— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
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Capitulo 15: Te doy un mes para conquistarme. 2
ZAIRA
Valentina me despertó con un suave tirón de la manta, sacándome del sueño profundo que había caído tras un largo día. Me duché rápidamente, disfrutando del agua caliente que caía sobre mí. Después de arreglarme, me puse un poco de maquillaje, sintiéndome lista para la noche. Mientras me cambiaba, no pude evitar pensar en Marck y en cómo su presencia aún afectaba mi estado de ánimo.
Cuando finalmente terminé, me senté en el sofá a esperar a Valentina, que últimamente había adoptado el hábito de dejar todo para el último momento. Miré el reloj; eran ya las 9:00 PM, la hora a la que supuestamente debíamos salir. Suspire y decidí ser paciente. Después de unos minutos que parecieron eternos, Valentina finalmente salió de su habitación, con un vestido ajustado que la hacía lucir aún más radiante.
— ¡Ya estoy lista! — gritó, dándo una vuelta para mostrarme su look.
— ¡Te ves increíble! — respondí, admirando su entusiasmo mientras nos poníamos los abrigos y salíamos de casa.
Tomamos un taxi que nos llevó rápidamente al club. La música se sentía desde la calle, vibrante y llena de energía. Al llegar, el ambiente estaba repleto de luces brillantes y personas riendo y bailando. Valentina y yo intercambiamos miradas emocionadas antes de entrar, listas para dejar atrás la rutina y disfrutar.
— ¡Hola, chicas! ¿Cómo están? — dijo Juan, acercándose con una sonrisa amplia.
— Bien, ¿y ustedes? — respondimos al unísono, riéndonos de la sincronización involuntaria.
— ¡Bien! — respondió él, dándole un golpe amistoso a Valentina en el brazo.
A medida que el grupo se fue reuniendo, noté que Cristian se quedó un poco al margen, observando. Había algo raro en su actitud, un aire distante que no podía ignorar.
— Hola, Cristian... — dije, intentando romper el hielo mientras me acercaba a él.
— Hola, Zaira — respondió, su tono de voz frío y distante, como si estuviera lidiando con algo más.
Me sentí un poco confundida. ¿Estaría enojado conmigo por haberlo utilizado en mi enfrentamiento con Marck? La incomodidad se instaló entre nosotros, y me pregunté si debía hacer algo al respecto o simplemente dejarlo estar.
— Bueno, ¡entremos a divertirnos! — gritó Valeria, rompiendo la tensión y señalando hacia la entrada del club. Su entusiasmo era contagioso, y su energía me hizo olvidar por un momento la mirada distante de Cristian.
Entramos al club, y la música envolvente nos recibió como un abrazo cálido. La pista de baile estaba llena de gente que se movía al ritmo de la música, y el aire estaba cargado de risas y alegría. Valentina y yo nos quitamos los abrigos y los dejamos colgando en nuestros brazos. Valentina se lanzó hacia la pista, arrastrándome con ella.
Mientras bailábamos, intenté distraerme de Cristian y de los pensamientos sobre Marck. La diversión parecía estar al alcance de la mano, y mis preocupaciones se desvanecían con cada ritmo que marcaba la música. Sin embargo, la presencia de Cristian seguía flotando en mi mente.
— ¡Esto es increíble! — gritó Valentina, moviéndose al compás de la música mientras giraba su cabello.
— ¡Sí! — respondí, tratando de igualar su entusiasmo. Pero a medida que avanzaba la noche, mis pensamientos regresaban a Cristian. ¿que le sucedía?
Valentina se dio cuenta de que me había distanciado un poco.
— Zaira, ¿qué te pasa? — me dijo, deteniéndose para mirarme.
— No, nada, solo... pensando en cosas — respondí evasivamente, intentando no preocuparla.
— Vamos a disfrutar de la noche. Olvídate de todo. ¡Baila! — dijo, empujándome hacia la pista de baile con una sonrisa, y a pesar de mis reservas, decidí dejarme llevar.
Mientras bailaba, la música y el ritmo me envolvieron, y por un breve momento, me sentí libre. Pero en el fondo, sabía que los problemas no desaparecerían simplemente por disfrutar de una noche de fiesta.
