Yeraldin guarda un secreto: su amor por Johan, el mejor amigo de su padre. La atracción es irresistible, pero el conflicto interno la desgarra. Johan, a pesar del deseo, se resiste por lealtad a su amigo. ¿Podrá Yeraldin conquistar su corazón, arriesgando la amistad paterna? ¿O este amor prohibido quedará sepultado en el olvido?
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Detalles
La noche con Aiden había sido…liberadora. Habíamos finalizado los detalles de la inauguración, la conversación fluyó con naturalidad hasta que él confesó su deseo de una relación "amigos con derechos". No me sorprendió del todo; había notado su interés. La propuesta me tomó por sorpresa, pero… ¿por qué no? Lo de Johan seguía siendo un enigma, y yo no estaba dispuesta a esperar como una puritina. Acepté. Fuimos a su apartamento, la noche… fue mejor de lo que esperaba.
Pasando así una semana, lo vi a Johan un par de veces, pero lo ignoré. Es parte de mi estrategia: mostrar interés para luego ignorarlo. Estará confundido y no dejaré de rondar en su cabeza; eso es lo que busco, que piense en mí.
A la mañana siguiente, después de un desayuno rápido en casa, me dirigí a la universidad. Por la tarde, en la oficina, estaba inmersa en el diseño del nuevo auto cuando mi padre y Brian aparecieron.
Jared: "Princesa, ¿cómo va el diseño?"
Yeraldin: "Muy bien, papá. ¿Qué hacen aquí?"
Brian: "Necesitas llevarle el proyecto Lombardy a Johan."
Yeraldin: "¿Proyecto Lombardy? ¿Qué es eso?"
Jared: "Es una nueva sucursal que Johan está manejando. Son papeles importantes que quería que revisáramos."
Brian: "Nosotros nos reuniremos con el equipo para el nuevo auto. Tú solo llévale esto a Johan."
Yeraldin: "¿Tengo que ir a su empresa?"
Jared: "A su otra empresa está a cinco minutos de aquí, cariño."
Yeraldin: "Okey, ya voy."
Brian: "En las últimas hojas, hazle ver lo que remarcamos. Dile que no estamos de acuerdo con eso, que puede hacer todo lo demás."
Agarré mi bolso y los papeles. Su empresa de arquitectura me causaba curiosidad. Sera tan impresionante como la otra. Al llegar me anunciaron con Johan, subí en el ascensor, una recepcionista amable me guió hasta su oficina.
Entré, vestida con un traje que acentuaba mis curvas, con una actitud relajada, ignorando lo sucedido con el anteriormente.
Yeraldin: "Buenos días, Johan." (Mi tono fue suave y sensual, observando su reacción).
Johan: "Buenos días, Yeraldin."
Yeraldin: "Traje los documentos del proyecto Lombardy."
Johan: "Okey, muchas gracias, pequeña."
Yeraldin: "Sé que estás ocupado, así que seré breve."
Me acerqué a su escritorio, girando para quedar a su lado, rozando ligeramente mis caderas contra su brazo. Saqué los papeles y le mostré las notas de mi padre, explicando las objeciones. Al terminar, me senté en su escritorio, mirándolo con los brazos cruzados y una sonrisa.
Yeraldin: "¿Qué sucede? Ni siquiera has comentado nada."
Johan: "Yeraldin, por favor, no vuelvas a hacer eso."
Yeraldin: "¿Hacer qué? No sé de qué hablas, Johan. Por cierto, ¿cómo va todo? ¿Sigues siendo tan eficiente con tu secretaria?"
Johan: "Yeraldin, por favor… eso no es asunto tuyo."
Yeraldin: "Oh, lo siento, Johan. ¿Es un secreto? Pensé que en una empresa moderna y progresista como esta, las relaciones interpersonales eran abiertas y transparentes. ¿O eso solo se aplica a las relaciones que tú apruebas?"
Johan: "Yeraldin, olvida lo de mi secretaria. Te agradecería que no lo volvieras a mencionar."
Me incliné, acercándome peligrosamente a él.
Yeraldin: "A menos que, por supuesto, la relación sea tan… discreta como el otro día, cuando te visité sin avisar. La puerta estaba entreabierta… y los sonidos eran bastante… evidentes...
