LA ESPOSA DE LA BESTIA.

Ciel despertó al sentir los rayos de sol en su rostro, pero tan pronto se movió, sintió un dolor en la espalda baja y sus piernas se sentían tan cansadas como si hubiera corrido un maratón. Entonces recordó todo lo que había hecho la noche anterior, fue una noche demasiado apasionada, el Duque si que se había estado aguantando por ese momento. Se lleva la mano al hombro al recordar la mordida, pero, con el roce de sus dedos no puede sentir que haya una herida y tampoco había dolor, lo cual era bastante extraño, ¿se puede curar su cuerpo por si mismo con magia?, según los libros que ha leído no se puede.

Dejo escapar un suspiro, no comprende que paso, quizás debería preguntarle al Duque. Miro a su lado y este aún dormía, apenas cubierto con una sábana. Su rostro se veía tan tranquilo como en todas las mañanas.

Ciel intenta bajarse de la cama, pero los brazos del Duque rodean su cintura y la jalan de nuevo sobre la cama sintiendo los cálidos besos de este en su espalda mientras que las manos se deslizan hacía arriba apretando sus sen*s y por supuesto que sintió algo presionando en su trasero aún cuando el cuerpo del duque estaba cubierto con las sábanas.

—tan pronto planeas escaparte de mi.— le susurra al oído.

Ciel se sobresalta al escuchar su suave voz varonil contra su oído y un escalofrío recorre su cuerpo. Aleksander sonríe ante su reacción y amasa con suavidad los sen*s que aun mantiene en sus manos, mientras recorre su hombro y nuca con húmedos besos, saboreando la piel con su leng*a. Ciel se estremece ante cada atención y cuando menos se lo esperaba, Aleksander ya tenía una mano entre sus piernas juguetando con los ded*s entre su intimidad, y su dureza presiona su trasero. Ciel aparta la sábana para poder sentirlo directamente y el Duque aprovecha esto para hundirse en ella de una sola estocada moviéndose de inmediato.

Ciel deja escapar sus primeros jadeos, al sentir como se movía en su interior con rudeza y Aleksander disfruta sentirse apretado dentro de ese suave interior. Aleksander terminó por presionar a Ciel contra la cama, ella sentía sus pech*s apretados contra el colchón, mientras que Aleksander arremete contra ella, el Duque estaba encantado con esa posición, pues podía ver perfectamente ese firme y redondo trasero, el cual no demoro en apretar con las manos. Las estocadas no se detuvieron hasta que ambos alcanzaron el extasis del momento y el Duque se inclino para quedar nuevamente sobre su joven esposa, besando su hombro mientras que ella respiraba con agitación.

Ciel cerro los ojos tratando de regular su respiración mientras su cuerpo aún sentía los estragos del clím*x, el duque en verdad parecía una bestia insaciable, en especial porque sentía un cosquilleo cuando Aleksander mantenía la nariz en su cuello, aspirando su aroma, para él, era un aroma dulce y excitante.

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Más tarde, Aleksander llego al campo de entrenamiento, Dylan estaba ahí y estaba acompañado de Lilianna, la cual saluda al Duque, felicitándolo también por su matrimonio y claro, ella esperaba poder conocer a su esposa, en especial porque Dylan ya le contó sobre lo hábil que era en la magia.

— ella ahora esta indispuesta, y en la tarde tiene una reunión con el mayordomo, dijo que quiere tomar sus deberes de duquesa.— comenta Aleksander.

— que pena, vine con la esperanza de conocerla.— responde algo decepcionada.

— ve, pregunta por ella, si ya bajo, quizás puedas saludarla.— aunque puede que no sea posible, porque cuando salió de la habitación ella se veía agotada.

Aleksander sonríe ladino, por supuesto, esa sonrisa esta oculta bajo la máscara, por lo que Dylan y Lilianna son ajenos a esa reacción. Lilianna acepta ir, buscará a uno de los sirvientes para pedir información, así que Dylan se quedará en el campo de entrenamiento.

— hubo un informe, parece que vieron rebeldes no muy lejos de aquí.— comenta Dylan.

— bien, tomaré un escuadrón para revisar la zona.— responde Aleksander.

Aleksander se prepara para salir con sus tropas, si hay algún rebelde cerca deben encargarse de inmediato. Mientras avanzan, varias sombras en forma de lobo salen delante de las tropas, estos no temen pues ya conocen el poder de su general. Los lobos corren a gran velocidad dispersandose por el lugar, ellos se encargarán de detectar la presencia de cualquier enemigo que este a los alrededores.

Mientras que Aleksander y sus caballeros llegan a una zona donde hay algunas casas, era una pequeña aldea. El jefe de dicha aldea menciona que un grupo de cinco hombres llego al lugar y se llevaron algunas provisiones, pero no quisieron pagar por estas y golpearon al comerciante.

Todo parecía indicar que estos hombres pertenecen a un grupo de rebeldes, seguramente son ex soldados de Ferval, estos se han dedicado a saquear algunas aldeas, o podrían ser simples mercenarios contratados por los nobles de las tierras de Ferval que aun descontentos con haber perdido la guerra, buscan causar problemas.

Aleksander ordeno a sus tropas seguirlo, una de sus sombras ha detectado algo, así que deben ir hacía ese lugar. Les llevo pocos minutos, era un pequeño campamento como de 30 hombres, quienes estaban rodeados por las sombras lobo, estos gruñen mostrando sus feroces caninos. Los hombres al ver llegar a Aleksander sabían que estaban perdidos, era el tan conocido general, aquel que arrasó con las tropas de Ferval. La batalla duro poco, eran poco rebeldes y cuando vieron que no podrían contra él, los pocos sobrevivientes admitieron su derrota.

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En el castillo, Lilianna busco a la esposa de Aleksander, después de preguntar a una doncella, esta la guió a la biblioteca, donde Ciel estaba siendo instruida por el mayordomo, le decía cuales eran las responsabilidades que le corresponden como Duquesa, entre ellos la gestión de gastos del castillo, es decir los sueldos de los sirvientes, los gastos en servicios destinados al castillo y los gastos de las despensas. La doncella habla para llamar la atención, diciendo que Lilianna deseaba saludar a la Duquesa.

— saludos gran Duquesa.— hace una reverencia.— me llamo Lilianna Ramont, soy la prometida de su alteza el príncipe heredero.

Ciel se sorprende al escuchar de quien trata, no esperaba conocerla tan pronto, pero se pone de pie haciendo también una reverencia.

— saludos señorita Ramont. Ciel Levallois, es un gusto conocerla, su alteza me hablo un poco de usted durante el viaje.— sonríe con amabilidad.

— creí que solo hablaba de su primo.— responde recordando sus quejas de ayer.

Ciel no puede evitar reír por el comentario y Lilianna sonríe, estaba un poco nerviosa porque no sabía que clase de personalidad tendría Ciel, pero al parecer es bastante relajada. Ciel le invita a beber el té, diciéndole al mayordomo que se tomará un descanso y retoman las lecciones más tarde. La doncella guía ambas a una sala para que puedan estar cómodas y le pide a otras preparar té y postres para la duquesa y su invitada. Al parecer los sirvientes de la casa son amables, lo cual le alegra a Ciel, pues creyó que no la aceptarían tan fácilmente.

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