Esta es la historia de Sébastien Lafertè Dumont, un alfa que se mantiene alejado de los romances pues su prioridad son los tres grandes imperios que maneja junto a sus primos.
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Un linda omeguita.
Al día siguiente Sandra bajó tomada de la mano de su amado, antes de irse a la luna de miel, él le había prometido una sorpresa, así que la llevó al orfanato, donde los esperaba la directora, Sandra mira extrañada a su amado lobo, quien le regala una perfecta sonrisa.
- ¿Y eso? ¿Qué hacemos aquí? - le dijo en voz baja.
- Es tu sorpresa mi bella luna. - le habla con ternura.
La directora los saluda con una reverencia, los invita a pasar a su oficina, al llegar, Sandra nota que dentro de ella se encuentra la tierna lobita que ha robado su corazón.
Vuelve a mirar confundida a Sébastien, luego a la directora y de nuevo a Juliette, esta última la mira con anhelo.
- Muy bien Alfa Sébastien, desde hoy, la pequeña Juliette es legalmente su hija. - dice la directora y le entrega una carpeta - Aquí están todos los documentos pertinentes... - el corazón de Sandra se quiere salir, no puede creer que su amado haya hecho eso, darle un hogar a su pequeña trigueña.
Juliette en su inocencia y cargada de emoción, corre un poco, pese a su problema de cojera.
- Luna Sandra, ¿serás mi mami? - sus ojos brillan cargados de esperanza.
Sandra mira a Sébastien, este le hace una señal de asentimiento.
- Sí, eres mi bebé, mi preciosa nena. - sus lágrimas se desbordan, su pequeña trigueña ahora era hija de los dos.
Sébastien la amó mucho más, sabía que el amor de Sandra era infinito, amaría a su manada tanto como él mismo la ama.
Después de despedirse de todos y de dejar a la pequeña instalada y al cuidado de su bisajuela Rebecca, quien también se enamoró de la ternura de esa pequeña. Las parejas se marcharon a destinos diferentes para pasar su luna de miel. Sébastien y Sandra se fueron a Argentina, la humana siempre quiso conocer el Mar de Plata, probar un buen asado argentino, visitar San Telmo y ver bailar tango.
Sashi y Ernest en cambio, quisieron visitar Cuba, la morena había leído algo de la historia de la revolución, había visto imágenes de la Habana y lo que vio, le gustó mucho.
Con una que otra llamada, lograron ir a la ciudad costera, cuya belleza antigua se erigía frente al imponente Mar Caribe.
Así pasaron dos semanas de puro disfrute en sus respectivas lunas de miel, donde el amor, el placer y la lujuria no pudieron faltar.
Sashi tuvo que espantar a más de una atrevida que con descaro coqueteaba con su macho. Si los lobos son posesivos, parece que la gatita lo es aumentada al 1000 por ciento.
Para Sandra no fue tan diferente, ese hombre demasiado bello llamaba la atención donde llegaba, ¿cómo no?, si su bien formado cuerpo era toda una delicia a los ojos de cualquier mujer.
Algunas decían que ese era demasiado hombre para ese hombre tan guapo. Paris quiso arrancar más de una cabeza, el amaba a su flaquita, para ambos, bestia y humano, ver esa sonrisa, era lo mejor del mundo.
Los dos disfrutaron de las playas argentinas, tomaron sol y hasta jugaron a lanzar el disco.
Por la noche, iban a alguna discoteca, al llegar al hotel se devoraban, quedando con una sonrisa de satisfacción cuando la mañana los sorprendía, haciendo el amor.
No bajaron muy bien, cuando el celo sorprendió a Sébastien, quería controlarse, pese a haberle contado a Sandra sobre esa parte, no quería que ella se asustara. Para su sorpresa, la humana lo tomó demasiado bien, siempre dispuesta a disfrutar de sus besos, sus caricias y esa forma caliente en que la tomaba.
- Diosa, me vas a matar mi luna, eres tan caliente, tan perfecta para mí... - dijo mientras se hundía una y otra vez dentro de ella - quiero muchos cachorros contigo, mi flaquita preciosa. - la besaba mientras daba estocadas que ella recibía más que gustosa.
Sandra estaba entregada en cuerpo y alma a ese maravilloso ser, que estaba hundido en ella, jamás se imaginó que llegar a Francia le traería al amor de su vida, sobre todo, después de su pérdida irremediable.
Tres días después, la parejita real por fin salieron de la habitación, no faltaron las miradas de picardía y complicidad de las mujeres Dumont que estaban de visita, sabían perfectamente, que el próximo o próxima alfa real, ya venía en camino.
- Buenosdías mi bella familia. - saluda Sébastien con una sonrisa radiante, se inclina junto a su hija mayor - Hola ternura, ¿cómo estás?
- Hola papi, estoy muy bien. - le contesta con su bonita sonrisa, la pequeña Juliette.
Sandra imita a su amado, también se inclina.
- Hola princesa, ¿cómo estás? - le preguntó y acaricia su mejilla.
- Hola mami, estoy muy bien, mi abuelita Becca me hizo malteada de chocolate, es mi favorita. - comenta la pequeña con alegría.
- La abuela es la mejor haciendo malteadas. - dice el joven alfa.
Después del desayuno, Sébastien, Sandra y Juliette, se fueron a la capital francesa, debían ir a la oficina, hoy tendrían varias reuniones.
Quienes conocieron a la pequeña, no pudieron evitar caer rendidos ante tanta ternura. De hecho, gracias a su inocente impertinencia, cuando entró a la sala de juntas, feliz porque había hecho un dibujo para sus papis, lograron conseguir un contrato que venían persiguiendo hace meses y no lo habían logrado.
- Es muy hermosa su hija, señor Dumont, ver a una familia tan unida y a unos padres que amen con devoción a sus hijos, es lo que más admiramos, es por eso que ahora si me han convencido de que ustedes son la mejor opción para firmar. - fueron las palabras del humano de unos 65 años, aproximadamente.
Juliette Laferté Jaramillo, les había traído buena fortuna, ella ahora es su amuleto. Sébastien sabía que por la condición de su pierna, debía mantenerla lejos de burlas, ya le habían dicho que unos bravucones de la escuela, le habían molestado, eso jamás lo permitiría, ella era su princesa y la protegería de quien sea.
