Entre la oscuridad y el eco de la sangre derramada, dos almas se cruzaron:
Elara Veyren, que deseaba liberarse del dolor, y Nyssa, que ansiaba una nueva vida.
El destino unió sus caminos.
Cuando Elara murió, Nyssa fue arrastrada hacia la luz, encadenada a ese cuerpo que dejaba de latir.
Cuando abrió los ojos, no estaba en el campo de batalla.
Estaba en la iglesia, vestida de novia… el día de la boda de Elara.
Pero ya no era la tímida joven.
Ahora, detrás de aquellos ojos grises, habitaba la mirada letal de La Furia Silente.
“Bien…
Me dan un matrimonio forzado, un esposo frío, una familia que la vendió…
No saben lo que acaban de desatar.”
Su sonrisa, apenas torcida y peligrosa, fue la primera señal de que la historia había cambiado para siempre.
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Indirectamente
Treytan estaba de pie junto al escritorio del registro cuando la puerta se abrió, dejando pasar a tres figuras. Darius dio un paso atrás ante el golpe seco del picaporte.
Selene entró junto a sus padres, con una sonrisa tan amable como ensayada.
El uniforme recién planchado llevaba el distintivo de Asistente de Campo. El cabello recogido con precisión, los labios teñidos de un rojo suave.
Pero sus ojos —brillando con emoción contenida— estaban fijos en un solo punto: Darius.
—Comandante Darius, qué gusto verlo —dijo Víctor, en tono diplomático—. Mi hija ha solicitado ingresar como ayudante de los destacamentos. Creo que le servirá para entender la disciplina militar… y, por supuesto, para apoyar a la causa.
Treytan cruzó los brazos, observando. Darius, por su parte, mantenía el rostro impasible.
《Esto será un problema. ¿Ella, en la militancia? Nunca le gustó nada de esto…》
—¿Ayudante? —repitió con frialdad—. No tenía conocimiento de esa solicitud.
—La presentamos esta mañana —intervino Pedro, el administrador, mostrando el documento—. Solo falta su firma, Comandante.
Selene dio un paso al frente.
—Pensé que podría ser útil, al menos en tareas administrativas o de apoyo… —sus ojos buscaron los de Darius—. Además, hace tiempo que no lo veía. ¿Cómo ha estado?
El silencio se alargó, denso.
Treytan notó cómo el aire se volvía pesado. Darius la miró apenas un instante antes de apartar la vista.
—He estado ocupado —respondió con sequedad—. Y este no es lugar para reuniones amistosas. Sabes que aquí no debe haber errores.
Selene bajó la mirada, fingiendo timidez.
《¿Por qué me habla así? No… no puede ser que ya no le importe.》
—Claro… supongo que los asuntos del cuartel no dejan mucho tiempo libre —dijo, en un tono meloso.
Treytan fingió revisar el documento, aunque en realidad estudiaba su rostro. Veía cómo buscaba una grieta en la atención de Darius, cómo inclinaba apenas el rostro al hablarle.
Y lo más claro fue su sorpresa ante la frialdad de él.
《Parece que alguien por fin entró en razón… Veremos cuánto dura.》
—La solicitud está en regla —intervino Treytan, rompiendo la tensión—. Pero la asignación de ayudantes requiere aprobación del Comandante y del Consejo de Operaciones. No es una decisión ligera.
Víctor asintió, aún con su sonrisa diplomática.
—Por supuesto, Comandante. Solo venimos a formalizarlo. Mi hija es disciplinada… y conoce las normas.
—La decisión se tomará una vez evaluadas las condiciones —respondió Darius, entregándole el papel.
Selene avanzó un paso más, su voz bajó un tono.
—Comandante… si necesita ayuda personal, puedo…
—No la necesito. Para ayuda personal tengo a mi esposa —la interrumpió Darius, mirándola ahora sí, directo a los ojos.
Su expresión era de hielo. Ni un rastro de cordialidad.
Treytan alzó una ceja.
