Dentro De Tus Redes.

Almass Vannecelli

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Mientras conversamos con los chicos, observamos a Kira y los primos Russo ingresar a la casa. Les seguimos el rastro y oímos a Kira mencionar que también tiene una fórmula que aplicará sobre ellos, lo cual nos emociona y me hace desear someterme al tratamiento. Al salir de nuestro escondite, le pido a Kira que nos lo aplique, pero ella se niega en tono burlón. La vemos entrar y, tras introducir una clave digital, sonríe. Una idea pasa por mi mente.

—Propongo que hagamos una pijamada aquí y así obtendremos esas inyecciones.

Pasadas algunas horas, observamos que la familia ya se está despidiendo, así que le digo a mi padre:

—Papá, ¿puedo quedarme esta noche aquí? Haremos una pijamada y mañana queremos ir de compras.

—No, mi niña, es momento de regresar. Además, sabes que no me gusta que te quedes sola —responde mi padre.

—Papá, no estaré sola; estarán Zoe, Esmeralda y Edmon. No te preocupes —digo mientras busco el apoyo de mi madre.

—Gian, permítele a Almass quedarse. Estará con sus primos y mañana regresas a Italia; ya es lo suficientemente grande —interviene mi madre.

Mi padre suspira pesadamente y acaricia mi cabello con cariño.

—Siempre serás mi niña pequeña. Está bien, te quedarás, pero bajo el cuidado de tus hermanos mayores. Edmon es menor y, además, te cubre en todo.

—No, papá, no quiero que ellos se queden. Me portaré bien, confía en mí —le aseguro.

—Confío en ti, mi princesa, pero es por tu seguridad.

Llama a mis hermanos, Elios y Gino, y les informa que les corresponde cuidar de nosotros. Ruedo los ojos porque esto siempre es igual. Son tan protectores que no me dejarán hacer nada. Gino menciona que tiene algunos compromisos, pero Elios indica que él se quedará. Me despido de mis padres y conversamos con Kira, quien acepta que nos quedemos. Ella nos lleva a una habitación donde nos acomodaremos los cuatro. La idea es que todos estén dormidos para poder bajar a la planta baja. Miro mi reloj y son la una de la mañana.

Desciendo junto a mis primos y Esmeralda hasta la puerta de la habitación donde Kira había ingresado previamente con los primos rusos. Al llegar, realizo una revisión del sistema de seguridad y conecto el cable a mi teléfono celular. Comienzo el proceso digital que dura unos segundos, hasta que la puerta se abre. Desconecto el cable y entramos; nos damos cuenta de que no es una habitación, sino un laboratorio. Zoe se dirige a la nevera y comienza a inspeccionarla, mientras yo veo un portátil, así que lo enciendo y realizo el mismo procedimiento para desbloquearlo. Busco en las carpetas y encuentro toda la información sobre las fórmulas. Mis primos también las revisan y resulta ser algo extraordinario.

Esmeralda y Edmon han decidido no someterse al tratamiento, mientras que Zoe y yo sí lo haremos. Edmon comienza a aplicarnos las fórmulas, lo que resulta en un dolor insoportable. Para no hacer ruido, nos tapamos la boca con nuestras camisas. Al finalizar, salimos rápidamente del lugar, pero antes de hacerlo le escribo algo en su portátil. Cuando Kira se dé cuenta, ya estaremos en Italia.

Al llegar a nuestra habitación, pasadas unas horas, nos quedamos dormidos. Al despertar, nos alistamos para irnos antes de que Kira se dé cuenta. Al bajar al comedor, veo a los niños, Elios, Kira y su esposo.

—Gracias por todo, Kira, pero ya nos vamos —dice Zoe, y nosotros también nos despedimos.

—¿Se van tan pronto? Sería un placer que se quedaran a desayunar —dice Kira.

—Gracias, pero ya debemos irnos, nuestro tiempo es limitado —le respondo.

—¿De verdad? Es una lástima. Ya mandé a preparar panqueques y chocolate.

Los ojos de Esmeralda brillan de emoción; la veo dejar su pequeño bolso en el suelo y sentarse.

—Contamos con tiempo suficiente, así que podemos disfrutar de un desayuno. No debemos desperdiciar la comida.

