Yeraldin guarda un secreto: su amor por Johan, el mejor amigo de su padre. La atracción es irresistible, pero el conflicto interno la desgarra. Johan, a pesar del deseo, se resiste por lealtad a su amigo. ¿Podrá Yeraldin conquistar su corazón, arriesgando la amistad paterna? ¿O este amor prohibido quedará sepultado en el olvido?
NovelToon tiene autorización de Lulu ev para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La subasta
La noche cayó sobre Italia. La noche de la cual no quería ser parte, llegó. Me vestí con un vestido negro que resaltaba mis curvas y un antifas plateado con plumas.
Me movía entre la multitud, asegurándome de que todo estuviera en orden. La subasta estaba en marcha: un espectáculo sórdido y fascinante a la vez, donde hombres poderosos del bajo mundo esperaban hermosas mujeres jóvenes, tratándolas como mercancía. Desde mi lugar, solo podía observar la escena con desprecio; mi mirada era fría y calculadora.
Brian: —¿Todo bien, enana?
Yeraldin: —Quisiera decir que sí, pero tú más que nadie sabes que odio todo esto, y más este tipo de eventos donde tratan a las mujeres como mercancía.
Brian: —Solo aguanta. Sabes que es importante este evento.
Yeraldin: —No prometo nada. ¿Cuánto más podré soportarlo?
Jared: —¿Qué hacen acá? Ya tenemos que empezar con la subasta.
Asentimos y nos fuimos a nuestros lugares. Al estar ya en el mío, observé al frente y, en una esquina, estaba Johan. Nuestras miradas conectaron y sonreí. Podría decir que era la calma en mi caos de ese momento. Él pareció reconocerme e hizo un saludo con su vaso de whisky. Solo seguí sonriendo hasta que me dijeron que debería estar atenta porque el evento ya comenzaba.
Durante la subasta, traté de mantenerme al margen, observando cómo las mejores mujeres eran presentadas como un pedazo de carne y vendidas al mejor postor.
Mi indiferencia era solo una máscara, ya que sentía repugnancia por la escena. No sé cómo diablos no estaba vomitando en esos momentos. Seguí en mi lugar hasta que una joven, no más de quince años, con los ojos llenos de terror, fue puesta en el estrado. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. El solo observar… ya no podía soportar más la hipocresía y la crueldad de la situación; me estaba asfixiando.
Ni siquiera lo pensé y me acerqué a Brian, quien estaba hablando con un hombre de aspecto amenazante, y le susurré al oído:
Yeraldin: —Ya no soporto esto.
Brian: —Hermana, sabes que es importante para papá.
Yeraldin: —Lo sé, pero debo hacer algo o me volveré loca.
Él me miró serio sin siquiera decir nada más, y yo me dirigí al estrado, interrumpiendo la subasta. Todos los ojos se posaron en mí; hasta los de mi padre me miraban, preguntándose qué hacía allí arriba con el micrófono.
Yeraldin: —Perdónen la interrupción, señores, pero tengo una propuesta… Ofrezco una suma considerable por todas las mujeres que quedan por ser vendidas.
Un silencio sepulcral cayó sobre todo el evento. Observándome, mi padre comenzó a caminar hacia mí, serio, mientras los demás hombres hablaban entre ellos. Confundida, busqué la mirada de Johan, como para confirmarme que lo que estaba haciendo era correcto, pero no estaba por ningún lado. Hasta que mi padre me jaló del brazo, quitándome el micrófono.
Jared: —¿Qué demonios crees que estás haciendo, Yeraldin?
Me susurró con voz baja y amenazante que me hizo tragar saliva, pero no lo demostré.
Yeraldin: —Quiero comprar su libertad. Quiero darles otra oportunidad.
Jared: —¿Estás loca? ¡Baja de ahí! ¡Estás arruinando todo!
Todo el lugar seguía en un silencio tenso tras mis palabras. Solo mantuve mi mirada firme en la de mi padre, que estaba furioso por lo que estaba haciendo, hasta que varios hombres, endurecidos, se acercaron a donde estábamos, preguntándole a mi padre qué ocurría y si seguiría la subasta. Pero antes de que él contestara, lo hice yo, como se dice “sin miedo al éxito”:
Yeraldin: —No seguiremos con esta mierda, ya que yo acabo de comprar a todas.
Thonshon: —No sé por qué estás en este lugar si no entiendes estos negocios.
D’Angelo: —Todo esto tendrá un precio, mocosa.
Sus palabras fueron cargadas de ira y amenaza que me hicieron tragar saliva, pero no estaba dispuesta a dar un paso atrás. Me mantuve con la mirada fija en ellos, sin demostrar miedo.
Yeraldin: —Soy consciente del riesgo, pero no daré un paso atrás con mi propuesta, y si creen que me intimidan, están equivocados.
El silencio ahora era más pesado. Sabía que mi audacia los había dejado a todos atónitos. Había desafiado no solo a mi propio padre, sino también a los hombres más poderosos del bajo mundo. Pero mi padre rápidamente me quitó el micrófono e hizo que Brian me bajara y se disculpó con todos.