Rápidamente, Johan tapó mi boca, poniéndose de pie, serio. Sonreí, satisfecha por su cercanía.
Johan: "Realmente no sabes cuándo cerrar la boca. Te dije que olvidaras ese asunto y te comportaras."
Quitó su mano de mi boca, mirándome seriamente. Noté su tensión. Sonreí, me levanté, recogiendo los documentos. Al entregarle la carpeta, nuestras manos se rozaron. Le di un beso en la mejilla.
Yeraldin: "Hasta luego, Johan. Espero que… la próxima vez seamos más… productivos."
Al salir, me despedí de su amable secretaria y volví a la empresa con una enorme sonrisa. Al llegar, fui directo a donde estaban mi padre y hermano hablando con el resto del equipo de los últimos detalles. Al terminar, se me acercaron mirándome raro.
Jared: —¿Sucedió algo? ¿Por qué traes esa enorme sonrisa que podrías iluminar toda Italia?
Brian: —¿Acaso sucedió algo con Johan que te puso muy feliz?
Jared: —¿De qué hablas, Brian?
Lo miro serio por su comentario y rápido pensé en algo para que él no sospechara nada.
Yeraldin: —Este tonto no sabe de lo que habla, papá. Yo solo estoy muy feliz porque en menos de un mes voy a abrir mi antro.
Jared: —Qué bueno, princesa. Pero dime, ¿me hiciste caso de no abrir el otro negocio en la parte trasera?
Brian: —Es cierto, enana. ¿Qué hiciste al final?
Yeraldin: —Escuché sus consejos y no lo hice. Estoy por construirlo en otro lugar, ya que, como papá dijo, si algo sucedía con eso, no solo yo sería la implicada, sino también mis amigos, y realmente eso no quiero.
Jared: —Me alegro de que me hayas escuchado, al menos algo de lo que te dije, hija.
Brian: —Bueno, ahora te toca buscar al personal y comprar todo lo que haga falta, ¿verdad?
Yeraldin: —Sí, hermanito. Tengo que hacer eso y ya está.
Brian: —Yo te ayudaré con los gastos de lo que te haga falta. Será mi regalo para tu nuevo negocio, enana.
Yeraldin: —¡Muchas gracias, hermanito! Eres el mejor.
Lo abrazo sonriendo.
Jared: —Y yo me encargaré de la seguridad del lugar.
Yeraldin: —Okey, papá. ¡Muchas gracias! Son mis hombres favoritos.
Luego me fui a mi oficina y terminé con mi trabajo. Al ya estar todo listo, me despedí de mi padre y hermano y me fui al estudio de arte directo a terminar el lienzo que estaba a medias.
Después de al menos dos horas, llegó Aiden, saludándome con una sonrisa, y se acercó a mirar el lienzo casi terminado.
Aiden: —Veo que encontraste tu inspiración, linda.
Yeraldin: —Sí, lo hice, pero esta inspiración a veces me causa enojo y muchas otras emociones.
Aiden: —Creo que ya sé de quién hablas… del hombre mayor del que estás… enamorada.
Yeraldin: —Digámosle mi sugar daddy, suena mejor, ¿no?
Río y él también. Al ya terminar, me limpio un poco y salimos a buscar las cosas que nos hacían falta para la inauguración. También contratamos personal para que se encargara de repartir la bebida y comida en el lugar. Al ya terminar, nos fuimos a una cafetería.
Yeraldin: —Bueno, creo que ya tenemos todo listo para el gran día. ¿O tú crees que falta algo más?
Aiden: —¿Las invitaciones? ¿O cómo anunciaremos nuestra apertura?
Yeraldin: —Podemos hacer unas cuantas para entregarles a algunas personas importantes y las otras hacerlas digitales.
Aiden: —¿Para subirlas a internet o para enviarlas a algunos contactos que tengamos? ¿Qué dices?
Yeraldin: —Suena bien. Tengo algunos contactos con personas de este medio; lo hice en Nueva York cuando estaba en una exposición de arte.
Aiden: —Eso suena bien. También tengo algunos contactos. Ya me estoy emocionando con todo esto.
Los dos reímos y comenzamos a crear nuestra invitación digital. Tendríamos que buscar a alguien que nos la haga aún mejor de lo que imaginamos.
Quiero saber que sucede con esta pareja🥺