La esposa del emperador murió y el alma de una mujer que pertenecía a otro mundo entra a su cuerpo y tendrá que tomar las riendas de su nueva vida.
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Capítulo 22
Capítulo 22
A la hora del almuerzo me acerqué hasta el palacio del emperador para poder almorzar con él como habíamos quedado el día anterior. Cuando llegué al lugar pregunte por el emperador y una doncella me dijo que se encontraba en el comedor esperándome.
-¿Me puedes guiar?
Le dije, por qué no sabía donde quedaba el lugar. La mujer me miró raro y le expliqué.
-Es que con mi accidente hay muchas cosas que no recuerdo. Y como después de eso, solo he estado en el jardín y en la sala del trono...
-Ho, claro que sí. ¡Discúlpeme alteza!
-No pasa nada.
Le dije para que no se preocupara, ya que tenía una cara de susto. Creo que pensaba que la iba a castigar o algo por el estilo.
-Por favor majestad, sígame.
Asentí y empezó a guiarme hasta el comedor. Cuando llegamos, la muchacha me dejó en la puerta y se retiró en silencio. Entré al lugar y la mesa ya estaba preparada, habían colocado la mesa para dos personas y hasta habían puesto unas velas y toda la cosa. Parecía que hoy habría una comida romántica.
El emperador estaba sentado en una esquina de la mesa y al verme entrar, se levantó de inmediato.
-Emperatriz, está muy bella el día de hoy.
Dijo asiendo con una sutil reverencia mientras me veía con detenimiento. He de decir que me puse un muy lindo vestido para esta comida. Así que entiendo perfectamente que me mire de esa manera.
-Majestad, muchas gracias por su halago. Debo decirle también, que usted, está muy guapo.
Le dije, haciéndole una reverencia también. Al escuchar mi halago, miró hacia abajo, pero cuando levantó la mirada pude ver cierto sonrojo en su rostro. Cosa que me encantó El emperador sí que era alguien hermoso.
-Por favor, tome asiento.
Me dijo, y me ayudó a sentar en una silla ubicada a su derecha. Después entraron las doncellas y empezaron a servir la comida. Cuando terminaron, salieron rápidamente, dejándonos solos nuevamente. Comimos muy tranquilos, en absoluta paz, hasta que me dice.
-Quería decirte que lamento mucho el haber dudado de ti ayer. No debí haberlo hecho.
-Eso ya pasó, ahora, no es importante.
-Me gustaría que empezáramos de nuevo. Yo te amo Iris, lo he hecho siempre y no fue mi intención hacerte daño ni con el casamiento ni con esa... esa noche, donde yo te... hice... eso.
Sus palabras eran acompañadas de mucho sufrimiento, mientras miraba para abajo. Al verlo así, yo tomé su mano para relajarlo un poco. Se sorprendió por mi toque, tanto que levantó la mirada y nuestros ojos no se despegaban la vista del otro.
-Sabes que con mi accidente, no he podido recordar todo lo que paso, ni en la boda, ni esa noche. Pero si me lo han contado. Después de que nos vimos en el salón del trono, cuando hubo aquella confusión, el trato y la forma de mirarme no me parecieron la de un hombre que abusó de su esposa o de cualquier otra mujer en sí, así que me di a la tarea de mandar a alguien a investigar que paso esa noche. Necesitaba saber la verdad.
-¿Tú en verdad crees que yo no lo hice a propósito?
Me preguntó esperanzado.
-No es lo que yo crea, ahora eso es un hecho. Alguien te puso una sustancia en la última bebida que tomaste esa noche, durante la celebración.
-¿Cómo?
-Un afrodisíaco muy potente. Es por eso que hiciste eso conmigo.
-¿Quién fue el maldito? ¿Quién fue el que hizo eso?
Preguntó David, muy enojado.
-Por ahora solo dire, que por todo lo que he escuchado, no me sorprende quienes son los culpables.