Ander Hernández, un futbolista nacido en cuna de oro, decide ocultar su apellido para construir su carrera sin la sombra de su influyente padre. En su camino, conoce a Dalia Molina, una mujer que desafía los estándares tradicionales de belleza con su figura curvilínea y sus adorables mejillas.
Dalia, que acaba de sufrir una pérdida devastadora, se enfrenta al reto de sacar adelante a su madre y a su hermana menor. Pero su mundo da un giro inesperado cuando un hombre, tan diferente de ella en apariencia y situación económica, irrumpe en su vida, alterando todos sus planes.
A pesar de sus diferencias, tanto físicas como sociales, los corazones de Ander y Dalia laten al unísono, mostrando que, aunque sean polos opuestos en muchos aspectos, comparten lo más importante: un espíritu noble y un amor que trasciende todas las barreras.
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Parte 18 (+18)
Ander
—Hola, hazme un favor. Ve donde Juliana.
—¿por qué? —pregunta mi mejor amigo, escucho el jadeo de mi novia, que se estaba cubriendo la boca para que no nos escucharán.
Yo tenía abajo la pantaloneta\, con mi miembr*o en su interior\, tenía su gran atributo posteri*or. Me relamo los labios\, se veía asombrosa de esa forma.
—Ella dice que tiene un hijo mío, necesito que le tomes una muestra de ADN y la compares con el mío.
—Qué mierda, bien te haré el favor.
—También diles que le darás más dinero si lo realizan rápido.
—¿Cuánto puedo decir?
—No te exageres que también te daré a ti, entonces me avisas. ¿También necesitas una muestra mía? —Apoyo el celular con mi hombro, para tomarla de la cintura y entrar fuertemente, Dios, no necesitaba tanto tiempo, pronto iba a sonar que teníamos que volver a la cancha.
—Ya tengo una muestra, no preguntes —Me indica mi mejor amigo, vuelvo a tomar el celular solo para colgar y concentrarme en complacer a mi mujer.
—Te ves tan hermosa de esa forma —Dalia me mira, pero de inmediato pone sus ojos en blanco cuando empiezo a aumentar la velocidad, cubre su boca fuertemente y yo siento la vía libre para darle como quiero.
No tardamos mucho en salir del baño, podemos sentir miradas, incluso el entrenador nos observa con los ojos entrecerrados, como si sospechará de nuestra movida.
—No voy a preguntar, total. Están ganando y están siendo los favoritos de todos, entonces no habrá problemas, solo no tienten la suerte —Dalia asiente y yo la sigo.
De esa forma podemos reanudar el partido, esta vez un poco más tranquilo.
Porque yo tenía miedo, no quería un hijo de Juliana, en su momento había sido muy importante, pero ahora simplemente había sido un error más, uno que no quiero volver a cometer en la vida.
El segundo tiempo se hace eterno, pero ya habíamos 2-0 no había tanto problema, y lo fue aun menos cuando metimos el tercero.
Nuestro equipo festejó a lo grande, felices que hayamos logrado llegar tan lejos. Satisfechos por todo lo que había pasado.
Mi mejor amigo no tardó en llamarme.
—Espero que mi cuñada no sea una loca como Juliana, tengo que confesar que jamás me agrado.
—Qué fastidioso eres, mi Dalia es la mujer más increíble de este mundo.
—Qué cursi eres, el punto es que ya tengo los resultados, pero no te los diré hasta que me presentes a tu novia, oficialmente tu prueba de paternidad queda confiscada por tu mejor amigo, suerte con la celebración.
Lo quería matar, era un tonto. Mi mejor amigo, Daniel, era lo contrario a mí, le encantaban los videojuegos y había triunfado en ese mundo, cosa que a sus padres no les encanto mucho a la primera, pero hacía mucho dinero, entonces los calmo de alguna manera con eso.
Nos conocimos cuando teníamos 15 años, éramos opuestos. Yo el popular y Daniel el adicto a los videojuegos, incluso había hecho cursos de programación, era un genio con todo eso. También era una persona repelente que no se llevaba con nadie, yo que a los 15 años creía que podía hablar con todos, me volví super amigo del rarito de mi colegio.
