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EL PRECIO DE MI MANO

EL PRECIO DE MI MANO

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad
Popularitas:6.4k
Nilai: 5
nombre de autor: N. Garzón

Abril es obligada a casarse con León Andrade, el hombre al que su difunto padre le debía una suma imposible. Lo que ella no sabe es que su matrimonio es la llave de un fideicomiso millonario… y también de un secreto que León ha protegido durante años.
Entre choques, sarcasmos y una química peligrosa, lo que empezó como una obligación se convierte en algo que ninguno puede controlar.

NovelToon tiene autorización de N. Garzón para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 5

Si alguien hubiera entrado a la oficina de mi padre en ese momento, habría pensado que estaba presenciando una subasta ilegal, una partida de póker o una sesión espiritual fallida; cualquiera de las tres opciones sería menos humillante que la realidad: yo, intentando mantener la dignidad frente a León Andrade.

El maldito hombre parecía disfrutar cada segundo del caos que había traído consigo. También parecía disfrutar verme tragarme mis propias palabras.

—¿Estás segura de que quieres seguir leyendo? —preguntó con ese tono suave, casi amable, que solo usaba cuando en realidad estaba divirtiéndose a mi costa.

—Estoy perfectamente bien —respondí, a pesar de sentir un agujero cavándose lentamente en mi estómago.

El abogado de mi padre me había entregado una carpeta tan gruesa que bien podría considerarse arma contundente. La abrí, con la absurda esperanza de que el contenido fuera menos terrible de lo que León insinuaba.

No. Era peor.

—Esto no puede ser real —susurré, pasando una hoja tras otra. Documentos de préstamos, intereses, firmas… la letra de mi padre clara como el día.

—Es real —dijo León, apoyándose en el escritorio como si aquello fuera un espectáculo montado exclusivamente para él.

—Mi papá no habría dejado que la deuda se saliera de control así —repliqué, elevando la mirada.

León arqueó una ceja.

—Bueno… tampoco dejó de morirse.

Sentí el impulso animal de lanzarle la carpeta a la cara, pero me contuve. Apenas.

—Excelente, muy sensible de tu parte.

Él sonrió apenas, como si aceptara el golpe con gusto.

—No estoy aquí para ser sensible, Abril. Estoy aquí para recuperar mi dinero.

—No todo el rancho vale esa cantidad. No aunque lo recontratemplemos, lo pintemos, lo resembr… —me detuve al ver que su sonrisa se ampliaba.

—¿Recontratemplemos? —repitió, disfrutando de cada sílaba, como si fuera un dulce.

—¿Quieres que te dé un diccionario o ya tienes uno?

Rodé los ojos.

Odiaba que me sacara de quicio tan fácil.

El perito regresó en ese momento, con una carpeta más delgada.

—Señor Andrade, ya tengo el informe preliminar.

Lo acompañó un silencio tenso. Mi abogado —un hombre nervioso por naturaleza— tragó saliva como si la vida dependiera de ello.

León tomó los papeles, los revisó y luego, sin moverse un centímetro, habló:

—El valor del terreno no cubre ni el cincuenta por ciento de la deuda.

—Eso no puede ser —protesté, arrebatándole el informe, lo que había dicho ayer, se volvió una realidad, que me apuñalo, la intimidación que había tratado de usar, se convirtió en una triste realidad

Era cierto.

Dolorosamente cierto.

Y, peor aún, León lo sabía desde antes de venir. Lo vi en sus ojos, esa chispa de satisfacción casi imperceptible.

—¿Algo que decir? —preguntó él.

—Sí —respondí con el orgullo colgando de un hilo—. Mi abogado va a impugnar el acuerdo de matrimonio.

Mi abogado me vio, horrorizado, pero demasiado profesional para interrumpirme. León, en cambio, soltó una carcajada baja, profunda. Molesta… y ridículamente atractiva.

—Puedes intentarlo, muñeca —dijo, usando el apodo que más detestaba—, pero tu padre firmó todo conforme. No hay cláusulas inválidas, no hay coerción, no hay vicios del consentimiento.

—Ya veremos —repliqué, dándole la espalda a propósito, como si eso pudiera darme poder en la conversación.

—Oh, claro —respondió él, con un tono que mezclaba burla e … ¿interés?—. Estoy ansioso por ver cómo planeas deshacerte de mí.

Me giré para enfrentarle, lista para devolverle la ironía, pero él ya estaba más cerca de lo que recordaba. No invadía mi espacio; simplemente estaba ahí. Firme. Seguro.

Molesto. Fascinante. Todo en uno.

—No me voy a casar contigo —le dije en voz baja, segura.

—Lo dices como si yo estuviera soñando con el día de la boda —contestó, cruzándose de brazos—. Créeme, Abril: no lo estoy. Pero quiero mi dinero. Y tu padre dejó muy claro cómo debía recuperarlo.

El silencio entre nosotros era casi eléctrico.

Mi abogado carraspeó, rompiendo el momento.

—Señorita Abril… puedo trabajar en un recurso. Tal vez haya un resquicio legal.

—Hazlo —ordené sin quitarle los ojos a León.

Él sonrió, esa sonrisa peligrosa que había visto dos veces y que ya sabía que significaba problemas.

—Perfecto —dijo, guardando los papeles—. Pelea todo lo que quieras. Mientras tanto, el acuerdo sigue en pie.

Se inclinó ligeramente hacia mí.

—Y te sugiero que vayas escogiendo vestido. No vaya a ser que el juez lo pida.

Sentí mis mejillas calentarse. De furia. Definitivamente de furia.

O al menos, eso intenté convencerme.

Y así, entre amenazas legales, sarcasmos y el peso enorme de una deuda que no era mía… empezó la guerra.

Una que ninguno de los dos pensaba perder.

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Gómez Martínez juaniss
🥰😍😍😍😍👏
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