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EL PRECIO DE MI MANO

EL PRECIO DE MI MANO

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad
Popularitas:6.3k
Nilai: 5
nombre de autor: N. Garzón

Abril es obligada a casarse con León Andrade, el hombre al que su difunto padre le debía una suma imposible. Lo que ella no sabe es que su matrimonio es la llave de un fideicomiso millonario… y también de un secreto que León ha protegido durante años.
Entre choques, sarcasmos y una química peligrosa, lo que empezó como una obligación se convierte en algo que ninguno puede controlar.

NovelToon tiene autorización de N. Garzón para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 19

Abril

Las palabras de León seguían retumbando en mi mente y también en el lugar exacto donde supongo que está ubicado el corazón.

Me acomodó con cuidado en un sofá dentro de una sala privada del restaurante. Corrió la mesa de centro hacia un lado y se sentó frente a mí, como si estuviera preparado para atraparme si me desmoronaba otra vez. Mis amigas permanecían detrás de él, silenciosas, como si estuvieran viendo una telenovela en vivo.

Me incliné hacia adelante y apoyé la frente en su hombro izquierdo.

—León… ¿Qué voy a hacer? —murmuré, sintiendo cómo toda la fuerza que fingía tener se me desmoronaba.

Él no dudó ni demostró miedo.

—Pelear —respondió con su tono seco, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Eso ya lo hice contigo y mírame… —solté, con una pequeña risa amarga.

León bufó, pero no me apartó.

—El documento que nos ata, está elaborado de una manera muy diferente —dijo después de unos segundos.

Levanté la mirada, sorprendida.

—¿Cómo lo sabes?

Guardó silencio. Y ese silencio me dijo más que cualquier explicación.

Me pasó un pedazo de papel. No sé cuántos le llené. Yo los hacía bolita y él los lanzaba directo a la papelera con una puntería envidiable.

El dolor de saber que mi padre… otra vez… me había vendido, me rompía de formas nuevas.

Pero León estaba ahí, sentado, dejando que me desahogara, pasando su mano por mi cabello con movimientos lentos y suaves.

—Hueles rico —le dije sin pensarlo, entre sollozos.

Él soltó una risa muy baja.

—Debes llorar más seguido, para que seas tierna; además te ves tierna.

Le solté un puño en el pecho sin levantar la cara.

Era como golpear una pared. Una pared bien construida.

—Ya, cálmate —dijo entre risas—. Me vas a dejar un moretón.

Mordí mi labio inferior sin querer. Él estaba sentado justo frente a mí, las piernas abiertas, los brazos apoyados en sus rodillas. Todo él irradiaba seguridad. Calidez. Molestia. Y más seguridad.

—¿Dónde tienes el anillo de matrimonio? —pregunté, limpiándome la nariz.

—En el bolsillo del pantalón —respondió—. Me lo quité para hacer puenting.

Estiró la pierna derecha, metió la mano y sacó el anillo. Se lo puso con ese gesto despreocupado de siempre.

—¿Tantos celos te dan que no lo lleve puesto? —preguntó.

Le di otro golpe.

—Cállate o te doy en una zona delicada. Estoy en una posición favorable para mí.

—Está bien, está bien —alzó las manos—. Solo preguntaba.

Suspiré.

—Quiero saber más sobre ese tipo.

—No sabía que habías tenido una relación con él —agregué, frunciendo el ceño.

—Con él no —corrigió León—. Con la hija.

Sonreí.

—¿Y yo pensando que eras gay?

—No, Abril. No soy gay —dijo seco—. No te emociones.

Rodé los ojos.

—¿Sabes de cuánto es el fideicomiso de mi padre? —pregunté.

León no respondió.

Me enderecé y lo miré.

—Dime.

—No sé si te pueda decir… —exhaló—. Tendría que hablar con mi abogado. No quiero demandas que sé que voy a perder.

Volví a apoyar mi frente en su hombro. Él suspiró y me pasó un vaso con agua.

—Toma. O vas a deshidratarte como cactus dramático.

Mis amigas nos veían desde detrás del otro sofá de la sala.

Dios… ojalá no hubieran escuchado nada.

León se levantó.

—Ve a terminar lo que tenías que hacer hoy, para que te distraigas.

—No —negué—. Quiero ir con mi madre. Necesito hablar con ella.

Asintió.

—¿Te llevo?

—Sí.

Me puse de pie con él.

—¿Quieres que llame a mi abogado o prefieres llamar al abogado de tu padre? —preguntó, acomodándose la camisa—. Ese que se orina cuando le hablas feo.

Lo miré con intención homicida y le di un puño en el pecho.

Esta vez sí se quejó.

—¡Abril! Eso sí me dolió —dijo, sobándose—.

—Esa era la intención.

Dejó a mis amigas en el centro comercial y me llevó a la casa de mi mamá.

—Por favor, llama a tu abogado —le pedí antes de bajar.

—Bueno —aceptó—. Pero te advierto que él también cobra por respirar.

Le pedí que me acompañara a hablar con mi madre. Entramos juntos. Ya no había ruido, ni martillazos, ni voces. La remodelación que habían empezado esa misma mañana parecía haberse detenido.

—¿Ese ruido? —pregunté.

León apretó los labios para no reírse.

—No, León… —susurré.

—Abril… tienen ritmo —dijo él finalmente, soltando una carcajada.

—No, no, no, NO —corrí fuera de la casa como si estuviera en llamas.

Me tiré dentro del carro. León venía riéndose detrás.

Se sentó a mi lado.

—Dios… —dije llevándome las manos a la cara—. Nunca había escuchado a alguien tener sexo.

—¿Nunca? —preguntó él riéndose más.

—Nunca.

—Yo he encontrado a Mateo en esas más de una vez —respondió, como quien habla del clima.

Tomó una botella de agua que había en la puerta y bebió. Apenas terminó, se la quité y di un sorbo mirándolo a los ojos.

Él se quedó quieto.

Yo también.

Y por primera vez ese día…

no pensé en el viejo, ni en el fideicomiso, ni en la traición de mi padre.

Solo pensé en que León…

estaba muy, peligrosamente cerca.

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Gómez Martínez juaniss
🥰😍😍😍😍👏
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