Después de bailar por un buen rato, Valentina y yo nos dirigimos hacia la barra, buscando un descanso del bullicio de la pista de baile. El club estaba lleno, y la música seguía golpeando fuerte, pero necesitaba un respiro. Nos apoyamos contra la barra de madera mientras el bartender nos atendía, y Valentina pidió un par de tragos.
— Esto está increíble, ¿verdad? — me dijo Valentina, con los ojos brillantes por la emoción y el calor del baile. — Sabía que debíamos salir, necesitábamos despejarnos.
Sonreí, pero mi mente aún estaba atrapada en algo más. Tomé un sorbo del trago que me habían servido, y finalmente me decidí a hablar.
— Oye, Vale, ¿tú has notado que Cristian está un poco raro hoy? — pregunté, inclinándome hacia ella para no tener que gritar demasiado por encima de la música.
Valentina se giró hacia mí, frunciendo el ceño con curiosidad.
— ¿Raro cómo? — preguntó, dándole un trago a su bebida mientras me miraba de reojo.
— No sé... está distante. Desde que llegamos apenas ha hablado conmigo. — Hice una pausa, recordando la frialdad de su saludo. — Siempre ha sido amable, ya sabes, y hoy siento que me evita.
Valentina arqueó una ceja, obviamente intrigada.
— Bueno, no sé, Zaira... Tal vez algo le pasó, o está en uno de esos días — sugirió, encogiéndose de hombros. — ¿Le hiciste algo?
— bueno...— Me detuve a pensar. Lo único que se me venía a la mente era el hecho de que había usado a Cristian en mi intento de alejar a Marck, pero no había sido algo intencionado ni cruel. — No, no directamente. Pero quizá le molesta que lo haya involucrado en ese asunto con ese hombre. Ya sabes, lo besé solo para que Marck se alejara...
Valentina se rio con incredulidad.
— ¿En serio crees que es por eso? Digo, Cristian es un chico grande, seguro lo entiende. Aunque... — se detuvo un momento, pensando — si le gustas, quizá se sintió usado. Eso podría explicarlo.
Suspiré, mirando mi vaso mientras jugaba con el borde de la copa.
— Nunca quise hacerle daño... — dije en voz baja, sintiendo el peso de mis palabras. No podía lidiar con más complicaciones emocionales ahora. — Solo intentaba deshacerme de Marck en ese momento, no pensé en las consecuencias.
Valentina puso una mano sobre mi brazo, mostrándome su apoyo.
— Quizá deberías hablar con él y aclarar las cosas. No puedes tener a todos estos chicos enredados en tu vida sin que se pongan raros de vez en cuando — bromeó, dándome un pequeño empujón en el brazo.
— Sí, tal vez — respondí, — Es que me siento culpable. No quiero que Cristian esté así por mi culpa.
Valentina me miró con simpatía.
— Mira, Zaira, sé que tienes un montón de cosas en la cabeza, pero no puedes cargar con todo. Si Cristian está molesto, es mejor que hablen y lo aclaren, ¿vale? Al final, no puedes controlar lo que los demás sienten por ti. Lo importante es ser honesta y no arrastrar los problemas innecesariamente.
Asentí, agradeciendo su consejo. Sabía que tenía razón. Valentina era de esas personas que tenía diferentes facetas, pero esta definitivamente era mi favorita.
— Tienes razón, Vale. Hablaré con él más tarde... — Me encogí de hombros, tratando de sacudirme la sensación de incomodidad.
Valentina sonrió, terminando su trago y apoyando el vaso en la barra.
— ¡Exacto! Esta noche estamos aquí para divertirnos, no para preocuparnos por dramas innecesarios. — Me dio un guiño y me tomó de la mano. — ¡Vamos a bailar un poco más! ¡Ya verás cómo te sientes mejor!
Reí ante su entusiasmo, dejando que me arrastrara de nuevo hacia la pista de baile, aunque no pude evitar que el comportamiento de Cristian siguiera dando vueltas en mi cabeza.
Seguimos bailando y divirtiéndonos. Valentina se movía con una sonrisa en el rostro, completamente entregada al ambiente. Yo intentaba seguir su ejemplo, pero mis pensamientos seguían divagando, especialmente sobre Cristian.
— Voy al baño, ¿sí? — me dijo Valentina, acercándose para que pudiera oírla por encima de la música.
