La historia sigue a nuestro protagonista, un hombre que luego de 10 años finalmente logra superar a su ex pareja y decide aventurarse en el mundo de las citas en línea. Con un toque de humor, nos relata sus desventuras mientras intenta encontrar el amor a través de una aplicación de citas llamada Cinder.
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Claudio: 3 Días después
He pensado en Leena exactamente CERO veces.
MENTIRA.
He pensado en ella 312 veces. Lo sé porque llevo la cuenta mental cada vez que aparece en mi cabeza. Como un contador obsesivo. Como ese número de kills en LoL que no puedes dejar de mirar.
312 veces en 72 horas. Eso es... 4.3 veces por hora. O sea, ni siquiera puedo ir al baño sin que mi cerebro diga "hey, ¿recuerdas cuando Leena y tu lo hicieron en esos matorrales?"
Sí, cerebro. Lo recuerdo. GRACIAS POR EL RECORDATORIO CONSTANTE.
—Claudio, ¿estás escuchando? —Franco agitó la mano frente a mi cara.
Estábamos en su departamento. Sesión de gaming nocturna.
Mi lugar feliz.
Excepto que hoy no era feliz.
Porque cada cinco minutos pensaba en ella.
—Sí, te escucho.
Ni siquiera yo me creí eso.
—Mentira. Te pregunté si querías pizza y dijiste "los matorrales".
MIERDA.
Todos dejaron de jugar. Mark pausó su partida de CS:GO. Rodolfo se quitó los audífonos. Franco me miró como si acabara de confesar un crimen.
—¿Dije qué?
—"Los matorrales" —repitió Mark, arrastrando las palabras.
Mi cerebro entró en pánico. Buscó excusas. Encontró CERO.
—No... no dije eso.
—Bro, literalmente todos lo escuchamos —Franco señaló alrededor— ¿Quieres explicar por qué "los matorrales" es tu respuesta a si quieres pizza?
No. No quería explicar. Porque explicar significaba admitir que llevo tres días reviviendo ese momento. Esa chica que se supone que olvidé.
—¿Tiene que ver con Leena? —preguntó Rodolfo.
Y ahí está. El nombre prohibido. El tema que juré no mencionar.
TODOS ME MIRARON.
Como jurado. Como fiscales. Como mis propios pensamientos juzgándome 24/7.
—No quiero hablar de eso.
—Hermano, llevas tres días actuando raro —dijo Franco, dejando el control— No has tomado. Nada. Ni una cerveza. NI UNA. Tú. El que tomaba hasta el desayuno.
Y tenía razón.
Tres días sin beber.
Tres días sintiéndome... raro. Vacío. Pero también más despierto que nunca.
—Estoy... intentando cambiar.
Las palabras salieron solas. Ni siquiera las pensé. Simplemente aparecieron, flotando en el aire como confesión involuntaria.
—¿Por ella? —Mark levantó una ceja.
—Por mí. Ella solo fue... un catalizador.
SILENCIO INCÓMODO.
El tipo de silencio que pesa.
—¿La vas a ver otra vez? —preguntó Mark.
Y ahí está la pregunta que me he hecho 312 veces junto con sus 312 apariciones en mi mente.
¿La voy a ver?
¿Debería?
¿Quiero?
(Sí)
—No. Dijimos "nunca más".
—Eso es lo más triste que he escuchado —dijo Rodolfo.
—Es lo correcto.
Y lo creía. En teoría. En papel. En todos los argumentos lógicos que me repetía a las 3 AM cuando no podía dormir.
Pero mi estómago no estaba de acuerdo.
Mi estómago sentía como si hubiera perdido algo importante.
BOOM.
Franco perdió su promoción a Challenger otra vez.
—¡MIERDA! —gritó tirando el control contra el sofá— ¡YA ESTOY HARTO! ¡Soy rechazado en TODO!
—Hermano, acabas de feedear...
—¡No solo en el juego! ¡En la vida! —Franco se levantó, caminando en círculos— ¡Claudio tuvo su momento con Leena y lo arruinó! ¡Yo ni siquiera llego a esa parte! ¡Ni siquiera tengo una chica que me rechace porque NO CONOZCO CHICAS!
Lo miré.
Y vi algo en sus ojos.
Desesperación. Frustración. Pero sobre todo...
Resignación.
Esa sensación de "esto es todo lo que hay para mí".
Y de repente, como critical hit en mi cerebro...
La idea.
La puta idea más brillante y ridícula que he tenido en mi vida.
—Chicos —dije, sentándome derecho— ¿Y si creamos nuestra propia app de citas?
SILENCIO TOTAL.
Como cuando mueres en LoL y el chat explota. Ese silencio antes de la tormenta.
—¿Para qué? —preguntó Mark— ¿Para sufrir digitalmente además de presencialmente?
—No. Para gente COMO NOSOTROS. Los raros. Los fracasados. Los que no encajan en apps normales.
Franco pausó el juego.
Sus ojos cambiaron.
Ya no era Franco el derrotado.
Era Franco el interesado.
—Continúa...
Y ahí estaba. Mi momento.
—Piénsenlo —me levanté, empecé a caminar— ¿Por qué todas las apps de citas son iguales? Fotos perfectas. Bios ingeniosas. "Me encanta viajar y la pizza". MENTIRAS. Todas mentiras.
—Facts —murmuró Rodolfo.
—¿Y si hacemos una app donde puedas poner que eres gamer disponible solo después de 2 AM? Donde puedas mostrar tus colecciones de cómics sin vergüenza. Donde puedas decir "sí, rompí tres controles este mes". Donde puedas ser... honesto. Brutalmente honesto.
Mark se inclinó hacia adelante.
—O sea... ¿como Cinder pero para freaks?
—Como Cinder pero REAL —corregí— Sin filtros. Sin mentiras. Solo verdad brutal desde el inicio.
Todos se miraron.
Ese intercambio de miradas que dice todo. Que pregunta "¿esto es una locura?" y responde "sí, pero ¿y si funciona?"
—Eso es... —empezó Rodolfo.
—¿Ridículo? —completé, esperando el golpe.
—Iba a decir brillante.
Franco saltó del sofá.
—¡HERMANO! ¡ESO ES GENIAL! ¡Yo ayudo!
—Yo puedo programarlo —dijo Rodolfo, ya abriendo su Notebook— Con React Native, podemos...
—Yo diseño la UI —Mark interrumpió— Tengo IDEAS, bro.
Y así, en ese momento, entre latas de Red Bull y sueños rotos...
Nació algo.