La vida de Valeria da un giro inesperado cuando descubre la infidelidad de su novio, Alex. Desolada y herida, decide marcharse sin decir una palabra, buscando refugio en la casa de su amiga. Alex, al darse cuenta de su ausencia, se embarca en una búsqueda frenética para encontrarla, convencido de que puede reparar su relación. Sin embargo, su mejor amiga, Claudia, está decidida a proteger a Valeria del dolor que su ex le ha causado y se niega a revelar su paradero.
A medida que Alex se enfrenta a obstáculos y a la interferencia de su amante, Valeria comienza a redescubrirse y a sanar. Pero cuando el amor verdadero está en juego, las decisiones del pasado pueden amenazar el futuro.
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Capitulo 16: La vida sin alex
**Valeria se despertó con el sonido de los pájaros afuera, algo que no había notado en mucho tiempo.** La tranquilidad que sentía era extraña, pero reconfortante. **Por primera vez en días, no se levantó con la sensación de ahogo ni con el peso de las dudas.** Se dio cuenta de que, poco a poco, la vida sin Alex empezaba a tomar forma.
**Pasaron semanas desde que decidió marcharse sin mirar atrás, y aunque al principio el dolor era casi insoportable,** ahora empezaba a redescubrir pequeñas cosas que la hacían feliz. **Ir al parque sin prisas, leer sin distracciones, y sobre todo, disfrutar del silencio, un silencio que antes le parecía vacío pero que ahora se sentía lleno de paz.**
—*Siempre pensé que mi vida giraba alrededor de él,* —murmuró para sí misma mientras caminaba por las calles de su nuevo vecindario, sentada en una pequeña cafetería con una sonrisa tranquila.
**La independencia que había olvidado tener se convirtió en su mejor compañera.** Ya no dependía de nadie para sentirse completa, y esa realización la llenaba de una extraña mezcla de orgullo y tristeza.
**No es que hubiera dejado de amar a Alex, pero la distancia le dio una nueva perspectiva.** Quizás su relación había sido más tóxica de lo que quería admitir, y ahora, lejos de las promesas rotas y los recuerdos amargos, empezaba a recuperar la versión de sí misma que había perdido.
**Claudia lo notaba también.** Valeria ya no hablaba de Alex con la misma desesperación, sino con una especie de aceptación que la sorprendía.
—*No es que ya no lo extrañe,* —le confesó a Claudia una tarde, sentada en el sofá con una taza de té entre las manos—, *pero estoy empezando a darme cuenta de que puedo vivir sin él, y eso... eso me da paz.*
**Claudia sonrió, orgullosa de su amiga.** Sabía que el camino no había sido fácil, pero ver a Valeria florecer poco a poco sin la sombra de Alex era la mayor prueba de que la decisión de marcharse había sido la correcta.
**Valeria respiró profundamente**, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones. Había empezado a caminar por las mañanas, algo que antes nunca hacía. **Ahora esos paseos eran su momento para pensar, para reconectar consigo misma y, sobre todo, para sanar.**
El parque al que iba estaba lleno de vida, niños jugando, parejas paseando de la mano, y ella, por primera vez en mucho tiempo, se sentía parte del mundo sin sentir que algo le faltaba.
**Caminó hasta un banco solitario y se sentó, disfrutando de la brisa suave que movía las hojas de los árboles.** Se dio cuenta de lo fácil que era sonreír por cosas simples: el canto de los pájaros, el sol cálido en su rostro, el silencio interior que había comenzado a encontrar. La vida sin Alex ya no se sentía como una ausencia dolorosa, sino como una oportunidad de redescubrir quién era.
—*¿Cuándo fue la última vez que me sentí así?* —se preguntó, recordando aquellos primeros meses con Alex, cuando todo parecía nuevo y emocionante. Pero pronto las cosas habían cambiado. **La relación se volvió una montaña rusa emocional de la que no pudo escapar hasta que decidió dejarlo todo atrás.**
**Volvió a mirar el paisaje frente a ella.** El mundo seguía girando, con o sin Alex en su vida, y ella estaba aprendiendo a girar con él, a encontrar su propio equilibrio.
—*Es extraño...* —murmuró para sí misma—, *no pensé que podría sentirme bien sin él.*
**Claudia la había animado a hacer cosas nuevas,** a no encerrarse en su dolor, y Valeria le estaba agradecida. Ahora, cada día era una pequeña victoria, un paso más hacia la libertad emocional que tanto había deseado, aunque no lo supiera.
**Aún quedaban heridas por sanar,** claro, pero por primera vez en mucho tiempo, Valeria se permitió a sí misma la posibilidad de un futuro sin miedo, sin ataduras al pasado.
—*Estoy bien...* —se dijo con una sonrisa. Y lo creyó.
**Valeria se levantó del banco** con una sensación de liviandad que hacía mucho no experimentaba. **El peso de los recuerdos y las heridas se sentía cada vez menos pesado**, como si finalmente estuviera soltando el lastre que la mantenía anclada a un pasado doloroso. **Por primera vez en semanas, el día se sentía más claro, más brillante.**
De camino a la casa de Claudia, **pasó frente a una pequeña librería que no había notado antes.** Las ventanas estaban adornadas con luces tenues y pilas de libros cuidadosamente ordenados. Algo en ese lugar la invitaba a entrar. **Valeria no lo pensó dos veces.**
Al cruzar la puerta, **un suave aroma a papel viejo y café la envolvió.** Sus dedos recorrieron las cubiertas de los libros, y de pronto, se encontró sonriendo. Le había gustado leer desde siempre, pero lo había dejado durante su relación con Alex, perdida en la vorágine de su vida compartida.
—*Esto también es parte de mí,* —pensó, mientras tomaba un libro al azar de una de las estanterías.
**Lo abrió en una página cualquiera y leyó unas líneas** que hablaban sobre redescubrirse después del dolor. Sin querer, se sintió reflejada en esas palabras. **Quizás, era exactamente lo que necesitaba ahora: reconectar con la Valeria que siempre había sido antes de perderse en la relación.**
Al salir de la tienda, con el libro en la mano, se dio cuenta de algo crucial. **El miedo a estar sola que tanto la había perseguido desde que dejó a Alex, poco a poco, estaba desapareciendo.** Ahora, esa soledad era una aliada, una oportunidad para conocerse mejor, para hacer cosas por ella misma, sin rendir cuentas a nadie.
**Volvió a casa de Claudia** con el libro bajo el brazo y una sonrisa que no se borraba de su rostro. La idea de que su vida podía ser plena sin Alex, sin el amor que creyó indispensable, comenzaba a tomar forma.
—*Tal vez, después de todo, ser feliz no depende de alguien más,* —pensó al abrir la puerta, sintiendo que cada día lejos de Alex era un paso más hacia su propio bienestar.