— Está bien, no tardes — respondí con una sonrisa.
— No te preocupes, ahorita nos reunimos con los demás. Tenemos que celebrar que Cristian está a punto de graduarse.
La vi dar media vuelta y dirigirse hacia el baño, perdiéndose entre la multitud. Me quedé en la pista, moviéndome al ritmo de la música, pero de repente algo me hizo detenerme. Sentí una mirada sobre mí, algo incómoda. Al voltear, lo vi: Marck, observándome desde el otro lado del club, con una expresión indescifrable en su rostro. A su lado, una mujer voluptuosa, claramente intentando llamar su atención, pero él parecía más interesado en seguir mis movimientos.
“Hasta aquí tenía que encontrarme con él”, pensé, sintiendo una mezcla de frustración y cansancio. Decidí ignorarlo, apartando la vista de él y volviendo a concentrarme en el baile. Pero la sensación de su mirada seguía persiguiéndome, como si él estuviera intentando leer cada uno de mis movimientos, cada gesto. Tragué saliva, tratando de sacudir la incomodidad que me producía, pero algo más me distrajo: Cristian, al otro lado de la pista, me miraba.
Necesitaba hablar con él para no posponer está charla. Así que me acerqué, moviéndome entre la gente hasta que llegué a su lado.
— Hola, Cristian... ¿Podemos hablar afuera? — le pregunté, acercándome para que me escuchará.
Él asintió sin decir nada, y salimos del club en silencio. El aire frío de la noche nos golpeó en cuanto cruzamos la puerta, pero me sentí aliviada por el cambio. Afuera, lejos del ruido y las miradas, era más fácil respirar. Nos quedamos en silencio varios segundos, ambos mirando al suelo, hasta que decidí romper el hielo.
— ¿Por qué estás enojado conmigo? — pregunté, mi voz casi temblorosa.
— No... no estoy enojado contigo, Zaira
Fruncí el ceño, sabiendo que algo no cuadraba.
— Entonces, ¿por qué estás tan distante? — insistí.
Cristian soltó un largo suspiro, como si hubiera estado guardando esas palabras desde hacía tiempo.
— Cuando me gradúe, me iré de aquí, Zaira... — confesó, evitando mirarme a los ojos.
— ¿A dónde? — pregunté, sorprendida.
— Voy a entrar en la empresa de arquitectura de mi padre — dijo, finalmente encontrando mi mirada. — Él ha estado esperándome, siempre supo que yo seguiría sus pasos. Entonces me iré.
Sentí un nudo formarse en mi estómago. Sabía que Cristian venía de una familia adinerada, pero siempre había hablado de quedarse en Italia, de empezar su carrera aquí.
— Pero... pensé que ejercerías aquí, como me habías dicho antes — murmuré, incapaz de procesar del todo lo que me estaba diciendo.
Cristian bajó la mirada por un segundo, antes de soltar un pequeño suspiro.
— Sí, ese era el plan. Pero solo lo haría si tú correspondías a mis sentimientos.
Mis palabras se atoraron en mi garganta. No sabía qué decir. Bajé la mirada, incapaz de sostener la suya. Sabía que había algo más en juego para Cristian, pero no me había imaginado que mis sentimientos fueran tan importantes para él.
— Mi plan siempre fue irme con mi padre, Zaira. Por eso estudié arquitectura, para seguir con la empresa familiar. Pero después de conocerte, mis sentimientos cambiaron, y por un tiempo pensé que me quedaría aquí... solo para estar cerca de ti, con la esperanza de que algún día me correspondieras.
El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Sabía que le gustaba, pero nunca había imaginado que estuviera considerando cambiar su vida por mí.
— Cristian... lo siento — susurré, sintiendo la culpa crecer en mi interior.
— No te disculpes — dijo con suavidad, interrumpiéndome. — No puedes obligarte a amarme, y yo no puedo obligarte a hacerlo. Solo... me duele irme. Y si te he tratado así esta noche es porque me duele más de lo que pensé. Quería quedarme, pero ahora sé que no puedo. Solo quiero que sepas que no importa dónde esté ni cuánto tiempo pase, siempre te voy a amar.
