Vuelve A Mí

Enrique salió del hospital una vez quedaron los trámites listos, su destino sería el apartamento que había compartido con Cristina.

Al llegar fue directo al bar, se sirvió un vaso de whisky, camino al sillón y una vez estuvo cómodo abrió la carta.

"Para Enrique Sarmiento: se que eres la persona que cuidara de mi hija cuando yo ya no este". Enrique hizo una pausa antes de seguir leyendo.

"Mi hija corre gran peligro, por eso acudo a tu buen corazón, ella debe mantenerse alejada de la familia Sarmiento, pues en esa familia, pues en esa familia se esconden secretos y peligros que podrían destruirla.

Quiero que sepas que Cristina no es tu hermana, su madre es Karla y su padre es Rafael Sarmiento. Me refiero al hombre que ojalá pueda encontrar el perdón y la fuerza para ser el padre que ella necesita.

Por lo tanto, Enrique, tú eres el hijo de Margot y un hombre desconocido. Deacubri este gran secreto por casualidad, un día encontré en la ropita de Cris una cajita donde guardaba un vídeo grabado por Karla dónde hablaba sobre el verdadero origen de la pequeña, pero este venía con una advertencia: Cristina corría peligro. Yo también me escondí detrás de este secreto para protegerla.

Quiero que cuides a Cristina y la protejas de todos los peligros que se esconden. No quiero que viva una vida llena de dolor y decepciones.

Quiero despedirme de ella y decirle cuánto la amo. Quiero que ella sepa cuánto me ha importado ser su madre.

Si puedes hacer esto por mí y por ella...

Atentamente,

Míriam"

Enrique estaba decepcionado, aunque él y Margot nunca se llevaron bien no podía creer que ella fuese capaz de hacer algo así. Todo este tiempo engaño a su padre haciéndole creer que él era su hijo, pero ahora las máscaras se caen y se muestra la verdad.

Aunque no le molestaba no ser un Sarmiento de sangre, pues él y Cristina no eran hermanos y eso era lo único que le importaba.

Ahora tenía que pensar la forma de hablar con ella y explicarle las cosas. Debía solucionar este asunto antes de que Cristina se volviera a ir del país.

Esa noche se fue a dormir con la esperanza de que su amor por Cristina no estaba prohibido y que ellos nunca cometieron pecado.

Sin embargo, debía ir despacio, ya que según esa carta Cristina corría peligro por un miembro de la familia y Enrique estaba seguro de que esa persona era su madre.

Mientras que Enrique estaba desenmarañando la tela de araña que se había tejido en torno a él y Cristina en la casa de ella, se lloraba por la muerte de Míriam.

"Es tan injusto que una mujer tan buena muriera". Decía Cristina entre sollozos.

"Sé que es difícil, a mí también me duele. Pero debemos ser fuertes a Míriam no le hubiera gustado vernos derrotadas".

"Sé que es así, pero no puedo hacer que deje de doler".

"Debes ir a descansar recuerda que tienes una pequeña que te necesita".

Cristina entendió que debía ser fuerte, su hija también debe estar sufriendo por la muerte de su abuela. Así que se fue a la habitación de la pequeña y se acostó a su lado, esa niña era la razón para seguir adelante y nadie se la iba a poder quitar.

Ella también tenía claro que debía salir del país, Enrique vio a su Adele y puede sospechar algo y ahora lo que menos quería era tener que enfrentarse a ese hombre que tanto la había lastimado.

Las horas pasaron rápido y la luz del sol iluminaba la habitación de la niña. Cristina abrió los ojos lentamente, aunque se llevó el susto de su vida cuando se percató de que su hija no estaba a su lado.

Rápidamente, salió de la cama y empezó a buscarla hasta que la consiguió en la cocina hablando con Laura. "Mami, que bueno despiertas". Grito la niña corriendo hasta donde su mamá.

"¿Qué hacen ustedes dos?", pregunto Cristina viéndolas muy sospechosas.

"Nada mami, solo queríamos preparar el desayuno para ti". Respondió Adele con picardía.

"Gracias por su gesto, pero ahora no quiero nada de comer. Tenemos que ir a la funeraria para darle el último adiós a Míriam".

Cristina fue a su habitación para alistarse y salir a darle el último adiós a su madre. Cuando salió de su habitación encontró a su hija y amiga listas también para irse. Aunque era arriesgado llevar a la niña ellas no contaban con nadie más para cuidar a Adele.

"Ve por tus cosas". Indico Cristina a su hija.

La niña salió a su habitación lo que Cristina aprovecho para hablar con Laura. "Debemos tener cuidado, Enrique no se puede enterar de que Adele es hija mía".

"Lo sé, estaré todo tiempo con ella y a todos les diré que es hija mía". Contesto Laura preocupada.

Lo que ellas no sabían era que la niña estaba escuchando toda la conversación, la pequeña sintió que su mamá la había engañado y que su papá estaba cerca de ellas. Ahora tenía que buscar al hombre llamado Enrique, pero sin que las dos mentirosas se dieran cuenta.

La pequeña regreso a la sala llevando consigo su mochila; sin embargo, su actitud había cambiado. "¿Tienes algo pequeña?" Pregunto, Laura notando el cambio.

"No, tía estoy bien". Respondió la pequeña caminando a la puerta, ya le urgía ir a buscar a su padre.

Cristina no le dio importancia a la actitud de la niña, pues ella sabía que Adele era muy inteligente y seguramente estaba triste porque entendió que no vería más a su abuela.

Las tres subieron al auto en el cual el silencio era el protagonista. Después de media hora llegaron a su destino. Cuando llegaron al lugar, Adele miró a su alrededor viendo que había muchos hombres, pero hubo uno que llamo su atención: el mismo que la había ayudado en el hospital. Entonces escucho a su mamá y tía conversando.

"Ahí está Enrique, seguramente vino a acompañar a su padre". Comento Laura.

"No quiero hablar con él, mejor vayamos, por otro lado".

Adele se dio cuenta de que estaban hablando de su padre y la dirección en la que miraban era hacia la del señor del hospital. La pequeña pensó que está era su oportunidad así que se soltó del agarre de su madre y corrió hasta llegar a Enrique: ¡Papá al fin te encuentro!"

Enrique quedo sorprendido ante la repentina aparición de la niña, el no entendía que estaba pasando.