Renacer Entre Telas

El sol comenzó a ocultarse tras los edificios de la ciudad, tiñendo el cielo de tonos naranja y rojo, como si el universo mismo estuviera presagiando lo que estaba por suceder. Camila, ahora completamente inmersa en su nueva identidad como Isabela, se sentó en su escritorio revisando los bocetos que había trabajado durante las últimas horas. Su mente estaba llena de ideas, pero sabía que todo dependía de una sola cosa: demostrarle a Leonardo que su visión tenía valor.

Había tomado decisiones arriesgadas en su vida pasada, en su mundo anterior, y no pensaba dejar que este nuevo comienzo fuera distinto. Sabía que, en cuanto a Valle Textiles, lo que se necesitaba no era una transformación superficial, sino una verdadera revolución. No bastaba con diseñar telas, necesitaba algo que los diferenciara de todas las demás marcas.

Sin embargo, había un problema. El mayor obstáculo que enfrentaba en este nuevo mundo era el propio Leonardo. La forma en que él controlaba Valle Textiles con puño de hierro no le permitiría fácilmente abrir nuevas posibilidades. La estrategia era clara: lograría su objetivo, pero necesitaba algo más. Necesitaba apoyo.

En su vida anterior, nunca había temido a enfrentarse a los poderosos. Y ahora, aunque en un cuerpo ajeno, algo en su interior le decía que, al igual que antes, debía jugar las cartas con astucia.

El timbre del teléfono interrumpió sus pensamientos. Camila miró el número que aparecía en la pantalla. Era Clara.

—¿Señora Isabela? He encontrado información sobre algunas marcas emergentes. Y... hay algo más que quizás debería saber —dijo Clara, con un tono algo grave.

—¿Qué es? —preguntó Camila, apretando el teléfono entre sus manos.

—Recibí un mensaje extraño. Alguien que dice conocer a su esposo, Leonardo, quiere hablar con usted. Insiste en que es algo importante para la empresa... y para usted.

Camila frunció el ceño. El tono de Clara no la tranquilizó.

—¿De quién se trata? —preguntó, comenzando a sentir una ligera incomodidad.

—No lo sé, pero me pidió que se lo dijera a usted. Dijo que era urgente.

—Está bien. Dile que me espere en el salón principal, pero no quiero que se quede mucho tiempo. Yo me encargaré de la conversación —dijo Camila con firmeza, dejando claro que la situación no debía salirse de control.

Colgó el teléfono y se levantó con rapidez. Algo no le cuadraba. Si había alguien que conocía a Leonardo, podía ser un aliado… o un enemigo. Decidió no apresurarse. Necesitaba saber más.

Cuando llegó al salón principal, la figura de un hombre alto, de cabello oscuro y traje impecable, se encontraba de espaldas, mirando la vista de la ciudad a través de la ventana. Camila se acercó con cautela, evaluando cada detalle.

—¿Puedo saber a qué debo esta visita tan inesperada? —preguntó, con voz firme y decidida.

El hombre giró lentamente, mostrando una sonrisa calculadora que no alcanzaba a llegar a sus ojos.

—Isabela… qué sorpresa verte. Pensé que estarías más… ocupada en tu taller.

Camila lo miró de arriba abajo, sin mostrar ninguna expresión que delatara su incomodidad.

—¿Quién eres? ¿Y qué quieres de mí?

El hombre dio un paso adelante, acercándose con una calma inquietante.

—Mi nombre es Víctor Torres. Tengo algunas inversiones en Valle Textiles, y he estado observando cómo se desarrollan las cosas aquí. Más específicamente, cómo te desarrollas tú.

Camila lo observó con desconfianza.

—¿Y por qué debería interesarme lo que tú haces o piensas sobre mi trabajo? —preguntó, manteniendo su postura.

Víctor sonrió de nuevo, como si le divirtiera la situación.

—Porque creo que tanto tú como yo tenemos un interés común, Isabela. Y creo que, al final, tu esposo no sabe lo que está perdiendo. No sabe cómo puedes realmente hacer crecer esta empresa. Pero yo sí lo sé.

Las palabras de Víctor resonaron en la mente de Camila. Algo en su tono le decía que no era solo un simple inversionista. Era más. Había algo en su mirada, algo que le decía que Víctor tenía planes propios, y probablemente esos planes no incluían a Leonardo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Camila, sintiendo la presión aumentar en el aire.

Víctor se inclinó ligeramente hacia ella, sus ojos brillando con una mezcla de ambición y calculada certeza.

—Digamos que he estado en el negocio de la moda el tiempo suficiente para ver a dónde van las cosas. Y yo quiero que Valle Textiles se convierta en algo mucho más grande. Tú podrías ser la clave, Isabela. No tienes que seguir los mismos caminos de siempre. Si me escuchas y trabajas conmigo, te puedo ayudar a llevar Valle Textiles a la cima.

Camila se cruzó de brazos, contemplando sus palabras. Era difícil no sentirse tentada. Pero a la vez, había algo en la oferta que no la convencía. El rostro de Leonardo se apareció en su mente. ¿Estaba dispuesta a traicionarlo de esta manera?

—Lo pensaré —respondió Camila, sin comprometerse a nada.

Víctor asintió con una sonrisa sutil.

—Lo harás. Porque sabes que, tarde o temprano, necesitarás alguien que te respalde. Y yo soy el único que puede darte lo que realmente deseas.

Camila lo observó por un momento más antes de que él se girara para marcharse. Algo en su interior le decía que no podía dejar que Víctor se saliera con la suya. Si él tenía un plan, ella también debía tener uno.

Mientras veía cómo él se alejaba, Camila se dio cuenta de que la verdadera batalla comenzaba ahora. No solo tenía que ganar el respeto de Leonardo y transformar Valle Textiles en algo innovador, sino también enfrentarse a un enemigo que ya jugaba sus cartas.

—Esto acaba de ponerse interesante —murmuró Camila para sí misma, antes de regresar a su escritorio.

La partida estaba en marcha, y no pensaba rendirse sin luchar hasta el final.