Lissa Rosette una joven doctora del siglo XXI cae en coma después de salvar a una niña de ser atropella por un camión. Sin saberlo queda atrapa en una de las mejores novelas de harén inverso y erotismo escrita por su autora favorita. Ahora Lissa es Eyra una extra que muere cuando el príncipe heredero del reino de Eldoria se aburre de ella, al fijar sus ojos en la dulce protagonista. Pero ahora Lissa siendo Eyra cambiará su destino, se vengara del príncipe que jugo con ella como si fuera un objeto y de la protagonista que no le importo arruinar las vidas de las demás para su lograr sus objetivos. Todo esto antes de que la maldición que posee el cuerpo de Eyra la mate. ¿Lograra Lissa cumplir sus objetivos?
NovelToon tiene autorización de Libi 2 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 20
La noche llegó, envolviendo la ciudad en un manto de sombras suaves y murmullos apagados. A la hora pactada, Eyra salió del palacio, envuelta en una capa oscura, y se dirigió al lugar indicado en la nota: el Parque Lysandel, un espacio público rodeado de fuentes antiguas y árboles de hojas plateadas que brillaban bajo la luz lunar. Era lo suficientemente transitado para no levantar sospechas, pero también lo bastante discreto para una conversación que no debía ser escuchada.
Eyra se sentó en el banco junto a la tercera fuente, tal como indicaba la nota. Esperó en silencio, observando el reflejo de la luna en el agua. A los pocos minutos, alguien encapuchado se sentó en el banco opuesto, justo detrás de ella.
—Es bueno verte después de tantos años, Eyra —dijo una voz serena mientras se quitaba la capucha, revelando su rostro—. Es mejor reunirnos así, lejos de los ojos curiosos y oídos chismosos del palacio.
Eyra giró ligeramente la cabeza.
—Nunca imaginé que nos volveríamos a ver bajo estas circunstancias, Ross… o mejor dicho, Rosalind.
—Sí, la vida da muchas vueltas. Pero hay veces que ni siquiera el destino puede evitarse. Aunque eso tú lo sabes bien, Eyra. Para mí fue una gran sorpresa verte en el palacio, trabajando como doncella de la reina. Pensé que con tu talento conseguirías grandes cosas en la vida —la pelirosa se giró sutilmente, observando los ojos de Eyra con intensidad—. Aunque luego recordé que tú nunca estás en ningún lugar por pura casualidad. Así que me imagino que estás aquí para ajustar cuentas pendientes.
—Se podría decir que sí.
—Tan enigmática y misteriosa como siempre. Eso no ha cambiado, ni aunque pasen los años. Pero… ¿con quién tendrías que ajustar cuentas tú en ese palacio, si nunca en tu vida te has cruzado con alguno de ellos? —preguntó, tocándose el mentón. Luego sonrió de lado—. Así que la respuesta a la que llegué, después de pensarlo mucho, es que tú eres como yo. También recuerdas lo que pasó en tu primera vida, ¿cierto?
Eyra la miró fijamente. Desde que la vio por primera vez en el convento, supo que había algo distinto en ella. Y hoy, después de tantos años, al ver cómo trataba al príncipe Alexander —aquel que, según la novela, había sido el amor de su vida— no vio en sus ojos la mirada de una mujer enamorada. Vio indiferencia. Frialdad. Desdén.
—Eres una reencarnada. Así que en el convento ya sabías que todo esto pasaría.
Rosalind asintió, y comenzó a hablar. Le contó que, tras morir envenenada en su primera vida por seguir ciegamente al príncipe Alexander, se sumió en una oscuridad sin fin. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba de nuevo en su infancia, antes de que el duque Rosenthal la adoptara y la presentara ante la sociedad como la hija perdida de su fallecido hermano.
Eyra comprendió entonces lo que nunca se dijo en la novela original: Rosalind no era la verdadera hija de los duques Rosenthal. Era adoptada. Una pieza movida por conveniencia.
Rosalind continuó. Al principio pensó que su reencarnación era un castigo divino. Que volvería a vivir la misma tragedia. Pero algo cambió. Ese algo fue Eyra. Su llegada al convento fue el primer desvío del destino. En su primera vida, Eyra nunca estuvo allí.
—Aunque no pude evitar que la familia Rosenthal me adoptara, sí puedo cambiar muchas cosas. Puedo evitar mi muerte. Puedo vengarme del bastardo de Alexander… y de su madre, la reina. Porque si hay algo que recuerdo con claridad, es cómo me dejé manipular por esa arpía.
Eyra sonrió. Ahí estaba la Ross que recordaba. La que, si intentas cortarle las alas, te mata sin contemplación.
—Mi reencarnación es diferente —dijo Eyra, con voz baja—. Yo soy un alma de otro mundo, en el cuerpo de la verdadera Eyra. Pero no voy a permitir que Alexander me use y me deseche, como hizo con la anterior. No por una niñata de cara bonita que llegó a encantar a todos.
Por supuesto, Eyra omitió el detalle de que todo esto era una novela. Que ella no era más que una villana escrita para morir por el final feliz de los protagonistas.
Ambas conversaron un rato más, compartiendo fragmentos de sus vidas, sus planes, sus heridas. Cuando la conversación llegó a su fin, Eyra se levantó del banco y extendió la mano hacia Rosalind, tal como lo hizo aquella vez en el bosque.
—¿Quieres vengarte del príncipe heredero, de su mami la reina, y de los duques Rosenthal? —preguntó con una sonrisa afilada—. Si eso es lo que en verdad deseas… ya sabes lo que tienes que hacer.
