Melani una chicha que vive en una pequeña ciudad de Ecuador junto a sus padres y su pequeño hermano, ella desde pequeña sueña con ser una modelo reconocida a nivel mundial a medida que ella crece, sus sueños crecen con ella, cuando tiene 17 años, una supuesta agencia de modelaje llega a su ciudad en busca de jóvenes modelos para un casting, la contactan por mensajes, pronto la llevan a un casting a Nueva York donde empieza el infierno para la joven chica, pues todo era un engaño y la agencia en realidad era una red de trata de blanca, entre maltratos físicos y emocionales y sexuales Melani encuentra una luz de esperanza en un hombre que esta investigando estas mafias para salvar a las chicas, juntos tienen que enfrentar muchos desafío para llegar a esta juntos.
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La desesperación empieza a apoderarse
La noche pronto cayo y Melani está muy cansada y abrumada, todo lo que había vivido era demasiado para ella, cerró los ojos y descanso por unos minutos, pero al poco tiempo se despertó pensando que todo era un mal sueño, pero se topó con la dura realidad, se levantó de la cama y nuevamente empezó a observar cada rincón de ese pequeño lugar, sus pasos hicieron que las otras dos chicas se despertarán, vieron a Melani y se unieron a la búsqueda, querían encontrar alguna forma de poder salir de ahí, revisaron las paredes, las puertas, cualquier cosa que pudiera darles una esperanza de escape, pero no había nada, las ventanas estaban selladas con cemento, la puerta cerrada con llave y fuera de la habitación solo podía oír los pasos de los hombres que vigilaban el lugar.
Ya no podía más y se arrodilló en el suelo, las chicas la abrazaron, ella al igual que todas, solo querían regresar a casa, retroceder el tiempo y no aceptar tal casting, pero ya era demasiado tarde, ya no había escapatoria, ahora estaban atrapadas, lejos de sus familias, lejos de sus hogares, sin comunicación, sin papeles, en un lugar desconocido.
Las lágrimas no tardaron en aparecer, las tres chicas lloraban sin cesar, lloraban en silencio, pues no querían que los hombres de afuera las escucharan, una mezcla de desesperación, miedo e impotencias llenaba aquel pequeño cuarto, no sabían cómo iba a sobrevivir en aquel calvario.
Pasaron algunas horas y las chicas se fueron a sus camas a tratar de descansar, no sabía lo que les esperaba a la mañana siguiente, Melani intentó volver a dormir, pero sintió una profunda sensación de traición, no solo hacia quienes la habían engañado, sino también hacia ella misma, se dejó cegar por la emoción, ignorando las advertencias de su padre, las dudas de sus amigas, quería tanto esta oportunidad que no escucho a nadie, ni a las personas que tanto quería.
Poco a poco el miedo la consumía, no sabía que iba a pasar con ella, las palabras de aquel hombre resonaban en su cabeza, sentía que el aire no era suficiente, se ahogaba, no podía respirar, quería gritar, pero el grito se quedaba atrapado en su garganta, la desesperación empezó a envolverla, en su pecho sentía que alguien la estaba aplastando, se dio cuenta de que en ese lugar no importaban sus sueños, ni su ambición, ahí no era nadie, solo era una prisionera, justo cuando sentía que se desvanecía una de las chicas la tomo de la mano y le dijo que no está sola, que debía luchar para salir de ahí, que no se diera por vencida, Melani, abrió los ojos y miro a la chica, empezó a respirar profundo varias veces y se calmó, miro nuevamente a la chica y solo asintió, las palabras se le quedaban atrapadas y no las podía pronunciar.
La chica la dejo más calmada y se fue de nuevo a su cama, Melani ya más tranquila cerró los ojos e imaginó a su familia, primero visualizó a su padre, miró su rostro preocupado el día en que le dijo que se iría lejos, recordaba las palabras que le dijo, recordaba todos los momentos que habían tenido, las conversaciones, y todo lo demás, entonces susurró en la oscuridad "Papá, lo siento, tenías razón."
Luego apareció su madre en sus recuerdos, ella estaba sonriéndole como cuando la despidió en el aeropuerto, recordaba las palabras que le dijo cuando le entrego el amuleto, ahí se dio cuenta de que todavía lo llevaba colgado en el cuello, lo tomo muy fuerte con sus manos, por último vio a su hermanito, recordó el gran abrazo que le dio en el aeropuerto al despedirse, pensó en que estaría haciendo en esos momentos, la seguiría extrañando o ya se había olvidado de ella, pero pensar en su familia solo hacía que crezca su tristeza
Miró alrededor de la habitación, buscando algo, cualquier cosa que pudiera darle un indicio de que aún había una salida. Pero no había nada. Las ventanas estaban cerradas con barrotes, y la puerta permanecía firmemente cerrada. Melani se dio cuenta de que no solo estaba atrapada.
Melani sentía que en cada minuto en ese lugar el miedo y la desesperación iban aumentando, pero al pensar en su familia se llenó de una pequeña chispa de determinación, sintió que en su interior algo comenzaba a quemar, no iba a rendirse, aunque todo parecía perdido debía seguir luchando, no se iba a dejar abatir, tenía que buscar una solución una escapatoria.