Antes de que pudiera responder, se acercó y me dio un abrazo. Sentí la calidez de su cuerpo contra el mío, y por un momento, quise decir algo, cualquier cosa que pudiera aliviar el dolor que sabía que ambos sentíamos. Pero no pude. Las palabras no salieron.
Cristian se alejó lentamente, y lo vi dar un paso hacia atrás, mirándome con una tristeza que parecía infinita.
— Espera... — dije, tratando de detenerlo. — Te vas a ir ahora, cuando supuestamente íbamos a celebrar que te gradúas.
Cristian negó con la cabeza.
— No me gustan estos sitios, Zaira. Si acepté venir fue solo para verte, porque quería estar contigo una última vez antes de que todo cambie — gritó, su voz quebrada por la desesperación.
Me quedé ahí, congelada, sin saber qué más decir. Lo veía alejarse lentamente, y no pude evitar sentir que algo en mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.
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NARRADORA
Zaira soltó un suspiro y se iba a disponer a regresar al club, pero se asustó al ver a Marck de pie frente a ella, bloqueando su camino. Su expresión era una mezcla de furia y frustración, y un escalofrío recorrió su cuerpo al verlo tan intenso.
— ¿Qué haces aquí? — le preguntó, tratando de mantener la calma.
— ¿Qué haces tú hablando con ese? — respondió él, su voz baja pero cargada de celos.
— Te recuerdo que él es mi novio — respondí, tratando de mantener la calma, pero la frustración se filtraba en mi voz.
Marck frunció el ceño, su mirada intensa como si quisiera atravesar mi defensa.
— No me engañes. Sé que ese idiota está loco por ti, pero tú lo rechazas... — dijo Marck, su tono cargado de rabia. Sus manos se cerraron en puños a los costados, como si estuviera conteniendo una furia que en cualquier momento podría desatarse.
— Tienes razón... — suspiré, sintiéndome atrapada entre su enojo y la necesidad de ser firme. — El y yo no somos nada, pero te recuerdo que tú y yo tampoco tenemos algo. Así que no entiendo por qué me estés reclamando.
—Si no estamos juntos es porque no me has dado la oportunidad de demostrarte lo que realmente siento por ti. Te prometo que, si me das esa chance, no te vas a arrepentir. Haré todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz y que confíes en mí.— dice avanzando hacia ella con pasos firmes. La acorraló contra la fría pared, sus ojos brillando con una intensidad inquietante. —
— Me harías muy feliz si me dejaras en paz. Solo me estás complicando la vida, Marck — dije, intentando mantenerme firme, aunque su proximidad me hacía tambalear.
— te amo, como nunca imaginé amar a una mujer.
Marck se acercó más, su cuerpo presionando el de ella contra la pared. La mirada de él era intensa, casi desesperada, y antes de que ella pudiera protestar más, él se inclinó y la besó.
Al principio, Zaira intentó apartarlo, pero sus labios eran imposibles de ignorar. Una chispa de sorpresa la atravesó, y su resistencia se desvaneció mientras correspondía al beso, cuestionándose por qué lo estaba haciendo. La calidez de su cuerpo, la necesidad en su beso, la envolvió, y en ese momento olvidó todo lo que había planeado decirle.
Cuando Marck se separó, ambos respiraron con dificultad, el espacio entre ellos cargado de tensión y algo más que no podían identificar.
— Zaira, solo te pido una oportunidad... De verdad me gustas, mujer. Me vuelves loco — confesó él, su voz más suave y vulnerable.
Ella iba a cuestionarle sobre la mujer que había estado coqueteando con él momentos antes, pero una idea se le ocurrió, algo que podría alejarlo definitivamente.
— Mmmm... está bien. Te voy a dar una oportunidad, pero solo para que tengamos citas y demás — dijo Zaira, tratando de sonar segura. — Solo te doy un mes para conquistarme. Si no lo logras, me tendrás que dejar en paz.
Marck la miró con una mezcla de sorpresa y esperanza. Su expresión cambió, como si finalmente viera un camino hacia lo que tanto deseaba.
— Un mes — repitió, saboreando la idea. — ¿Es un trato?
Zaira asintió. Marck sintió una Mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que si en ese mes no lograba que Zaira se enamorara de él, todos sus planes se irían a la mierda, pero tenía la esperanza de que todo saldría bien.