Rosalind sonrió. Y sin dudarlo, tomó la mano de Eyra.
Justo como aquella vez.
Esa noche, bajo la luna de Lysandel, se selló un pacto de alianza entre dos mujeres que querían venganza.
Y harían lo que fuera necesario para obtenerla.
Los días siguieron pasando, y el príncipe Alexander continuaba intentando acercarse a Eyra cada vez que podía. Sin embargo, la pelinaranja no se contuvo más. La última vez que intentó propasarse con ella, Eyra le dio un rodillazo certero en sus partes nobles, haciendo que el príncipe cayera al suelo con un gemido de dolor. Desde entonces, Alexander no volvió a buscarla.
Mientras tanto, Eyra le había encomendado a Rosalind su primera misión: averiguar qué contenían los documentos que el duque Rosenthal había entregado a la reina Sibylla. Mientras Rosalind se movía con cautela en la mansión Rosenthal, obedeciendo las órdenes de los duques para mantener su fachada intacta, Eyra seguía ganando terreno en el palacio. Se hacía cada vez más cercana a la reina, y de forma discreta, comenzaba a acercarse al príncipe Adryel, plantando en su mente la semilla de la rebeldía.
Acercarse a Adryel era un proceso lento, pero Eyra sabía que valía la pena.
En la mansión Rosenthal, Rosalind esperaba el momento adecuado. No podía levantar sospechas. Aunque no pensaba casarse con Alexander, debía seguir el juego. Y si ese matrimonio llegaba a concretarse, no tardaría mucho en quedarse viuda.
Una tarde, aprovechando que el duque había sido llamado a una reunión de la corte y la duquesa Elise había salido a tomar el té con sus amigas, Rosalind se coló en el despacho del duque sin que ningún empleado la viera. Revisó cada gaveta hasta encontrar una con doble fondo. Debajo, encontró una caja de madera con cerradura especial.
Pero eso no fue impedimento.
Tomó una de las plumas del escritorio, la introdujo en la cerradura, y usando su magia, transformó la pluma en la llave exacta. Abrió la caja y revisó los documentos. Uno de ellos llevaba la firma de la reina Sibylla. Usando una poción que Eyra le había proporcionado, Rosalind replicó el documento con precisión. Luego lo devolvió todo a su lugar y salió del despacho sin dejar rastro.
A la mañana siguiente, Rosalind acudió al palacio por invitación de la reina para desayunar. Sibylla le informó que pronto debería ingresar al palacio por unos meses para retomar sus clases de formación como futura princesa heredera.
Después del desayuno, Rosalind caminó por los pasillos buscando a Eyra. La encontró cerca del área de entrenamiento, observando un duelo entre Adryel y Alexander.
Rosalind se acercó, parándose a su lado mientras fingía ver el combate.
—Conseguí lo que pediste —dijo en voz baja, entregándole los documentos discretamente—. ¿Estás segura de que el segundo príncipe se pondrá de nuestro lado? Por lo que veo, parece no querer luchar por el trono.
Y es que Adryel, como en el duelo anterior con el capitán, estaba perdiendo a propósito para que Alexander destacara. Justo en ese momento, el rey y los ministros de la corte pasaban por el área. Adryel estaba a punto de hacer un movimiento torpe para acabar el duelo, pero al levantar la vista, vio a Rosalind y Eyra observándolo fijamente.
Eyra negó con la cabeza, desaprobando su intención de rendirse.
Alexander, confiado, pensaba que ganaría como siempre. Pero esta vez fue diferente. Adryel comenzó a pelear en serio. Su técnica se volvió precisa, agresiva, rompiendo la defensa de su hermano. En menos de un minuto, Alexander estaba en el suelo, y Adryel apuntaba su espada contra él con una sonrisa de triunfo.
—A veces, mi querida Rosalind, solo tienes que darle un buen incentivo al leopardo para que te muestre los colmillos —dijo Eyra, girándose con elegancia—. Y una vez que el leopardo prueba lo que es la victoria… querrá sentirse así siempre.
Rosalind la siguió, con una sonrisa cómplice en los labios.
Las semanas pasaron rápidamente, convirtiéndose en dos meses desde que Eyra ingresó al palacio. Y con ello llegó el día en que se presentarían las candidatas para el puesto de doncella que había quedado vacante tras la misteriosa desaparición de una de las doncellas generales del palacio.
Eyra se encontraba ese día ayudando al ama de llaves con las entrevistas, un encargo directo de la reina Sibylla. La pelinaranja observaba con atención a cada una de las candidatas, evaluadolas.
Fue entonces que sus ojos se encontraron con los de una joven de cabellos morado oscuro, rizados, y ojos ambarinos brillantes. Su sonrisa era dulce, su presencia encantadora.
Sunna Hawthorne.
La protagonista de la novela.
La joven que haría caer a tres hombres poderosos e influyentes.
La que todos verían como luz… mientras ocultaba sombras.
Eyra la observó con una sonrisa contenida.
El juego había comenzado.
Y ella se divertiría mucho… haciendo caer la máscara de inocencia de Sunna.
Eyra tuvo su final feliz e hizo a dos hombres felices /Shy//Awkward//Awkward//Facepalm//Facepalm/
Me encanto de principio a fin.
Una noche de pasión y lujuria desenfrenada para la parejita y el trío /Awkward//Awkward//Awkward//Awkward//Awkward/ años de abstinencia desbordada 🥵🥵🥵🥵🥵