Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 8
Joarah González
La noche llegó rápidamente, trayendo consigo un silencio que parecía envolver toda la mansión. Después de cenar, Emmanuel me llamó para enseñarme su habitación. Recorrimos los pasillos decorados con cuadros y lujosos muebles, y no pude evitar sentir un escalofrío que me recorría la espalda. Todo era nuevo y, en cierto modo, daba miedo. Cuando por fin llegamos a la puerta del dormitorio, la abrió, dejándome pasar primero.
- Esta es nuestra habitación -dijo con voz tranquila serena.
Miré a mi alrededor. La habitación era grande, con una cama enorme en el centro, cubierta con un edredón de seda. Las paredes estaban adornadas con obras de arte y había un balcón que daba al jardín. El ambiente era elegante, pero intimidante al mismo tiempo.
- Emmanuel... - empecé, sin saber exactamente cómo expresar lo que sentía.
Él levantó la mano para interrumpirme, con aire comprensivo.
- No tienes por qué preocuparte, Joarah. No voy a tocarte. No habrá contacto físico entre nosotros.
Sentí una mezcla de alivio e incomodidad ante sus palabras. Una parte de mí estaba agradecida por su consideración, pero otra no podía evitar sentirse aislada y sola.
- Gracias, Emmanuel -dije, tratando de mantener la voz firme.
Asintió con la cabeza, como si comprendiera perfectamente mis sentimientos.
- Quiero que te sientas a gusto aquí. Sé que todo esto es nuevo para ti y que no es fácil. Pero te prometo que encontraremos la manera de que funcione.
Asentí sin saber qué más decir. Emmanuel echó un último vistazo a la habitación, como asegurándose de que todo estaba en orden, y se dio la vuelta para marcharse.
- Buenas noches, Joarah.
- Buenas noches, Emmanuel.
Cerró la puerta tras de sí, dejándome sola en la habitación, después de decir que sólo dormiría conmigo en la misma cama después de la boda. Caminé despacio hasta la cama, sintiendo la suavidad del edredón bajo mis dedos. Me senté en el borde de la cama, mirando hacia el balcón y las tenues luces del jardín exterior. Las palabras de Emmanuel resonaron en mi mente:
-No voy a tocarte.
Me sentí aliviado, pero también un poco triste. La soledad de la habitación parecía mayor que nunca. Sabía que había tomado una decisión difícil pero necesaria. Miré a mi alrededor, intentando acostumbrarme a mi nuevo entorno.
Respiré hondo y me levanté, saliendo al balcón. El aire fresco de la noche era vigorizante, y por un momento me dejé perder en la tranquilidad del jardín. Las estrellas centelleaban en el cielo y sentí una punzada de esperanza. Tal vez, con el tiempo, las cosas serían más fáciles. Tal vez encontraríamos la manera de hacer de esto una verdadera familia, por Antonio y por nosotros mismos.
Volví a entrar, cerré las cortinas y me tumbé en la cama. Mientras miraba al techo, una sensación de determinación empezó a invadirme. Estaba dispuesta a afrontar cualquier reto que se me presentara. Después de todo, le había prometido a Antonio que no volvería a dejarle y estaba decidida a cumplir mi promesa.
Sigue...