Hago una pequeña mueca de molestia por Esmeralda, pero veo a Kira muy tranquila; aún no se ha dado cuenta, así que todo está bien. Todos tomamos asiento, y Kira hace una señal a la empleada. A los pocos segundos, comienza a servirnos. Empezamos a comer, saboreando cada bocado, hasta que escuchamos la voz de Kira:

—¿Qué tal fue esa pijamada? ¿Se divirtieron?

—Sí, la pasamos muy bien, la comida está deliciosa —responde Edmon.

—Sí, ¿verdad? ¡Termínense todo! —responde Kira con una sonrisa que me genera desconfianza.

Kira se despide de los niños y su esposo también se retira. Él nos mira y dice:

—Fue un gusto verlos, que se diviertan.

Nos miramos, confundidos por lo que quiso decir. Él se retira, y la cara de Edmon comienza a contorsionarse, y poco después, Esmeralda también muestra signos de incomodidad. Su expresión se transforma en dolor y se presiona el estómago, emitiendo quejidos. ¿Qué está pasando? Miro hacia Zoe, Luego a edmon que parece pálido, tocándose el estómago.

—Me duele, me duele mucho —decía Esmeralda entre lágrimas, tocándose el vientre.

—¿Qué demonios hiciste, Kira? ¿Qué les diste? —preguntó Elios mientras revisaba a Edmon y a Esmeralda.

—¿Así que solo ustedes dos aplicaron las fórmulas y pensaron que todo quedaría sin consecuencias? —dijo Kira con un tono suave pero burlón.

—Te estás pasando. ¿No ves que están sufriendo? Ayúdales —replicó Zoe, visiblemente molesta.

—Lo sé, pero no van a morir. Solo les estoy dando una lección para que no vuelvan a entrar en mi laboratorio, robar mis pertenencias y burlarse de mí. A ustedes dos les enseñaré lo que significa cruzar la línea —respondió Kira con firmeza.

—¡Basta ya, Kira! ¡Dales el antídoto! —exclamó Elios, enfadado.

Kira sacó un frasco de su bolsillo, lo vertió en un vaso, lo mezcló con agua y se lo entregó a Elios para que se lo administrara. Diez minutos después, estábamos sentados en silencio.

—¿Realmente pensaron, pequeños diablillos, que podrían burlarse de mí sin que hubiera consecuencias? Están muy equivocados. Almass, dado que te has mofado de mi seguridad, serás responsable de garantizar que esta sea efectiva. Zoe, sé que fuiste una de las que organizó esto; siempre estás buscando problemas. Ambas se encargarán de limpiar el área donde descansa Peluza, y Zeus se encargará de lo demás. Luego, procederán a bañarles.

¿Peluza y Zeus? ¿Acaso estás loca? Bueno, sí lo estás, pero nosotras no somos tus empleadas.

—¿Qué? ¿Crees que soy tu empleada? No pienso hacerlo. Haz lo que quieras —replicó Zoe, cruzando los brazos.

Kira se levantó de su asiento, se acercó a Zoe y le colocó la mano en el hombro.

—¿Me estás desafiando, Zoe? ¿Estás dispuesta a afrontarlo por las buenas o por las malas? ¿Cuál es tu decisión? —le cuestionó Kira.

Zoe apartó la mano de Kira, se puso de pie, y, plantándose frente a ella, afirmó:

—Lo haremos por las malas, Kira.

Observé cómo ambas apretaban los puños, y me percaté de lo explosivas que eran; esto podría terminar muy mal.

—Kira y Zoe, ya no discutan más. Zoe y Almass irán a hacer lo que Kira les ha indicado. Ustedes han cometido el error de entrar en su laboratorio y abusar de su confianza. Ahora, deben ir a cumplir con lo que se les ha ordenado —declaró Elios, colocándose al lado de Kira.

Zoe no respondió, solo los observó con seriedad. Yo, apretando su brazo, creía que lo mejor era seguir las indicaciones.

—Zoe, vamos a hacerlo. Tienen razón; evitemos un problema innecesario.

—Está bien, lo haré, pero que quede claro que lo hago porque Almass me lo pide, no porque tú lo digas, Kira —dijo Zoe, poniendo los ojos en blanco.

—Como prefieras —respondió Kira.

Salimos del comedor, mientras Edmon y Esmeralda permanecían en su interior.