Pia es vendida por sus padres al clan enemigo para salvar sus vidas. Podrá ser felíz en su nuevo hogar?
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capítulo 18
Leonardo se detuvo frente a la puerta de la habitación de Pia. Respiró hondo antes de golpear. No estaba acostumbrado a pedir permiso para entrar en su propia casa, pero con ella… todo era distinto.
Tocó dos veces, pausado. No hubo respuesta. Esperó. Al tercer intento, la voz de Pia, seca, impaciente, cruzó la madera:
—¿Qué querés?
Leonardo entreabrió la puerta. Pia estaba de espaldas, sentada en el alféizar de la ventana. Llevaba una remera blanca simple y jeans, el cabello recogido con un broche mal puesto. Aun así, había algo en su silueta que lo paralizaba. Tal vez era esa mezcla entre orgullo y dolor que ella cargaba con tanta dignidad. O quizás era simplemente que, por más que lo odiara, él no podía dejar de verla.
—¿Puedo pasar? —preguntó, sin moverse.
—No.
Leonardo tragó saliva. Entró igual. Cerró con cuidado.
—Solo quiero hablar.
—¿Para qué? ¿Para decirme otra amenaza disfrazada de consejo? —ironizó ella, sin volverse.
Él la observó unos segundos en silencio. Aquel tono, ácido, herido, se le clavaba como aguja bajo la piel. Y sin embargo, se lo había ganado.
—No vine a pelear, Pia.
—No hace falta pelear cuando uno ya se siente derrotado.
Leonardo se acercó un par de pasos, pero ella seguía sin mirarlo.
—Sé que me odias.
—No te odio —corrigió, al fin girando el rostro para encararlo con la mirada—. Te desprecio. Que es distinto.
Él asintió. No era una sorpresa. Lo esperaba.
—Vittorio no merecía lo que le hice —reconoció Leonardo—. Fue una reacción impulsiva… estúpida. Pero no lo toqué. Está bien.
—¿Y su familia? —disparó ella, con un nudo de rabia contenida en la voz—. ¿También amenazarlos fue parte de tu "reacción impulsiva"?
Leonardo apretó los labios. No tenía defensa.
—Quería alejarlo de vos. Y lo logré, lo sé. Pero no lo hice por capricho.
—¿Entonces por qué?
—Porque no soportaba la idea de que alguien te tocara. Porque… sentí celos. No te lo voy a negar.
Pia se puso de pie. Estaba temblando.
—¿Y eso te da derecho a manipular la vida de todos a tu alrededor? ¿A romper lo poco que me quedaba? —La voz se le quebró—. ¿Qué sabés vos del amor, Leonardo?
Él dio un paso más.
—Más de lo que pensás.
—Mentira.
—¿Creés que todo esto es fácil para mí? —preguntó él, con un dejo de impotencia en la voz—. No tenés idea de lo que siento cada vez que me mirás como si fuera un monstruo. No sabés lo que me pesa...
—¿Que te pese no te hace menos culpable! —lo interrumpió ella—. Me quitaste a la única persona que me hacía sentir viva en esta casa. Y después venís, con cara de arrepentido, como si eso pudiera arreglar algo.
Leonardo bajó la mirada.
—No quiero arreglar nada. Solo quiero que sepas que no pienso lastimarte más.
—Demasiado tarde.
Pia se alejó hacia el otro extremo de la habitación. Estaba tan herida que parecía querer rasgarse la piel para sacar el dolor de adentro. Y él… él no sabía cómo acercarse sin hacerle daño otra vez.
—¿Vas a hacer que me encierren ahora? ¿Como hiciste con Vittorio? —preguntó, mirándolo con desdén—. ¿Vas a encerrarme en esta casa hasta que me acostumbre a vos?
—No —respondió Leonardo, casi en un susurro—. No te voy a obligar a nada.
—¿Y entonces qué hacés acá? ¿Querés limpiar tu conciencia?
—Quiero que me conozcas. No como el jefe del clan. No como el hombre que cometió errores. Quiero que veas al tipo que… que se equivocó pero está dispuesto a cambiar.
Pia se cruzó de brazos. Le temblaban las manos.
—¿Cambiar? ¿Vos?
Leonardo se acercó un poco más. Estaban a escasos pasos. Por primera vez desde que Pia había llegado a esa casa, sus ojos se encontraron con los de él sin intermediar insultos, gritos o amenazas. Y aunque el desprecio seguía latente en los de ella, también había algo más: una duda. Una grieta diminuta.
—No me importa si nunca me perdonás, Pia —dijo Leonardo—. Pero no quiero que vivas con miedo. Esta casa no es una cárcel. No quiero ser tu verdugo.
Ella lo miró con rabia contenida, como si cada palabra que él dijera la hiriera más.
—¿Y por qué todo esto ahora? ¿Por qué este show de “buen tipo”? ¿Es una estrategia nueva?
—Porque me importás. Porque, aunque suene absurdo, me importás de verdad. Y no quiero perderte más de lo que ya te perdí.
Pia retrocedió un paso. El pecho le subía y bajaba con rapidez. Era demasiado. Todo era demasiado.
—Te tengo miedo, Leonardo. Aunque digas que no vas a hacerme daño, aunque jures que cambiaste… yo no te creo. No puedo confiar en alguien que destruye lo que ama por no saber amar bien.
La frase lo golpeó con más fuerza que cualquier bala. Quiso responder, pero se contuvo. Tenía razón. Todo lo que había hecho hasta ahora había sido bajo sus propias reglas. Incluso las cosas que creyó hacer por ella, las había hecho sin consultar su voluntad.
—No te voy a pedir que me creas —dijo al fin—. Solo que me observes. Que veas si, con el tiempo, mis actos coinciden con mis palabras.
Pia tragó saliva. Una parte de ella quería seguir gritándole. Otra parte… se sentía agotada. Vacía.
—No vuelvas a hablarme de Vittorio —dijo, girándose de espaldas—. Y no vuelvas a entrar acá sin que yo te lo permita.
Leonardo asintió, aunque ella no lo viera.
—Está bien —murmuró.
Salió de la habitación en silencio, cerrando la puerta con suavidad. Al otro lado, Pia apoyó la frente contra el vidrio de la ventana. El corazón le latía con furia, con rabia, con dolor.
¿Y si decía la verdad?
¿Y si realmente quería cambiar?
Pero ¿cómo confiar en alguien que tenía tanto poder sobre su vida? ¿Cómo volver a respirar tranquila sabiendo que cualquier cosa que quisiera… podía quitársela de un solo golpe?
En la planta baja, Leonardo caminó hacia su despacho. La conversación lo había dejado desarmado, vulnerable. Pero, por primera vez en años, no le importaba haber mostrado debilidad. Si eso le daba al menos una oportunidad de sanar lo que había roto, entonces lo valía.
No sabía cómo, ni cuándo. Pero algo en él… ya había empezado a cambiar.
Y esta vez, lo haría bien.
Aunque ella lo odiara por siempre.
Autora te felicito eres una persona elocuente en tus escritos cada frase bien formulada y sutil al narrar estos capitulos