A pesar de mi interrupción, la subasta continuó, aunque con un aire de incertidumbre. La mayoría de los hombres se mostraron reacios a seguir adelante con la misma intensidad que antes, pero no me arrepiento, ya que con la ayuda de mi hermano, quien como siempre me apoya en lo que hago, logré rescatar a diez mujeres, las más jóvenes, ofreciéndoles un lugar seguro y la promesa de un nuevo comienzo. Y eso, por lo menos, me puso feliz. Creo que ya no sufriré tanto en el infierno al momento de morir.
El evento terminó en un ambiente tenso y extraño: una mezcla de alivio y resentimiento. Aunque la mayoría se fueron con dos o tres mujeres con ellos, en el camino de regreso a casa fue un silencio tenso. La furia de mi padre era palpable, pero yo estaba satisfecha por haber ayudado a algunas chicas, aunque no me atrevía a sonreír frente a él. Brian tomó mi mano, serio, durante todo el camino hasta llegar a casa. Bajamos y entramos a casa, directo a la sala. Yo estaba dispuesta a irme, pero mi padre no me dejó hacerlo.
Jared: —¿Te das cuenta de lo que hiciste, Yeraldin?
Yeraldin: —Sí, y no me arrepiento.
Jared: —Por poco y arruinas todo.
Me gritó enfadado, pero yo no iba a dejarme intimidar si eso es lo que él quería, y si quería discutir, lo haríamos.
Yeraldin: —Tú me obligaste a ser parte de esto cuando sabías lo mucho que me repugnaba esta subasta. ¿Por qué me hiciste ser parte de esto cuando no quería?
Jared: —Porque es nuestro negocio, Yeraldin. Así es como mantenemos nuestro poder y nuestro control.
Yeraldin: —¿Y quieres que esté orgullosa de esto?
Brian: —Bueno, ya… dejemos esto acá. Ambos están disgustados y esto terminará mal.
Jared: —No te metas en esto, Brian. Esto es entre tu hermana y yo, y lo solucionaremos esta noche.
Mi padre le dijo casi gritando, y yo me puse en frente. No dejaría que mi padre se la tomara con él.
Jared: —Tú no entiendes nada, Yeraldin.
Yeraldin: —Claro que lo entiendo, por eso siento asco por ti, por mí y por toda esta familia, porque todos somos parte de algo tan inhumano.
La cara de mi padre cambió; estaba roja de rabia. Sé que lo que le dije no le gustó para nada; era como darle una gran bofetada.
Jared: —Eres una ingrata. Te di todo, te di una vida que la mayoría solo sueña tener, y todo esto con el dinero de nuestro poder, y así me pagas: arruinándome el negocio, desafiando a hombres que podrían hacerte desaparecer sin dejar rastro.
Me gritó enfurecido, comenzando a arrojar todo lo que encontraba en su camino. Brian solo se puso frente a mí, protegiéndome.
Yeraldin: —Tu vida de ensueño es una jaula dorada, papá. ¿De qué poder hablas? ¿De este que es una mierda?
Mi padre clavó su mirada en mí. Sabía que estaba echando más leña al fuego con mis palabras, pero no me importaba; quería desahogarme, y si con eso va a arde Troya, que arda.
Brian: —Papá, por favor, tranquilízate. No debiste involucrar a Yeraldin en todo esto; además, solo quería ayudar a esas mujeres.
Jared: —¿Ayudarla? ¿Poniéndonos en peligro a toda la familia? ¡Todo por su estúpido idealismo!
Yeraldin: —¿Idealismo llamas al ponerme en su lugar…? Piensa, papá, si una de ellas fuera una de tus hijas, ¿pensarías lo mismo?
Jared: —¡Cállate!
En ese momento, mi padre levantó su mano furioso, acercándose a mí, pero Brian rápidamente se interpuso entre nosotros, impidiendo que mi padre me golpeara, y lo miró serio.
Brian: —Ya basta, papá. No voy a dejar que la golpees.
Jared: —¡No sabes nada de este mundo! ¡No sabes lo que se necesita para sobrevivir aquí!
El grito de nuestra discusión acalorada atrajo la atención de mamá y mis hermanas, que bajaron corriendo las escaleras, mientras yo y mi padre continuamos con nuestro enfrentamiento. Realmente me sentía furiosa por toda esta situación.
Yeraldin: —Eres un hipócrita, papá. Me obligaste a participar en esto, y ahora me culpas por intentar cambiar las cosas.
Jared: —¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Soy tu padre, Yeraldin!
Enfurecido, trató de golpearme de nuevo. Pero esta vez, no solo Brian se interpuso, sino que mis hermanas y mi madre también lo hicieron, formando como un muro humano entre él y yo. La noche que había comenzado tranquilamente terminó en un enfrentamiento entre nosotros. Con esto puedo decir que ninguna familia es perfecta, por más unida que parezca.
Y para no seguir con la discusión, prefiero callarme, ya que lo único que estaba haciendo era decir cosas que no debería decirle a mi padre, porque, de cierta forma, todo esto es mi culpa por no poder ser tan dura como un Lombardy debería ser.
Quiero saber que sucede con esta pareja🥺