tan tierna.
Julia – Apuesto a que lo que quiso decir es que la próxima vez lo harás mucho mejor, Liam – digo dándole un beso en la mejilla, él se avergüenza pero sonríe de lado.
Liana – La lección lleva a la práctica ¿no es así, tía Ju? – Liana dice, busco palabras que encajen en ese diálogo y cuando creo que sé me contengo para no reírme, porque ella se enoja, pero en realidad me hace gracia porque es tierno cómo habla.
Liam – No entendí, Liana – Liam parece realmente confundido.
Julia – Quiere decir que si sigues practicando cada vez lo harás mejor – digo, parecen pensar.
Liam – Entonces ¿me puedes enseñar a practicar para hacerlo perfecto? – Liam pregunta y no puedo decir que no.
Liana – ¿Qué letra viene después de la C?
Liam – la D, ¿no, Liana?
Liana – ¿D de Dedinho? – Liana parece pensar mientras pregunta a Liam, quien niega.
Liam – No tontita, D de Dado – No aguanto la conversación de estos dos, pienso en cómo los padres se pierden toda esta perfección que es ser parte del crecimiento de un niño.
Julia – Los dos tienen razón, porque las dos palabritas comienzan con la D – digo y ellos están de acuerdo – ¿saben qué más empieza con la D?
Liana– ¿Boca?
Liam– ¿Dibujo?– Liam grita.
Júlia – Eso, entonces vamos a la oficina de papá e imprimimos unos dibujos de la letra C para practicar hasta que queden bonitos.
Les digo y los dos celebran. Tomo sus pequeñas manos y los llevo hasta la oficina, que sé que está abierta y el Señor Evans solo llega alrededor de las nueve de la noche y aún son las seis de la tarde.
Tan pronto entramos, les advierto que no toquen nada. Encuentro una impresora moderna, la conecto y busco en Google en mi celular "dibujo de la letra C para colorear". Encuentro uno con un perrito al lado para también colorear y presiono para compartir, hago diez copias porque sé cómo son estos dos.
Julia – Vamos a cantar – digo mientras elijo el color de impresión y presiono para imprimir – "mano en la cabeza".
Liana – "mano en la cintura".
Liam – "un pie en la frente".
Liana – "houtlo atlás, agola nadie puede moverse, ¡estatua!".
Julia – Liana se movió, varios besos para ella – digo y Liam y yo nos abalanzamos sobre Liana, llenándola de besos.
Liana – "pala pala pala" – pide, toda roja de tanto reír por las cosquillas que también le hacemos.
Nunca vi una impresora imprimir algo tan rápido en mi vida, ni siquiera tuve tiempo de cantar una vez más.
Julia – Vamos a regresar a la sala de juegos a colorear nuestros dibujos – digo y me giro para encontrarme con el señor "esto no es asunto mío" en la puerta, mirándonos como si fuéramos extraterrestres.
Lincoln – ¿Qué están haciendo aquí? – pregunta en voz alta y clara, los niños se acobardan y se aferran a mis piernas, trago saliva.
Julia – ¿Vivimos aquí? – intento roja de vergüenza y quizás de rabia, no sé qué siento cuando lo miro a ese hombre guapo y arrogante.
Lincoln – No te hagas la santa, chica, entendiste – exclama.
Liam– Vinimos para hacer un dibujo – dice mi príncipe aún agarrado a mis piernas detrás de mí.
Liana – para pintar la letra C, papá nos dio permiso – Me contengo para no reír, veo que el señor ogro hace lo mismo.
Julia– Perdón, señor, la próxima vez pediré permiso antes – digo mirándolo a él, que misericordia, no puedo mirarlo otra vez porque mi corazón parece que ganó la lotería, decido mirar fijamente la cerradura de la puerta – ¿será de oro?
Lincoln – Sí, está bañada en oro – dice el señor Evans, abro los ojos como platos y siento mis mejillas arder como brasas – ¿Qué van a practicar?
Liam– La letra C.
Lincoln – La pronunciación correcta es letra Liam – dice el señor Evans, me contengo para no revolver los ojos – ¿Tendré que llevarlo al médico para que lo vean?
Julia – No, señor.
Lincoln – ¿Dijiste algo?
Julia – Perdón, señor, acaba de cumplir tres años y es normal que confunda algunas letras, especialmente la R por la L.
Lincoln – ¿Tienes algún hijo, señorita?
Julia – Mendes, señor, Julia Mendes, aún no tengo hijos, señor.
Lincoln – Entonces, ¿con qué derecho tienes opinión sobre algo que yo decida para mi hijo, JÚLIA MENDES? – Dice mi nombre no amablemente, los niños se aferran a mis piernas lo más que pueden y eso me enfurece.
Julia – Con el derecho que tengo de cuidar, señor, perdón, señor EVANS, en cinco días usted ha estado en casa dos veces y ninguna vez ha hablado con los niños, de hecho, ahora parece no darse cuenta de que tienen miedo de usted, y eso deja claro que si alguno de los dos puede saber algo sobre los niños, ese alguien soy yo, que en una semana sé más de ellos que usted en tres años no sabe.
Digo, él me mira, parece sorprendido, luego mira a los niños y se enfurece. El hecho de que diga que no puedo opinar en nada porque no tengo hijos me enfurece, lo dijo como si cuidara o supiera algo relacionado con los gemelos.
Lincoln – Aprovechen que el fin de semana ya es mañana y váyanse a casa – dice con una sonrisa maliciosa – Ah, no se preocupen por regresar, están despedidos.
Dice y sale de la oficina, mis ojos se vuelven rojos, pero de odio. Les pido a los niños que vayan a la sala de juegos a llevar los dibujos, que yo ya voy allá con ellos para pintar