Erick un antiguo detective retirado es una persona obsecionada con un caso de desapricion del pasado resibe una misteriosa llamada anonima que lo llevara a volver al caso, el inicio que comenzo con esta llamada lo metera a los planes de una organizacion que nos dice que el secuestro de laura no es tan simple como parece
La historia está hecha para que te preguntes si hubieras seguido las decisiones que Erick toma a lo largo de la historia
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Proyecto Arachne
El sol comienza a asomar por el horizonte, pintando el cielo con colores pálidos y fríos, cuando finalmente llegamos a la casa de Evan. Ocho horas de tensión, ocho horas que parecieron una eternidad, han dejado sus marcas. Me cuesta levantarme del coche, los golpes del gigante rojo aún me duelen, un dolor sordo que me recorre el cuerpo. Eleanor me ayuda a salir, su mano firme bajo mi brazo, un apoyo silencioso que agradezco. Entramos en la casa, el silencio de la mañana envuelve la escena. La sensación de agotamiento es abrumadora, pero la necesidad de avanzar en la investigación nos impulsa.
La laptop se encuentra sobre la mesa, fría y expectante. La memoria USB está conectada, su luz parpadeante un recordatorio silencioso de la información que contiene, información crucial que podría resolver el enigma. La pantalla muestra la solicitud de una clave de ocho dígitos, tres intentos son nuestra única oportunidad. La presión de este límite de tiempo aumenta el peso de la incertidumbre. Intento con el nombre del presidente del Grupo Blue, una conjetura, una esperanza, pero la pantalla nos rechaza. El error resuena en el silencio, amplificado por la tensión del momento.
Eleanor, en la siguiente habitación, necesita su espacio. La entiendo. El peso de la noche, del encuentro, de la vida que ha quitado, pesa sobre ella. La dejo sola con sus pensamientos, una decisión difícil, pero necesaria. La clave de ocho dígitos permanece como un enigma. dos intentos quedan.
El aire acondicionado de la casa de Evan parece sofocante, la tensión se ha vuelto tangible. Un segundo intento fallido. 1984BLUE… una idea que surgió de un destello, una inspiración fugaz, ahora se desvanece como humo en el aire. La decepción es un golpe, una sacudida que intensifica la presión, la angustia de tener sólo un intento restante. El fracaso me golpea con la fuerza de un puñetazo en el estómago. El reloj interno, implacable, marca el tiempo que se escapa.
Necesitaba aire, un respiro en este encierro claustrofóbico de incertidumbre. Salgo a la terraza, el fresco de la mañana alivia ligeramente el peso en el pecho, aunque la presión en mi cabeza persiste, un latido constante que me recuerda la escasez de tiempo. Enciendo un cigarrillo, el humo se eleva lentamente en el aire, mezclándose con la bruma matutina. La imagen del gigante rojo, su fuerza bruta, la escena del enfrentamiento… todo regresa en una avalancha de recuerdos. Pero la imagen que más persiste es la de la pantalla de la laptop, mostrando la fría y definitiva negativa.
Un único intento, una última oportunidad para descifrar la clave. Cada inhalación, cada exhalación, está cargada de tensión. El silencio de la mañana se siente ahora más pesado, más ominoso. El reloj sigue corriendo, inexorable, marcando el ritmo de mi desesperación. La clave de ocho dígitos sigue siendo un enigma. La posibilidad del fracaso se cierne sobre mí, una sombra oscura en el inicio de un nuevo día.
El humo del cigarrillo se disipa en el aire fresco de la mañana, pero el humo de la incertidumbre aún persiste en mi mente. Con una calma forzada, producto de años de lidiar con mi TOC, vuelvo a la habitación. Eleanor está pegada a la laptop, sus dedos danzan sobre el teclado con una velocidad sorprendente.
"¿Qué haces?", pregunto, mi voz apenas un susurro en la quietud de la casa.
"Evan me enseñó a usar muy bien las computadoras", responde sin levantar la vista, concentrada en su tarea. "Entrar aquí... es bastante fácil para mí. Quizás... antes debiste pedirme mi opinión". Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios, una mezcla de satisfacción y algo que podría interpretarse como burla sutil.
El sonido del enter resuena en la habitación, cortando la tensión como un cuchillo. La pantalla de la laptop se ilumina, revelando el contenido de la memoria USB. Los datos, sin embargo, están corruptos. Imágenes borrosas, fragmentos de archivos ilegibles... solo se vislumbra algo llamado "Proyecto Arachne". La decepción es un golpe sordo, pero rápidamente me recompongo. No me sorprende. Este caso nunca ha sido fácil.
"Necesita otra contraseña", dice Eleanor, sin apartar la mirada de la pantalla. Su voz es tranquila, casi serena, mientras que en mi interior una nueva ola de ansiedad comienza a crecer. Un nuevo rompecabezas. Una nueva barrera.
Me siento a su lado, la tensión en el ambiente es palpable. Observo su rostro, buscando alguna pista, alguna señal que me permita anticipar el siguiente paso. El silencio se instala de nuevo, pero esta vez es diferente. No es el silencio pesado de la desesperación, sino el silencio de la expectativa, la espera paciente de una nueva pista, un nuevo desafío. El aire acondicionado silba suavemente, marcando el ritmo de mi respiración, lenta y controlada. Estoy esperando. Esperando que Eleanor, con su conocimiento informático y su aparente calma, pueda abrir esta nueva puerta que se cierne ante nosotros, conduciéndonos más profundamente en el corazón oscuro del Proyecto Arachne. La impaciencia rasca en la superficie de mi calma, pero la mantengo a raya.
Un mar de carpetas digitales se extiende ante nosotros, 421 en total, numeradas meticulosamente del 001 al 421. Eleanor señala la antigüedad de los archivos; los primeros veinte, polvorientos vestigios de un pasado remoto, datan de hace cincuenta años. El último, mucho más reciente, de hace apenas dieciocho. La mitad de las carpetas, según Eleanor, contienen información sobre niños de alrededor de diez años. Un escalofrío recorre mi espalda. La escala de esta operación es aterradora.
Eleanor abre la primera carpeta. La información es familiar: el monstruo araña, datos que ya conocemos de la Corporación Quimera. Pero la segunda carpeta… La imagen que aparece en la pantalla me golpea con la fuerza de un puñetazo. Una persona anciana, vestida con una camisa de fuerza, los ojos vendados, una expresión de terror petrificado en su rostro. Debajo de la imagen, una simple leyenda: ´Sujeto N°002´. Un párrafo de texto resume su perfil: ´Presenta control sobre los demás sujetos del suero LXD.´
El aire se vuelve denso, pesado. El suero LXD… ¿la clave para controlar a las criaturas? ¿y para controlar a los niños? La imagen de la anciana, su vulnerabilidad absoluta, contrasta brutalmente con el poder que supuestamente ejerce. El silencio en la habitación se torna sofocante. El misterio se profundiza, se oscurece aún más. La verdad, ya no se encuentra sólo en los rincones de la Corporación Quimera, sino que se ramifica en un pasado mucho más extenso y oscuro de lo que jamás podríamos haber imaginado.