Ava Becker nunca imaginó que cumplir su sueño de ser modelo la llevaría a un mundo de luces y sombras. Dulce, hermosa y con una figura curvy que desafía los cánones de la moda, logró convertirse en la musa de Aurora Lobo, la diseñadora más influyente de Italia. Sin embargo, detrás de las pasarelas y los reflectores, Ava sigue luchando contra sus inseguridades y el eco de las voces que siempre le dijeron que no era suficiente.
Massimo Di Matteo, miembro de la mafia italiana, jamás creyó en el amor a primera vista. Rodeado de mujeres perfectamente delgadas y dispuestas a todo por tenerlo, su vida parecía marcada por el poder, el control y el deseo superficial. Hasta que la ve a ella. Una mirada basta para romper todos sus estándares y derrumbar cada una de sus certezas: Ava no es como las demás… y justamente por eso, la quiere para sí.
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Acercamiento.
Massimo Di Matteo ❤️🔥
El cóctel después del desfile está en pleno apogeo. El salón se ha transformado: la pasarela ya no está iluminada, ahora son las lámparas de cristal y las luces tenues de las paredes las que dominan el ambiente. La música suave llena los espacios, mezclándose con las voces, las risas y el sonido de las copas chocando.
Todos hablan del éxito de Aurora. Los fotógrafos y periodistas se abalanzan sobre cada rincón, sobre cada modelo, pero hay una en particular que se lleva toda la atención: Ava Becker.
Ella.
La veo a pocos metros, rodeada de flashes, sonrisas y preguntas rápidas. A pesar del acoso, se mantiene tranquila, segura, con una sonrisa tímida que la hace aún más encantadora. Tiene una luz que opaca a todas las demás.
Veo cómo la familia se acerca a ella: una mujer de cabello recogido y gesto cálido en silla de ruedas -su madre- la toma de la mano con orgullo, y a su lado, dos hombres imponentes. No necesito que me lo confirmen, sé quiénes son: Cedric y Bastian Becker, sus hermanos, y Bastian, el temido líder de la mafia alemana. Su sola presencia pone tensos a los presentes, ese hombre tiene una mirada que intimida, Cedric es más fresco. Desde hace un tiempo, los Becker comenzaron a hacer negocios y alianzas con nosotros.
Algunas mujeres me acechan, me coquetean abiertamente, algunas se acercan otras lo hacen desde lejos, pero nada de eso me importa. Mi deseo es uno solo: hablar con ella. Está noche no tengo ojos para nadie más.
La noche avanza. Copas van y vienen. Aurora recibe felicitaciones, yo intercambio algunas palabras con socios, con primos, con conocidos, pero mi mirada siempre regresa a Ava. Tres horas pasan hasta que finalmente, entre el bullicio y las risas, encuentro la oportunidad. Ella se aparta un poco de la multitud, quizás buscando un respiro.
Me acerco con calma, como si todo fuera casual.
-Felicidades -digo, mi voz sale más grave de lo usual, como siempre que estoy concentrado.
Ella gira hacia mí, sorprendida. Sus ojos azules se clavan en los míos, y su sonrisa, aunque tímida, ilumina todo.
-Gracias... -responde con suavidad, y su voz es tan dulce que me desarma.
Le tiendo la mano.
-Mucho gusto, Massimo Di Matteo Lobo.
-¿Lobo? -pregunta con un brillo curioso en la mirada-. ¿Eres familia de Aurora?
-Sí, su primo. Hijo de Nelly Lobo y Stiven Di Matteo.
Ella asiente, como si la pieza encajara.
-Encantada, Massimo. Yo soy... bueno, ya lo sabes. Ava Becker.
Su nombre en su boca suena aún más hermoso y muy delicioso. Hago uso de todo mi auto control para que mi fiel amigo no le vaya a dar por levantarse ahora, sobre todo cuando ella se lame los labios inocente de lo que se desata en mi interior.
-Lo sé -respondo, sin poder evitar una leve sonrisa-. Y puedo decirte que estuviste increíble esta noche.
Un ligero rubor tiñe sus mejillas.
-Me alegra que lo pienses. Era un gran reto para mí.
-Parecía que la pasarela era tuya -le digo con sinceridad-. No había nadie más a quien mirar.
Ella baja la vista, mordiéndose el labio, y yo siento que ese gesto inocente me enciende más que cualquier provocación descarada ¡Dios, la poll@ me quiere hacer quedar mal!.
Pasa uno de los meseros y nos entrega un par de copas, un whisky para mí y un cóctel sin alcohol para ella. Brindamos, hablamos de trivialidades: Milán, la moda, lo duro que es abrirse camino en un mundo tan competitivo. Yo escucho cada palabra como si fueran confesiones secretas, memorizando el movimiento de sus labios, la dulzura de sus gestos.
Pero no todo dura para siempre. Una de sus compañeras modelos se acerca y la toma del brazo.
-Ava, ven, quieren una foto contigo.
Ella me mira, como disculpándose.
-Fue un placer, Massimo.
-El placer fue todo mío, Ava.
Y se aleja, su figura perdiéndose entre el gentío, los flashes y las risas. Yo la sigo con la mirada, incapaz de apartarla, como si fuera un imán.
-Disimula, por favor -me dice Gabriele, apareciendo a mi lado con una copa de champán.
Lo miro y sonrío.
-No quiero disimular, fratello. Me gusta esa mujer.
Él arquea las cejas, incrédulo.
-¿En serio? Pensé que a ti te gustaban más... delgadas.
Me río, corto y profundo.
-Muy bien lo has dicho: me gustaban. Tiempo pasado. Ahora me gusta una hermosa y perfecta gordita de ojos azules y cabello castaño casi rubio. Y te juro, Gabriele, que voy a hacer cualquier cosa por conquistarla.
Mi hermano me observa con cara de preocupación.
-Massimo... recuerda que esa chica es hermana de Bastian Becker. ¿Recuerdas quién es, verdad?
-Claro que lo sé -respondo, bajando la voz, acercándome a él con una sonrisa peligrosa-. Y no me importa.
Gabriele niega con la cabeza, riéndose nervioso. Yo, en cambio, siento dentro de mí esa certeza ardiente, casi irracional, de que Ava será mía. Y ni siquiera el mismísimo Bastian Becker podrá impedirlo.
pero tu todavía bo lo sabes 😉 paciencia
que todo llega a su tiempo.
Acá estoy
Tarde un poquito en terminar la pre a pero lo prometido es deuda