Estuve diez años casada con el amor de mí vida, aún sabiendo que el amor de mí vida, amaba a mí hermana.
NovelToon tiene autorización de Nix Agriche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 24
El silencio reinó en el restaurante luego de aquélla respuesta.
¿A qué se refería? No lo sé.
Y tampoco me interesaba preguntar sobre el tema, cada uno tiene sus propios problemas y demonios; por lo que no es mí obligación indagar allí.
La puerta del restaurante se abrió, revelando a cierto hombre estoico de ojos verdes grisáceos.
Sus ojos se posaron sobre los míos al instante, me tensé. Y al parecer, fue un hecho muy obvio, ya que Carolina rápidamente volteó hacia Xénorix.
Lo observó, juzgó y evaluó en silencio, luego volvió a mirarme a mí. Ella no dijo nada, pero pude ver un destello de picardía detrás de aquélla sonrisa maliciosa.
Resoplé y observé a Xénorix, quien muy casualmente tomó asiento en nuestra mesa.
—Buen día. –Habló con voz ronca, su saludo fue genérico, pero su visión estaba sólo en mí–.
—Buenos días, Xénorix. –Sonreí–. ¿Cómo estás hoy?
—Bien. –Respondió, sin comentar nada más–.
Podía sentir la tensión, o tal vez era sólo yo.
Quizás estaba incómoda por la presencia de Carolina y Gian.
—Aspen, bonita... –Comenzó Carolina–.¿No me vas a presentar a tu amigo? –Indagó, con un dejo de burla en su tono–.
Suspiré, pasando mí mano por mí cabello con leve frustración por la situación.
—Xénorix, ella es Carolina...
—Mi mujer. –Intervino Gian, interrumpiéndome mientras tomaba la cintura de Carolina, acercándola a él–.
—¡¿Ah?! –Ella jadeó con sorpresa–. ¡¡Tu mujer, mí trasero!! –Se quejó, retorciéndose–.
Gian rodó los ojos, mientras una sonrisa arrogante se formaba en su rostro.
—Así es, nena, ese bonito, perfecto y delicioso culito es mío. –Se burló, mientras su mano viajó a su trasero, dándole un fuerte apretón–.
Carolina soltó un gritito de sorpresa, su rostro se puso rojo y Gian rió a carcajadas.
—Ya no eres tan valiente, ¿Eh? –Dijo riendo–. No te preocupes, preciosa, aún eres mí favorita. –Le guiñó un ojo y Carolina gruñó molesta–.
Me parecía muy gracioso verlos así, pero sabía que Carolina estaba incómoda. No por Gian, sino por su audacia. Ella es muy suelta y agresiva, su carácter es explosivo; y encontrar a alguien que es igual a ella puede dejarla desconcertada.
Me aclaré la garganta y continué hablando.
—Carolina, él es Xénorix; un conocido. –Anuncié, y ambos asintieron–.
Carolina sonrió, apoyándose sobre la mesa mientras lo observaba.
—Eres muy atractivo. –Soltó de repente– ¿Estás soltero? –Preguntó con un dejo de coquetería–.
Pude ver a Gian apretar la mandíbula cuando escuchó esa pregunta y su sonrisa se borró.
Xénorix se tensó ante su pregunta y sus ojos de gata al acecho, pero asintió.
—Estoy soltero. –Respondió y volvió a mirarme–.
Carolina soltó una risita.
—Pues Aspen también está soltera. –Comentó casualmente y Xénorix asintió–.
—Sí, lo sé.
—Teníamos planeado ir al parque de la ciudad que estará aquí por un mes. ¿Por qué no nos acompañas? –Sugirió–.
—Ah, Carolina, seguramente Xénorix tiene cosas más importantes que hacer. –Comenté, tratando de que se detuviera–.
Sin embargo, Xénorix me interrumpió.
—En realidad, me encantaría ir. –Dijo con los ojos fijos en los míos–.
No sé porque, pero su mirada me pone nerviosa.
Como si fuera una adolescente viendo al chico que le gusta.
—¡Genial! –Festejó Carolina–.
Gian gruñó y se cruzó de brazos.
—Yo también voy. –Informó–.
—¡¿Ah?! –Carolina lo observó con incredulidad y luego frunció el ceño–. ¡No! ¡No irás! –Exclamó, ganándose una burla de Gian–.
—Sí voy. –Declaró con firmeza–. Dónde sea que mí mujer vaya, yo voy. Así que, será mejor que vayas haciéndote a la idea, mí amor, porque no vas a escapar de mí. Ni yo me alejaré de ti, eres mí mujer, mí reina, mí esposa. –Afirmó con seguridad–.
Los tres nos quedamos incrédulos ante su confesión. Estaba llena de posesividad, celos, protección.
El amor de Gian es peculiar, pero no me cabe dudas que quiere a Carolina. Y no, no hablo de ella como un objeto, Gian la venera como a una diosa, sea la forma correcta o no, no importa. Sus sentimientos son reales.
El día transcurrió con normalidad y, en la noche, la hora de la cita había llegado.
Calen estaba con su padre, así que no tuve motivos para no asistir a aquél encuentro.
Me puse un vestido color azul marino, tacones del mismo color y me maquille de forma casual. Nada extravagante, pero me veía bonita.
Llegué al lugar diez minutos antes y, para mí sorpresa, Xénorix ya estaba ahí.
Se veía muy guapo, estaba usando un traje completamente negro, incluida la camisa. Parecía un jefe de la mafia salido de una película, muy atractivo para ser cierto.
Me acerqué a él y sonreí.
—¡Xénorix! –Lo llamé y él me vió–. Parece que somos los primeros. –Comenté, parándome a su lado–.
Él asintió, y me observó atentamente.
—Te ves bien. –Soltó en un murmullo, pero claro que lo oí–.
Intenté no sonrojarme pero, fue imposible. Podía sentir el calor en mis mejillas así que, seguramente estaba roja.
—T-Te ves muy guapo también. –Confesé, moviéndome torpemente sobre mis pies–.
Maldita sea, soy ya idiota.
Siempre hago el ridículo con él.
O sea sí, nunca tuve una cita ni nada por el estilo, así que no sé cómo actuar. Y es el primer hombre en diez años que me llama la atención luego de Aziel pero, ¿En serio? Debo parecer una tonta.
—Gracias. –Respondió sin más–.
Nos quedamos en silencio por varios minutos, esperando pacientemente a Gian y Carolina. Pero, una hora pasó y ellos no llegaban.
Los llamamos, obviamente.
Luego de varios intentos, enviaron un mensaje.
<
Fantástico, ahora estaba sola con un hombre al que no conozco.
—Xénorix... –Lo miré un momento, antes de observar el piso–. Gian y Carolina acaban de avisarme que no vendrán, lamento haberte hecho perder el tiempo. Puedes simplemente volver a tu casa... –Murmuré con cierta decepción–.
Él me observó un momento y luego habló.
—¿Irme? –Dió un paso hacia mí, y levanté la vista para observarlo–. Vine aquí para poder ir al parque, porque es algo que tú querías hacer. Y no me iré hasta cumplirlo. –Habló con firmeza–. Así que, si a ti no te importa... –Extendió su mano hacia mí, incitándome a tomarla–. A mí tampoco me importa.
Dudé, pero finalmente tomé su mano, lo miré a los ojos y vi una sonrisa sutil formándose en sus labios.
Así fuimos al parque.
—————————————————————————————————
...¡¡La primera cita de mis pequeños!!...
pero ahora si comienza a ponerse un te te dan te!! jejeje