Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
NovelToon tiene autorización de Pau Gallardo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
18 - Kenta.
Cuando salí del despacho del emperador, quedé con más dudas que respuestas, el hecho de que me confiara sus planes de deshacerse del heredero de su hijo, me ponía en una situación incómoda.
Ahora con la situación de Dereck, que la familia Barlovento dejó de apoyar su sucesión, la opinión pública comenzará a cambiar.
—¿Hermana Madeline? —Escucho una voz a mis espaldas, era Rafael, el hermano menor de Dereck y el segundo príncipe de este imperio.
De nuevo la conversación con el emperador vuelve a mí.
Si no es Dereck el sucesor, eso quiere decir que Rafael sería el siguiente en la línea sucesora.
—Hola. —Saludo con una tenue sonrisa, después de nuestro encuentro junto a Aaron no hemos vuelto a coincidir, recordando la fecha, el día del inicio de clases iba a ser pronto. —¿Listo para ingresar a la academia?
—Completamente.
Sonreí a su respuesta y comenzamos a caminar hacia el comedor, era hora de almorzar así que el príncipe me invitó a comer.
Cuando llegamos al lugar la presencia de dos personas robaron mi atención, en la mesa del centro sentados uno al lado del otro, Dereck le daba algo de comer a Rosé en la boca. Tal cual me lo imaginaba, eran una completa pareja enamorada.
—No esperaba que estuvieran ellos aquí, —Dice Rafael con vergüenza. —Vamos a otro lugar.
Estábamos a punto de salir, pero de inmediato Rosé notó nuestra presencia.
—¿Rafael? —Habló la joven. Levanté mi ceja con sorpresa, que ella se refiriera así con el segundo príncipe me parecía una falta total de respeto, más porque no estaban a solas, los sirvientes a su alrededor lo habían notado y lucían incomodos.
—Soy su alteza el príncipe para ti. —Dijo Rafael con firmeza, me impresionó la forma tan fría para dirigirse a Rosé. Al verlo de cerca, su ceño estaba fruncido con enojo y sus manos vueltas puños.
Tal cual ya me lo esperaba y era común, la joven Rosé se cohibió en su lugar y Dereck se puso frente a ella para defenderla.
Esto me estaba cansando, ¿Cuantas veces la joven Rosé se ha escondido detrás de este idiota? Si no puede afrontar a las personas no comprendo por qué hace cosas que la ponen en situaciones difíciles.
Hasta parece que lo hace a propósito.
—Rafael no te atrevas a hablarle así, —Lo regaña Dereck, notando en ese momento mi presencia. —¿Qué haces aquí Madeline?
—No te atrevas a mencionar mi nombre con esa boca sucia tuya, vine a ver a su alteza el emperador y almorzaré con el joven Rafael. ¿Acaso no puedo? ¿O ya se te olvido que soy hija del duque Barlovento y pertenezco a la alta sociedad?
Dereck se quedó en silencio sin saber que responder y caminé los pasos que nos separaban, pasé a un lado de él y tomé asiento, el asiento que siempre usaba cuando venía al palacio.
Sin decir ninguna palabra más el segundo príncipe también se sentó en un lugar vacío y pidió que nos sirvieran. En ningún momento dejamos de hablar entre nosotros, ignoramos completamente la presencia de aquellos dos amantes hasta que de repente, cuando ya disfrutábamos del postre, la puerta del lugar se abrió de golpe.
Aaron Maximilian entraba al salón con un enorme ramo de flores color rosa.
Lo miré sorprendida cuando el ramo fue dejado en mis brazos.
—¿Qué hac- Sus labios interrumpieron mi pregunta, me besó con un simple roce y me sonrió.
—Vine a ver a mi prometida. —Su vista se centró en la pareja que miraba sorprendida y de nuevo me miró a los ojos. —La idea de que estés en el mismo lugar que tu ex me vuelve loco de celos.
—¡Pfff! —Miré sorprendida hacia Rafael quien se estaba aguantando las ganas de reír, mi cara estaba enrojecida a mas no poder y escondí mi rostro entre las flores.
Al parecer este par se llevaba muy bien.
*
Curiosamente Aaron no venía a verme precisamente a mí, de camino hacia el palacio imperial se enteró de que me encontraba en el lugar y es por eso que me llevó la sorpresa de las flores.
Pero en realidad él se encontraría con Rafael. Todo parecía indicar que la familia Maximilian comenzará a apoyar al joven Rafael en dado caso de que las palabras del emperador se vuelvan realidad.
Para este punto, la historia ya estaría siendo completamente diferente a lo que digan las líneas del libro.
Ya en mi habitación miré el libro, lo hojeé con lentitud, las hojas ya estaban un poco desgastadas gracias a las tantas veces que lo leí. Ya no era algo que necesitara realmente. Miré la vela que reposaba en el escritorio, ¿Debería de borrar evidencia?
Ya lo había pensado antes, lucía como un objeto divino.
¿Ardería si lo hecho al fuego?
Sin pensarlo mucho prendí la vela de cera de mi escritorio y acerqué el libro, una de sus esquinas tocaba la llama, pero tal cual lo esperaba no prendía en fuego como normalmente un libro lo haría.
En su lugar parecía que el libro brillaba con más intensidad que de costumbre, supe que no iba a lograr nada así que solo apagué el fuego y miré el lugar que debería de haber ardido impecable.
Tiré el ejemplar al suelo y me recosté en mi cama.
Faltaban tres fines de semana para que el verano terminase, solo tres eventos más para que la temporada social termine y pueda volver a mi territorio en el sur.
—¿Acaso esa es la forma de tratar el objeto que te mostró el futuro? —De pronto una voz masculina habla en mi habitación, salto de mi cama solo para ver a un joven de largo cabello platinado tomar el libro del suelo.
—¿Quién eres?
—¿Aaron no te lo dijo? Soy el guardián de los objetos divinos, mi nombre es Kenta.
—¿Quieres decir que el libro es un objeto divino? —Miré con sorpresa como el joven Kenta ojeaba el libro con desinterés.
—Parece ser que tienes muchas preguntas, Aaron es un idiota por no decirte, pide algo para comer, va a ser una conversación bastante larga.