《Ahí está. El verdadero rostro de ella… y el suyo también. Esta mujer es venenosa. Tendré que vigilarla.》
El brillo dulce en el rostro de Selene se quebró por un instante, dejando entrever la frustración. Sus manos, ocultas tras la espalda, se cerraron con fuerza.
《Desde cuándo la llama esposa… Maldito. Me pagarás, Elara.》
—Se notificará cuando el Consejo apruebe la incorporación, señor Petrovelo —concluyó Darius—. Por ahora, será todo.
Víctor asintió con diplomacia forzada.
—Gracias, Comandante. Espero verlo pronto… y que mi hermana lo trate bien.
Cuando salieron, Treytan soltó un suspiro y se volvió hacia Darius.
—¿Sabes qué fue esto, verdad?
Darius se pasó la mano por la nuca.
—Un intento de meterse donde no pertenece.
—No solo eso —replicó Treytan, cruzando los brazos—. Fue una jugada. Quiere meterte en un terreno peligroso… emocional y político. Y eso puede acabar mal con Elara.
—Lo sé —gruñó Darius—. Fui un idiota por no verlo antes. Pero no la dejaré acercarse a nosotros.
Treytan lo observó unos segundos.
—Esa mujer no busca aprender, Darius. Busca controlar. Mándala a la sección C. Ahí estarán más que felices de tenerla —sonrió con ironía.
Darius levantó una ceja, mostrando el registro ya anotado con esa misma asignación.
—“Sección C”. —rió brevemente—. La señora Ester estará encantada de tenerla.
—Ahora sí haces las cosas bien —dijo Treytan, entre risas.
Pero la sonrisa de Darius se desvaneció al mirar hacia el pasillo. Más allá, distinguió la figura de Elara cruzando rumbo al campo de práctica.
Y en ese instante, comprendió lo que realmente importaba.
Treytan siguió su mirada y suspiró.
Estaba perdido.
Y lo peor: Era por Elara.
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– ¿Hoy viene tus padres?– Elara terminaba sus recados y entrenamientos del medio día con Gabriel.
– Sí, mi madre quiere agradecerte.. No te asustes si llora esta muy sensible con mi hermano
Elara abrió los ojos – ¿Tiene un hermano? ¿ Cuántos años tienen? ¿Cómo no lo sabía? – lo golpea – Que mal amigo eres
Gabriel se quejó sin poder contestar nada por sus golpes
– Está por cumplir dos años.. No conté a nadie, me disculpo.. – Bajo la cabeza – No tengo amigos realmente.. Eres la única que me defendió así por mi madre.
Elara lo tomo del cuello con su ante brazo desparramando su cabello – Ay deja de llorar.. Ahora vamos quiero verlo. ¿Es así de rubio como vos? o ¿más lindo?
《 Ella me dijo Lindo.. Indirectamente 》 se puso rojo – Es más rubio.. Y ojos verdes más claros.
– Owww vamos.. Quiero verlo.. – Lo llevaba a rastras.
Llegaron a la entrada cuando el auto de los Berty se detuvo, las puertas se abrieron , y bajo, Lord Esteban Berty y su esposa Elizabeth, con el pequeño Mateo en brazos.
Gabriel se enderezó apenas los vio , con una sonrisa tranquila.
—Padre, madre… —saludó con respeto—. El Comandante Darius los espera.. Les presento a la señorita Elara Kaelthorn
—. Mi hijo nos habló de usted… y de cómo lo defendió. Le agradezco sinceramente.– La abrazo de golpe, Elara rio de la sorpresa, aceptando el abrazo mientras palmeaba su espalda –Me apena que haya tenido que intervenir
– Mucho gusto Señorita.. Estoy agradecido de su ayuda, muchas cosas son de envidia hacia mi adorable Elizabeth.. Si le causaron problemas por favor díganos.
– No se preocupe, sé la clase de víboras que hay por todos lados.. Hasta mis padres lo son, pero desgraciadamente soy su Karma Lord
Los padres de Gabriel rieron por sus palabras, Gabriel les habló bien de Elara, y se sorprendieron por como era, casi no creyeron pero ahora que la vieron no tienen dudas, es una gran soldado sin pelos en la lengua.