Ahora nos llamamos cada vez que sucede algo importante, además que es mi única conexión con el pasado yo.
—Amor, ¿ya se sabe el resultado?
—Sí, pero Daniel no me quiere decir hasta que te presente con él.
—¿En serio? Pero si ya nos conocemos.
—¿Qué?
—Un día hicimos videollamada con él, porque él necesitaba tu ayuda con algo.
—¡Ah!, es verdad. Aunque bueno, en la noche vamos con él, para salir a comer.
—Está bien —Mi novia se ríe y le robo un beso.
—¿Ustedes dónde estaban en el medio tiempo? —Mi novia y yo quedamos tiesos, totalmente fuera de base con esa pregunta.
Las charlas y las bromas entre todos contra nosotros no se hace esperar, aunque algunas no eran mentira, uno no podía estar demostrando la comida ante los hambrientos.
Por eso, huimos, apenas tuvimos la oportunidad.
Llegamos a la casa de Daniel y Dalia se quedó dormida en el auto. Me tomé un momento para observarla, su rostro relajado y sereno. La acaricié suavemente, sintiendo una mezcla de amor y responsabilidad. Habíamos estado trabajando mucho y necesitábamos descansar, pero primero debía resolver lo de Juliana.
Salí del auto y me acerqué a la puerta. Daniel ya estaba afuera, esperándome con una sonrisa burlona.
—¿Por qué no entras? —preguntó.
—Dalia está dormida, hemos estado trabajando mucho estos días.
Daniel asintió y me entregó un sobre.
—Aquí tienes. La prueba de paternidad, como prometí. —Lo tomé, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. No podía abrirlo ahí, no sin Dalia.
—Gracias, amigo. En serio. —Dije, guardando el sobre en el bolsillo de mi chaqueta.
—No hay de qué, Ander. Sabes que siempre puedes contar conmigo. —Daniel me dio una palmada en la espalda y se despidió, entrando de nuevo a su casa. —La próxima espero conocer a tu futura esposa despierta.
Volví al auto y encendí el motor, conduciendo con cuidado de no despertar a Dalia. Necesitaba un lugar tranquilo para hablar con ella y abrir el sobre. Después de unos minutos, encontré un pequeño parque vacío y estacioné.
—Amor, despierta. —Dije suavemente, acariciando su mejilla.
Dalia abrió los ojos lentamente, parpadeando para despejarse.
—¿Qué pasó? —preguntó, todavía adormilada.
—Ya tengo los resultados de la prueba de paternidad. Quiero que los veamos juntos.
Ella asintió, incorporándose en el asiento. Saqué el sobre del bolsillo y lo abrí con manos temblorosas. Respiré hondo y saqué el papel, leyéndolo en silencio antes de mostrarle a Dalia.
—¿Y? —preguntó ella, con los ojos llenos de ansiedad.
—No es mi hijo. —dije finalmente, sintiendo una ola de alivio.
—Te lo dije, solo quería dinero y fama.
—Si llego a tener un hijo, quiero que sea tuyo, quiero que todos mis hijos sean tuyos.
—¿Cuántos quieres? —Se ríe para verme con una sonrisa.
—Todos los que puedas y quieras, es tu cuerpo.
—No sé, nunca he pensado demasiado en eso.
—¿En serio?
—Sí, sinceramente pensé que el amor y yo nunca nos íbamos a llevar. Ahora tengo un trabajo, un novio, mi familia está muy estable.
—¿Te irías conmigo a Europa?
—¿Ya elegiste el club?
—No, pero quiero preguntar.
—Sí, aunque también me gustaría que mi hermana se fuera, ella es muy talentosa con los idiomas, creo que podría triunfar en cualquier parte.
—¿Y tú qué quieres?
—Ya tengo lo que siempre he querido —La beso suavemente, Dalia era una mujer maravillosa.