Pero, por ahora, el miedo seguía ganando terreno, y Melani, sentada en la oscuridad de esa habitación, lloró por lo que había perdido, por lo que había sido, y por lo que sabía que nunca volvería a ser.
A la mañana siguiente Melani junto con las otras chicas despertaron, empezaron a dialogar, preguntado cuales eran sus nombres, de donde venían y como es que habían terminado en ese lugar, poco a poco se iban conociendo, así pasaron durante algunos días, los sueños y esperanzas iban desapareciendo a medida que veían pasar los días, sus aspiraciones se iban extinguiendo, hace mucho tiempo no veían la luz del sol, no podían bañarse y llevaban mucho tiempo sin aseo, estaban temerosas y trataban de llamar la atención, Melani quien siempre había sido rebelde caminaba con la cabeza agachada, casi sin ganas de vivir.
Una mañana, uno de los traficantes entró a la habitación llevaba un traje negro y gafas, su voz era gruesa y seria, mostraba autoridad, pidió que trajeran a todas las chicas a un cuarto más amplio, las chicas fueron alineadas ordenadamente, pues sabían que cualquier acto mal hecho traería consecuencias, el hombre empezó a decirles que tenían ciertas reglas de hoy en adelante las reglas era:
No hablar sin permiso.
No hacer preguntas.
Obedecer cualquier instrucción al pie de la letra.
No intentar escapar, bajo ninguna circunstancia.
No llorar, no quejarse, no mostrar debilidad.
El hombre les advirtió que cualquier falta sería castigada severamente, Melani sin duda pudo ver el miedo reflejado en los ojos de las demás chicas, algunas ya parecían haber aceptado su destino, mientras que otras, como ella, todavía luchaban por comprender la magnitud de lo que les estaba ocurriendo.
Melani al principio trató de resistir, todavía parecía tener un gramo de esperanza en su interior algo que en su interior que le decía que debe luchar, que no se podía rendirse tan fácil, no quería ser una víctima, no quería someterse a las reglas impuestas por esos hombres despiadados.
En la noche algunas chicas eran llevadas a otro lugar, Melani intentó hablar con una de las chicas a las que llevaron, le dijo que tienen que hacer algo, que no podían seguir así, esto lo decía en voz baja para que ninguno de los guardias escucharan, pero la otra chica simplemente negó con la cabeza, le dijo que ya lo han intentado antes y que aquellas que lo intentaron ya no estaban en este mundo, con estas palabras sus ojos se llenaron de lagrimas.
Los días siguientes pasaron entre mezcla de desesperación y temor, los traficantes comenzaban a imponer más control sobre las chicas, les iban asignando tareas específicas y se les daba muy poco tiempo para descansar, sus movimientos eran vigilados constantemente, y cualquier intento de resistencia o rebeldía era castigado severamente
Una vez Melani se negó a seguir una de las órdenes que le dieron, se negó a ponerse un vestido que le dieron, pues este era demasiado revelador, apenas cubría su cuerpo, ella no estaba acostumbrada a vestir de esa manera, pero el castigo llego casi al instante, fue arrastrada de los cabellos fuera del cuarto, la golpearon en todo en cuerpo, ella solo trato de cubrir su cabeza y cara, casi no pudo soportarlo, gritaba y lloraba pues el dolor era demasiado, cuando terminaron de golpearla su cuerpo estaba lleno de heridas, sangre, moretones y hematomas, así entendió que no podía resistirse a las indicaciones que le daban, se quedo quieta en su cama, pues no podía moverse del dolor, aparte del dolor físico también estaba el psicológico, era una gran humillación, y las chicas lo habían visto, ahí pudo ver el horror en sus caras.
Los días pasaron y se convertían en semanas, semanas muy largas, Melani y las otras chicas empezaban a entender que no había como escapar de su destino, los hombres en ese lugar controlaban todo, hasta sus vidas, les dejaron sin comunicación con nadie, sin esperanza, ll que antes era todo ilusión ahora solo era desolación total.
El miedo que tenían se iba impregnando en cada una de las jóvenes, que poco a poco les hacía aceptar su situación, tenían que hacerlo para poder sobrevivir, por ahora era la única forma, aunque cada día las chicas estaban rotas por dentro, cada una se iba adaptando a su manera, Melani por su parte tenía una estrategia, para sobrevivir a aquel tormento, debía soportar cualquier cosa y esperar el momento adecuado para poder escapar o por lo menos intentarlo.
Para poder soportar se aferraba a sus recuerdos, a los rostros de su familia, a los momentos felices que vivió en Ecuador, a las tardes despreocupadas con sus amigas, sabía que mientras pudiera mantener esos recuerdos vivos, conservaría la esperanza de volver hacer aquella chica llena de ilusiones y sueños, pero por ahora debía obedecer sin resistirse.
Melani y las otras chicas pasan casi tres meses en cautiverio, ya se han hecho amigas, grupos, hay de todo tipo, unas se ayudan entre sí como es el caso de Melani, otras tratan de sobrevivir aplastando a las otras, hay otras que no socializan con nadie, están inmersas en su mundo y las que ya aceptaron su destino y no hacen nada.