— Además, Gabriel es mi compañero y amigo, No iba a permitir que lo humillaran por gusto.
Elizabeth asintió, agradecida. Mateo, en sus brazos, soltó una risa espontánea al ver a Elara hablar; estiró su manito hacia ella, balbuceando.
Elara sonrió, tomándolo en brazos " Ay pero que lindo eres.. Mira esos ojitos "
El bebé comenzó a reír, encantado, mientras ella hacía muecas.
La risa del niño llenó el patio y hasta Darius, qué salió junto a Treytan, ambos quedaron mirándola.
—Parece que le agradas. No suele reírse con cualquiera.
—Debe sentir que soy igual de revoltosa que él .. ¿ No es cierto bebe Mateo ? Ay chi.. Ay chi.—respondió Elara, haciéndolo reír otra vez.
Desde el costado de la entrada, Selene salio junto a sus padres, no vieron a los Comandante... Y Mireya no dudó en decir algo.
—Ahora dejan entrar a cualquiera a los recintos. Qué bajo cayó esto..
Todos giraron.
Mireya, reía con Selene ,mientras Víctor mira frio a Esteban.
—Antes de hablar de “cualquiera”, asegúrese de estar limpia usted misma.¿No cree Mireya Venedit?
El silencio fue inmediato.
Mireya se tensó, su sonrisa se congeló en una mueca incrédula. Ese apellido era de su difunto marido, quien la casaron cuando joven , Ella lo exprimió tanto que el pobre enfermo y no lo cuidaba, llevándolo a la muerte, quedando con todo su dinero .. No quedó solo ahí, su reputación de dama de noche era más que conocida.
—Cómo te atreves..—empezó a decir,
Pero Darius habló fuerte y con enojo.
— Espero que..lo que dijo sea un error Señora Mireya.No toleraré faltas de respeto en este recinto.
Los padres de Elara abrieron los ojos, Víctor apretó los dientes mirándola con rabia.
– Comandante ... Eh.. fue una broma.
– Sí, comandante, mi madre hoy está burlona... Discúlpela - dijo Selene queriendo agarrarlo, Pero Darius dio dos pasos atrás matándola con la mirada.
Selene se mordio la lengua de la rabia mirando a Elara que le sonrió burlona.
– Petrovelo..mejor hable con su esposa.. Y usted le debe una disculpa a La señora Elizabeth – dijo firme.
Mireya miró a Víctor, casi con frustración por no defenderla, pero no le convenía. Y eso Darius y Elara lo sabían
– Hazlo.
Mireya, roja de ira, apretó su abanico con fuerza.
— Me disculpo Señorita Berty — Entre dientes .
– ¿Qué? No la escuche Señora Mireya- dijo Elara
– Hermana como puedes hablarle así a nuestr..
– Silencio .– Interrumpió Darius a Selene quien dio un paso atrás con más rabia que antes.
– Yo.. Me disculpo Señorita Berty.
Elizabeth asintió, Esteban sonrió mirando a Gabriel que también aguantaba la risa mirando a Elara.
Mireya se dio media vuelta y salió con pasos furiosos, junto a Selene y Víctor.
El silencio volvió. Luego, un pequeño balbuceo rompió la tensión: Mateo reía de lejos con Elara que lo sentó en el banco haciéndole cosquillas.
– Parece que te gustan los niños – dijo Gabriel a lado del banco
– ¿Cómo no? Míralo.. Esta carita no puede no gustarte – alzó a Mateo mientras apretaba sus cachetes suavemente haciéndolo reír.
Gabriel sonrió, mientras sus padres se iban con los Comandantes.
– Yo lo cuido.. No se preocupe Señora Berty
Elizabeth asintió feliz – Parece que su esposa le gustan los niños Comandante.. Tendrá que tener mucha paciencia – sonríe
Darius miró como jugaba con Mateo, sonrió gustoso al ver esa imagen , y no era el único, Elizabeth también noto a Treytan frunciendo el labio , Lord Berty también hizo una mueca
– No es nuestro asunto querida.. ‐ susurró entrando juntos antes que los Comandantes
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