Álvaro, creyente en la reencarnación, se encuentra atrapado en el cuerpo de Felipe, un ladrón muerto en un tiroteo. Con una nueva identidad, pero con la misma mente astuta y sedienta de justicia, decide vengarse de Catalina y de su amante. Usando sus habilidades empresariales y su inteligencia, se infiltra en su propia casa, ahora ocupada por otros, y empieza a mover las piezas de un plan de venganza que se va tornando cada vez más complejo.
Entre situaciones cómicas y tensiones dramáticas, la novela explora temas de identidad, amor, traición y justicia, mientras Álvaro navega en un mundo que no le pertenece, pero que está dispuesto a dominar. La lucha interna entre el alma de Álvaro y el cuerpo de Felipe crea un conflicto fascinante, mientras él busca vengarse de aquellos que lo destruyeron.
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La decisión final
La tormenta rugía afuera como un eco de la guerra interna de Álvaro. Sentado en la sala de interrogatorios, las gotas de lluvia golpeaban con furia el vidrio de la ventana, como si el universo estuviera exigiéndole una respuesta. Frente a él, Catalina estaba sentada con los brazos cruzados, los ojos llenos de un dolor que ya no se molestaba en ocultar.
—¿Por qué me llamaste? —preguntó Catalina, rompiendo el silencio.
Álvaro respiró hondo. Cada palabra que estaba a punto de decir tenía el peso de una década de odio, amor y arrepentimiento.
—Porque quiero que escuches algo. Algo que nunca te dije, pero que tú mereces saber.
Ella no respondió, pero el leve arqueo de sus cejas mostraba su escepticismo.
—La venganza era lo único que me quedaba. Cuando todo se desmoronó, cuando me arrebataste el suelo bajo los pies, juré que haría que lo pagaras. —Álvaro pausó, mirando directamente a Catalina—. Pero ahora me doy cuenta de que lo único que hice fue destruirme a mí mismo.
Catalina lo miró fijamente, pero no habló. Por primera vez, parecía dispuesta a escuchar sin juzgar.
—¿Quieres que me sienta culpable? —preguntó finalmente, con un tono afilado.
—No. Quiero que entiendas que lo que hiciste no fue lo único que nos destruyó. Fui yo. Mi orgullo. Mi incapacidad para perdonar.
La tormenta afuera pareció intensificarse, como si el universo mismo estuviera reteniendo el aliento ante sus palabras.
Un Giro Inesperado
Catalina se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y compasión.
—Tú piensas que todo esto se trata de venganza, Álvaro. Pero ¿alguna vez te preguntaste por qué lo hice?
Álvaro la miró, desconcertado.
—¿Qué estás diciendo?
Catalina suspiró, como si cada palabra que estaba a punto de decir le costara una parte de sí misma.
—Lo hice porque estaba rota, Álvaro. Porque nuestra vida, nuestra "perfecta" vida, era una fachada. Yo también sufría, pero tú nunca lo viste.
—¿Y eso justifica lo que hiciste? —respondió Álvaro, su voz alzándose.
—No, no lo justifica —respondió ella con firmeza—. Pero tal vez te ayude a entender que ambos fallamos.
Por un momento, el silencio llenó la habitación. Las palabras de Catalina resonaban en la mente de Álvaro, como si cada sílaba perforara una capa de su armadura emocional.
El Dilema Final
Esa noche, Álvaro regresó a su celda, pero el lugar estaba lleno de una presencia que conocía demasiado bien.
—¿Así que ahora quieres perdonar? —preguntó Felipe, emergiendo de las sombras como una figura espectral.
—Quiero liberarme —respondió Álvaro, con una voz que no tembló.
Felipe rió, una carcajada amarga que parecía llenar cada rincón de la celda.
—¿Liberarte? No seas ingenuo. La venganza es lo único que te queda. Si la abandonas, ¿qué eres?
—Un hombre que está listo para empezar de nuevo.
Felipe lo miró, sus ojos llenos de desprecio.
—Eres débil. Si no terminas lo que empezaste, ellos ganan.
Álvaro negó con la cabeza.
—Nadie gana en la venganza, Felipe.
El Acto Decisivo
Al día siguiente, Álvaro tomó una decisión que sabía que definiría el resto de su vida. Solicitó una última reunión con Catalina.
Cuando ella entró, lo miró con una mezcla de desconfianza y curiosidad.
—¿Qué quieres ahora? —preguntó.
Álvaro se levantó de su silla y la miró directamente a los ojos.
—Quiero que vivas. Quiero que sigas adelante y encuentres algo que te haga feliz.
—¿Y tú? —preguntó Catalina, con un tono que casi parecía burlón—. ¿Qué harás tú?
—Empezaré de nuevo.
Ella lo miró por un largo momento antes de asentir lentamente.
—Espero que lo logres, Álvaro. De verdad lo espero.
Cuando Catalina salió de la habitación, Álvaro sintió algo que no había sentido en años: paz. Pero justo cuando pensaba que todo había terminado, el oficial de la prisión se acercó con un sobre en la mano.
—Esto llegó para usted, señor.
Álvaro abrió el sobre y encontró una carta escrita a mano.
"No todo es lo que parece. El juego aún no ha terminado. -F"
El corazón de Álvaro se detuvo por un momento. Mientras apretaba la carta en su mano, supo que la batalla con Felipe no había terminado.
CONTINUARÁ...